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"Mi padre me envió a un orfanato porque mi madrastra así lo quiso"

Después de la muerte de su madre, Hayley Kemp fue abandonada en un hogar de niños por su padre, quien le había dicho que iban al dentista

Escrito en MUNDO el

A los cinco años de edad, Hayley Kemp quedó huérfana de madre, dos años más tarde fue abandonada en un hogar de niños por su padre, quien la llevo diciéndole que iban al dentista.

Hayley, ahora de 55 años, tuvo una infancia caótica: en un momento dado, compartió una habitación con una trabajadora sexual después de que el Ayuntamiento de su ciudad la colocó con ella.

Heyley a los cinco años de edad. 

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Sin embargo, recuerda que su estadía en el hogar de niños en Plymouth, en el sur de Reino Unido, fue el período más feliz de su infancia, y explica en una entrevista para la BBC news cómo sus experiencias la ayudaron más tarde a darle sentido a su vida.

Heyley era la menor de siete hijos y después de la muerte de su madre vivió por un tiempo con su padre soltero, hasta que empezó una relación con una mujer llamada Peggy, quien se convirtió en su madrastra y al poco tiempo se mudo a vivir con ellos.

"Mi madrastra solía golpearme y matarme de hambre, la situación era bastante obvia porque cuando íbamos a la escuela, los vecinos se acercaban a arreglarnos el pelo y darnos galletas, por lo que debíamos vernos bastante demacrados", recordó Kemp.

A los siete años de edad Heyley fue llevada por su padre al Hogar Infantil de Parklands diciéndole que irían al dentista en autobús.

"Solo pensé "este es un buen dentista", dos mujeres salieron y me dijeron que me sentara en una silla. Luego papá dijo "espera mientras voy al baño", las dos mujeres me llevaron y eso fue todo. Ya estaba viviendo allí y él se había ido, ni siquiera me abrazó".

Kemp recuerda haber pasado un tiempo agradable en el hogar para niños abandonados, pues todos los trabajadores eran "tías" y "tíos" y había mucha comida y mucha diversión y muchos otros niños.

"Lo que me encantaba era que todos los sábados por la mañana nos llevaban al zoológico o al cine, los domingos íbamos a la escuela dominical y volvíamos y comíamos un asado. Para mí fue un verdadero refugio. Estaba a salvo".

Heyley estuvo alojada en Parklands durante siete u ocho meses, hasta que unos padres adoptivos que ya tenían una hija la llevaron a vivir con ellos.

Luego de esto resultó muy difícil para ella pasar de vivir con montones de niños a tener una habitación sola, por lo que se sentía bastante aislada.

Durante su adolescencia recuerda haberse escaparme mucho de casa. En donde pasaba algunas noches en hogares para niños, en los que muchas veces no había espacio, lo que la llevó a cambiar constantemente de lugar. 

"Luego me llevaron a una institución para delincuentes juveniles en Bristol, en el sur de Reino Unido, a pesar de que nunca había cometido ningún delito. Estuve allí por un par de semanas hasta que los servicios sociales vinieron a buscarme".

Con las trabajadoras sexuales

A los quince años de edad, Heyley fue instalada en un hostal donde tuve que compartir una cama con una trabajadora sexual.

"Realmente me caía bien. Solía decirme "me voy a trabajar, Hayley", y cuando regresaba me llevaba a bares, pero nunca me alentaba a ser trabajadora sexual o algo así".

"Llegué a conocer a todas las trabajadoras sexuales. Tuve la suerte de que me tomaran como su niñera, pero cuando veo a alguien adicto a las drogas o que es una trabajadora sexual, me pregunto cómo no terminé así".

A los 30 años, el padre de Kemp la localizó a ella y a sus dos hermanos. Comenta haberlo visto y platicado con él, sin embargo no tenían nada en común, que no le gustaba como persona y que no lo respetaba.

"Había pasado tanto tiempo sin él, que realmente no sentía que fuera una influencia positiva en mi vida, así que decidí no volver a verlo más."

Trabajo de voluntaria

Cuando Heyley tenía 40 años, trabajaba en el sector privado como gerente de control de calidad hasta que lo dejó todo y comenzó a trabajar voluntariamente con refugiados.

"Cuando estaba en un hogar de acogida, unos refugiados de Uganda y Asia vivían cerca, les llevábamos mantas y ropa y recuerdo que pensaba que eran las personas más valientes que jamás había visto".

"Creo que tengo empatía con las personas desplazadas porque no saben cuándo van a ver a su familia, no saben dónde terminarán".

Hoy en día Heyley trabaja con solicitantes de asilo y en campos de refugiados en Irak.

"Cuando las personas crecen en un hogar estable y tienen amor incondicional, aprenden todas esas cosas que las personas dan por sentado".

vsr