CRISIS

Los caminos allanados en Sudamérica

Cristina Kirchner analizó la crisis actual como si ella no perteneciera al actual gobierno, como si no fuese la responsable de haber elegido a dedo al actual presidente, Alberto Fernández

Créditos: Pexels/Twitter: @GabrielBoric / @CFKArgentina / @LassoGuillermo / EFE
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Así como Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, salió de los comicios del pasado domingo, con posibilidades serias de ganar en la segunda vuelta, Latinoamérica nos brinda, como para no perder la costumbre, el conflicto de la semana. Una nueva crisis política, la de Ecuador, que se suma a los de sus vecinos andinos y pone en vilo a una población abrumada por la situación económica y la violencia que desparrama el narcotráfico.

Ya lo habíamos remarcado desde este espacio, que al presidente, Guillermo Lasso, le faltaba de todo para regir los destinos de su país. El hecho de que se trate de un acaudalado banquero exitoso, acostumbrado a tener alianza en las esferas más altas del poder, no garantizaba su buen hacer en materia política. No se entendía entonces, y se sigue sin entender para qué quiso ser presidente. Desde su llegada al Palacio de Carondelet (sede del gobierno) fue acosado sistemáticamente por el correismo[CM1]  en el Parlamento, enfrentaba un juicio político del que podía defenderse si hubiese sido ducho en el ajedrez de la política, pero en esa disciplina, por lo visto, solo aprendió a tumbar al rey ante el jaque.

Esa rendición, que los ecuatorianos bautizaron de “muerte cruzada”, terminó siendo un inmenso favor a Rafael Correa (2007-2017), autoexiliado en Bélgica y listo ya, para manejar el poder a discreción, aun desde el exilio.

(Foto: Twitter @LassoGuillermo)

Si a buena parte de los países andinos, los abruma la crisis, fruto en cada uno de esos capítulos en el desconocimiento de la política (Ahí están Gabriel Boric, en Chile, y Pedro Castillo, en Perú), a Argentina lo abruma lo que podría llamarse la crisis de la endogamia. Todo nace y muere, dentro del kirchnerismo. Para muestras alcanzó la exposición de la actual vicepresidenta, Cristina Kirchner, en una entrevista televisiva, en la que reafirmó que no será candidata, y analizó la crisis actual como si ella no perteneciera al actual gobierno, como si no fuese la responsable de haber elegido a dedo al actual presidente, Alberto Fernández.

En un pasaje de la entrevista atinó a recordar que Argentina deberá afrontar, durante 2024, vencimientos de deuda por 25 000 millones de dólares. Razón de sobra para que no sea candidata nuevamente.

¿Autocrítica? ¿Soluciones políticas para el futuro inmediato? ¿Un mea culpa sincero por el yerro garrafal de los últimos años? Nada. De haber existido algo de eso, no sería ella misma. Entonces, al igual que en el 2015, cuando por acción u omisión terminó siendo la “jefa de campaña” de Mauricio Macri, en su llegada al poder, ahora el terreno está tan allanado por ella misma —de la misma forma que Lasso hizo lo propio con el correismo—, para que esa “derecha”, a la que tanto nombra y poco combate, sea entronizada en los comicios de octubre.

La pobreza en crecimiento, la inflación galopante, las restricciones para importar que ya comienzan a provocar faltantes de artículos y la rémora de problemas estructurales del país, seguirán ahí: esperando respuestas que no llegan por esos caminos despejados, y a las que muchos ya ni esperan.

 [CM1]