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“Le dije: ‘Todo va a salir bien’, y le fallé”: historias del covid-19

La pandemia de coronavirus en España deja hasta el momento 130 mil 759 casos confirmados y 12 mil 418 fallecimientos

Escrito en MUNDO el

España es el tercer país más afectado por la pandemia de coronavirus, por debajo de Italia y Estados Unidos, además de que se encuentra por encima de China, país origen del brote. Este domingo llegó a los 130 mil 759 casos confirmados de covid-19 y 12 mil 418 fallecimientos, con hospitales y personal médico saturados ante la incesante llegada de pacientes y falta de insumos, principalmente en Madrid, epicentro de la enfermedad en dicho país europeo. 

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“Ayer en mi turno de trabajo comprobé por primera vez como la vida y la muerte se miran en un parpadeo. Tuve que ayudar a vestir y desvestir a familias temblorosas a las que la muerte ha mirado a sus ojos inocentes, sin avisar. Y a una mujer la di la mano antes de administrarle medicación para que un ventilador respirara por ella. 

“Le dije: ‘Todo va a salir bien’, y le fallé. La muerte volvió a ganar. Salí a la calle a gritar, a llorar y a escuchar la voz de la persona que está dando sentido a todos estos días”, escribe Fátima, una enfermera de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Alcorcón, Madrid, desde el cuarto de un hotel, donde se autoconfina para proteger a su madre, con alzhéimer, a su padre anciano y a sus dos hijas adolescentes.

Por su parte, la psicóloga del hospital Gregorio Marañón, también de Madrid, María Mayoral, advierte para el diario español El País sobre el golpe emocional y psicológico al que están expuestos médicos, enfermeras, auxiliares o celadores ante la propagación de covid-19.

“Ven que la gente empeora de un día para otro y muere. Crea mucha incertidumbre, sensación de descontrol. Temen contagiarse, y contagiar a los suyos. Les genera culpa y aislamiento”, afirma. 

Desde el pasado 13 de marzo, cuando se declaró el estado de alarma en España, los psiquiatras y psicólogos del hospital tomaron como pacientes no solo a enfermos de coronavirus y sus familias. También a sus compañeros de trabajo.

De acuerdo con el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Celso Arango, jefe del Gregorio Marañón, se debe cuidar a los profesionales de la salud ya “que luchan contra la extenuación, la impotencia, el tomar decisiones vitales para las que no han sido formados, la precariedad en lo material y técnico. Todo ello sin periodo de adaptación previo”. 

Ante ello, se ha difundido material de ayuda entre médicos y enfermeros con puntos compartidos con otros organismos, como el Centro para el Estudio del Estrés Traumático estadounidense, que dibuja un escenario como el que describe Fátima: saturación, riesgo de contagio, pacientes angustiados y familias desconsoladas. 

“Todos cuentan que están trabajando sin medios y tomando decisiones muy complicadas. Sienten impotencia, rabia, tristeza y mucha angustia, porque están al límite de sus fuerzas físicas y psíquicas”, se lamenta Ana Maeso, de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

En China, por ejemplo, la mitad de los mil 200 médicos y enfermeras que atendían a pacientes de coronavirus en 34 hospitales sufrieron síntomas de depresión y, en menor medida, ansiedad (44%) e insomnio (34%), según un estudio publicado en marzo en la revista Journal of the American Medical Association. La mayoría (siete de cada 10) relataron sufrimiento y preocupación. 

“Lo más duro cuando muere un paciente es ver a la familia con mascarillas gritar desde la puerta: ‘¡Papá, te queremos!’. Y tú te acercas y aunque esté sedado, le dices que han venido a despedirse. A veces hace algún gesto. Luego los suyos lloran. Yo lloro con ellos”, cuenta Gloria, otra enfermera de Cuidados Intensivos. 

“En general, el apoyo emocional lo hacen las familias y esa carga ahora, con los pacientes aislados, la asumen los sanitarios”, expone la catedrática de Psicología Clínica María Paz García-Vera, coordinadora de los teléfonos de atención puestos a disposición por el Ministerio de Sanidad. 

“Aunque se sienten muy reconocidos por todo el mundo, eso significa mucha presión, porque no quieren decepcionar. Están haciendo mucho más de lo que es su trabajo”, agrega.

Otro testimonio es el de la auxiliar de Enfermería Irene Llorente, quien siente impotencia al ver la tristeza de las familias al entregarles las mascarillas, de observar como un enfermo mejora hoy y dentro de dos días ha muerto.

“Para poder trabajar han de disociarse, pero es un sobrecoste, te centras en tu labor pero también empleas la empatía, absorbes emociones, y se produce la llamada fatiga por compasión”, expone la psicóloga Mayoral. “Tienen mucha fatiga física y también mental. Están sometidos a emociones extremas”, agrega.

La doctora Mari Cruz Martín Delgado lleva desvelada desde el 25 de febrero, cuando el primer paciente grave de Madrid ingresó en la UCI del hospital de Torrejón, de la que ella es responsable. “Estoy con esa sensación permanente de salir de guardia, hiperalerta”, explica.

“Todos hemos duplicado y triplicado camas, cambiado nuestra forma de trabajar, tomando continuamente decisiones, con la sensación de no dar los cuidados ideales”, dice la también miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc). 

Su colega María Antonia Estecha, que dirige la UCI del hospital Virgen de la Victoria de Málaga, afirma: “Yo no duermo bien, tres o cuatro horas. Trabajamos con mucha presión y vemos que va en aumento y no para. Esa sensación de incertidumbre también nos angustia. El principal motivo de frustración es carecer de videolaringos de un solo uso, tubos especiales, monitores de relajación muscular y mejores respiradores. Pero en general lo llevamos bien, tenemos tanto trabajo que no te paras a pensar mucho”.

CONSECUENCIAS

Ante esta dinámica de hiperactivación, “hay que prepararlos, porque después sufrirán ansiedad, estrés postraumático”, advierte la psicóloga Tránsito Bernal, que atiende a enfermeras a través del colegio profesional de Córdoba. Servicios de este tipo funcionan en cinco comunidades (La Rioja, Navarra, Madrid, Cantabria y Baleares) y cinco provincias (además de Córdoba, Guipúzcoa, Ciudad Real, Guadalajara y Granada).

“Han tenido que estar improvisando, están muy cabreados, habrá mucho burnout [síndrome del quemado]. Revivirán todo”, dice el psiquiatra Enrique García Bernardo. 

“Nuestra especialidad ya tenía previamente más burnout que otras”, dice la doctora Mari Cruz Martín Delgado.

Por su parte, Mayoral afirma: “Si empiezan a cuidarse ahora, a pedir ayuda, podrán llevarlo mejor. Algunos tendrán recursos. Otros no”. Mientras, ella seguirá en las sesiones. Y escuchará: “Necesito saber cuándo va a acabar esto y si voy a aguantar”.

(diego joaquín)