Mary Jiménez caminaba por las calles de Cali, en Colombia, cuando una pequeña cachorra interrumpió su camino.
El animal no podía caminar, cuando vio a Mary se hizo para atrás, como asustada, y se desplomó.
Jiménez se acercó a la perrita y se percató que sangraba por la boca y el ano.
La mujer relato que el animal tenía “amarras” en las patas y el cuello, cuando intentó quitárselas se dio cuenta de que sangraba por la boca, por lo que comenzó a revisarla y se dio cuenta que también sangraba de la cola.
Por ello, Mary Jiménez llevó a la perrita a la primera veterinaria que conocía.
Los veterinarios determinaron que el animal fue víctima de un abuso sexual.
Le destrozaron el conducto de la uretra con un objeto punzocortante que además le generó lesiones en las paredes de la vagina.
Sebastián Piedrahita, médico veterinario, dijo que la perrita llegó con sus partes íntimas destrozadas, no solo laceradas.
Detalló que la uretra fue desprendida y las paredes de la vagina laceradas. Por ello fue sometida a una cirugía que resultó exitosa en la que le reubicaron el canal de la uretra y le reconstruyeron la vagina.
Actualmente, la cachorra está en etapa de recuperación.
El caso indignó a la sociedad colombiana, misma que bautizó a la perrita como “Lupita" y con el Hashtag, #LupitaEstamosContigo, exigen que sea investigado el abuso y se den con los responsables de lo que la cachorra pasó.
Con información de Infobae
rgg