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Clinton le dio a Trump donde más le duele, y el ‘domesticado’ se volvió salvaje

Gemidos de los seguidores de Trump durante el debate; el equipo de Clinton estaba sorprendido porque las cosas habían salido mejor de lo esperado

Escrito en MUNDO el

Había un par de señales no claramente perceptibles en el interior de la Universidad de Hofstra, en donde Donald Trump perdió el debate de la noche del lunes contra Hillary Clinton, y muy mal.

 

La primera fueron los gemidos por parte de algunos de sus seguidores dentro de la sala de debate en la que Trump intentaba esquivar a través de una sucesión de respuestas a una muy centrada, llena de energía y bien preparada Hillary Clinton.

 

Una más: cuando la práctica de sparring de 90 minutos terminó, el equipo de Clinton miraba con incredulidad y euforia que las cosas habían salido mucho mejor de lo esperado. El personal del candidato republicano, por el contrario, se había preparado para el debate como hacen los niños de séptimo grado un día antes de salir de vacaciones de verano.

 

Trump y su nuevo equipo de comunicación trabajaron arduamente para darle vuelta al avatar del rabioso populista en una imagen razonable de alguien que puede sentarse en la Oficina Oval de la Casa Blanca. Este bien trazado plan revelado el lunes se enfrentó a un ataque de acero por parte de Clinton y al interrogatorio digno del moderador de NBC, Lester Holt, lo cual facilitó el equilibrio entre el facilitador, el detector de mentiras y el domador.

 

Pocos minutos después de sonar la campana, los ataques de Clinton forzaron al domesticado Donald a tornarse salvaje: bramó, la interrumpió varias veces, gruñó, y hacia el final ya desaliñado, quedó mudo e hizo pucheros.

 

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lrc