Main logo

“El príncipe” John John Kennedy aún cautiva a 20 años de su muerte

Biografías lo pintan como un hombre temerario, adicto a la adrenalina, que encontró la muerte piloteando una avioneta el 16 de julio de 1999

Escrito en MUNDO el

En un país sin monarquía, los Kennedy eran lo más cercano en Estados Unidos a una familia de sangre azul. Y en ese reinado, John Fitzgerald Kennedy Jr., John John, era el príncipe llamado a hacerse con la corona de un mundo perdido tras el asesinato de su padre.

El hijo del presidente era el más abierto del clan, muy rico, extremadamente atractivo y desbordaba confianza. Sin embargo, también era una persona compleja, curtida por la muerte, que le persiguió desde muy niño y le hizo creer invencible. Hasta que la avioneta que pilotaba se estrelló frente a las costas de Martha´s Vineyard. Volaba con su esposa, Carolyn Bessette, y su cuñada Lauren. Los tres murieron.

El historiador Steven Gillon publica una extensa biografía bajo el título America´s Reluctant Prince, en la que examina su vida y trata de recomponer las horas previas al trágico accidente el 16 de julio de 1999. La avioneta, una Piper Saratoga que estrenó tres meses antes, despegó a las 8:38 pm local desde Nueva Jersey rumbo a la boda de una de sus primas en Hyannisport. Pilotaba a ojo. A la hora de vuelo entró en una zona con una niebla muy densa. Totalmente desorientado, perdió el control y se precipitó al mar. Llevó dos días encontrar sus cuerpos.

John Mathew Smith 

 

Su muerte, a los 38 años, fue otro ejemplo de la extensión de la tragedia entre los Kennedy. Durante años circularon múltiples teorías conspirativas sobre las circunstancias en las que se desvaneció la avioneta aquella fatídica noche. Las hay que apuntan al sabotaje. Otros creen que John logró desafiar a la muerte. Hay hasta camisetas en Amazon anticipando el advenimiento en este 20 aniversario.

"Fue su error de juicio lo que llevó a su muerte, la de su mujer y la su cuñada", dice Gillon en la revista People, "no hay que darle más vueltas". "John es responsable de su imprudencia y solo John", insiste al tiempo que admite que le crea un gran dolor ser tan tajante. Ambos se conocieron en la Universidad de Brown en 1981. La pasión por la historia y el frontón fue el germen de una estrecha amistad.

El valor histórico de la biografía está por encima de esa relación, dice. El autor se adentra a explorar los múltiples traumas que John John tuvo que afrontar en su corta vida. "Experimentó más muerte que la mayoría de la gente", señala. Su padre fue asesinado cuando él tenía tres años de edad. También sufrió por la muerte de su tío Robert Kennedy, convertido en su guía, y después llegó la de Aristóteles Onassis.

"Escapó tantas veces de la muerte y el peligro", comenta, "que siempre creyó que algo iba a salvarle". William Cohan, amigo de la adolescencia de JFK Junior, relata algo similar en Four Friends. Conoció al hijo del difunto presidente en la Phillips Academy. "La idea de pertenecer a un tipo Delta Force invencible intoxicaba", relata. El joven Kennedy, añade, era un "adicto a la adrenalina" al que le gustaba flirtear con el peligro. Volar, dice, "era un escape físico para él".

La imagen del saludo que John John realizó ante el féretro de su difunto padre sigue impregnada en la memoria de los estadounidenses, como otra en la que se le ve jugueteando a los pies del presidente en el Despacho Oval. El asesinato de JFK era algo sobre lo que no le gustaba hablar. No entendía por qué le fascinaba tanto a la gente lo que pasó el fatídico 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas).

Cecil Stoughton, White House photographer 

Respecto a la que parecía idílica relación con su esposa, Carolyn Bessette, Steven Gillon afirma que no llevaban un año de casados cuando la llama empezó a apagarse. "Ella se sentía atrapada", basándose en las conversaciones personales que mantuvo con John y con amigos muy próximos. Estaba anímicamente tan tocada, que pensaban que se automedicaba. Vivían en residencias separadas.

En esa búsqueda de su persona, Gillon explica como John Jr. se sentía más cómodo con su ambición política. No tanto por su nombre o por lo que se esperaba de él, sino porque era algo que llevaba en los genes. Se planteó presentarse para las elecciones de gobernador de Nueva York en 2002 y utilizar el cargo como trampolín para algún día volver a la Casa Blanca. Pero Carolyn era un obstáculo. Ni ellos sabían lo que iba a pasar con su relación ese verano. La boda de su prima Rory iba a celebrarse el 17 de julio. Lauren, la hermana de Carolyn, organizó un almuerzo el día antes del viaje en un último esfuerzo para tratar de reconciliarlos. A ella le costó pero finalmente decidió acompañar a su marido a aquel encuentro con el clan porque quería que las cosas funcionaran. Nunca llegaron al destino porque, como dice Cohan, John Fitgerald Kennedy Jr no supo ver el peligro.

El artículo original en El País

JGM