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DACA cambió mi vida, no quiero volver a las sombras: dreamer

Ricardo, un joven nacido en México, relata a The New York Times cómo ésta ley cambió su vida en 2012

Escrito en MUNDO el

Ricardo Aca llegó a Estados Unidos cuando era sólo un niño, como más de 800 mil jóvenes, conocidos como ‘dreamers’.

Ante la cancelación de la Ley de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) anunciada hoy por el presidente Donald Trump, el joven nacido en México relata a The New York Times cómo ésta ley cambió su vida en 2012.

“Es poco lo que puedo decir respecto de la forma en que DACA cambió la vida diaria de gente como yo. Antes de la orden ejecutiva (firmada por el expresidente Barack Obama, no podía conseguir legalmente un trabajo. No podía tener una identificación estatal. No podía solicitar prácticamente ninguna beca. Además, viajar era peligroso”, explica.

Ricardo recuerda que, al terminar la preparatoria, decidió salir fuera de Nueva York, el único lugar que conocía después de llegar a Estados Unidos con sus padres. Todo el camino estuvo temeroso y paranoico de que lo detuvieran las autoridades migratorias: era indocumentado.

“Me compré un boleto para hacer mi primer viaje fuera de Nueva York desde mi llegada de México. No dejé de sudar mientras pasaba por seguridad porque estaba preocupado de que alguien pudiera llamar a un funcionario de inmigración si se enteraban de que no tenía papeles”, cuenta.

El joven mexicano explicó cómo después de la orden ejecutiva de Obama, la Ley DACA, pudo acceder a una identificación, a un número de seguro social, licencia de conducir y permiso para trabajar.

Gracias a esto, el primer trabajo que obtuvo fue en un restaurante elegante, dentro de un enorme edificio con letras doradas y un apellido; era nada más y nada menos que el de Trump.

“En esa época, me daba orgullo decirlo. Trabajaba en un edificio sofisticado que llevaba el nombre de un empresario multimillonario famoso en la televisión. Incluso lo presumía, porque, por primera vez, no me preocupaba que mi empleador pudiera conocer mi situación migratoria. Me había estado escondiendo durante siete años, pero se había acabado”, resalta.

Lo que Ricardo no sabía era que años después, ese mismo apellido sería el que eliminaría sus derechos a ser un ciudadano ‘normal’ en el único país que conoce.

En estos momentos, el joven cursa su último año en la carrera de Gestión Pública en la Universidad de Baruch, con el apoyo de sus padres, porque por su situación legal no puede solicitar ningún tipo de beca.

Además, afirmó que contrario al discurso que se ha generalizado en el país, él nunca le ha quitado nada a nadie, todo lo ha obtenido mediante su esfuerzo y trabajo.

“El discurso sobre los inmigrantes en este país es indignante y equivocado. Nunca he tomado nada de nadie que no me perteneciera y he trabajado arduamente por todo lo que he logrado. A pesar de que los inmigrantes sin documentos contribuimos tanto como cualquier estadounidense, no recibimos los mismos beneficios. Pago impuestos, pero no tengo seguro de salud. No puedo obtener ayuda financiera del Estado en Nueva York. La educación universitaria que tanto me ha costado lograr no se la debo al estado ni a este país, sino a mis padres, quienes la pagaron de sus bolsillos”, resalta.

Pero la vida de Ricardo Aca vuelve nuevamente a la incertidumbre. Ahora no sabe qué pasará con su futuro. Si será deportado, si terminará la escuela, pero no podrá trabajar. Lo único de lo que está seguro es de que no volverá a las sombras y seguirá luchando por jóvenes cómo el: los ‘dreamers’.