ARGENTINA

A oscuras y a los gritos

"(...) junto a la de un país a oscuras y con el representante de un gobierno al que ya se le apagó el sistema, gritando por aquí o por allá, en un intento estéril por tapar su debilidad

A oscuras y a los gritos
A oscuras y a los gritosCréditos: LaSillaRota
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Si el expresionismo fuera un arte propenso para los argentinos, Edvard Munch podría tener en el extremo sur de las Américas más de un discípulo. O, al menos, se haría el esfuerzo por nacionalizarlo. Un pasaporte argentino no se le niega a casi nadie, ni siquiera a los perseguidos de Daniel Ortega, un amigo del gobierno. Al menos así lo había ofrecido el canciller, Santiago Cafiero, días atrás. 

¿Pero por qué Munch? No hay obra que represente el idilio y la ruptura cargada de angustia como “El grito”, su obra más icónica. Y es que de gritos, angustia y oscuridad (en todas sus formas) se confeccionan los años, los meses, los días y las horas del gobierno de Alberto Fernández. Basta con revisar en YouTube su discurso de inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso del pasado miércoles, o alguno de sus mensajes en Twitter, de la que se ufana de ser un usuario frecuente, cuando no empedernido. 

La inflación rozando el 100 por ciento anual, la inseguridad galopante en buena parte del país, el incremento del número de pobres, la caída de las exportaciones (fruto de la feroz sequía que afecta a buena parte del país), aportan la angustia necesaria en una población que en menos de seis meses deberá acudir a las urnas para manifestar su bronca a través del sufragio, antes que elegir a conciencia al reemplazante de Fernández. Al menos, eso es lo que surge de las encuestas semanales para medir el humor social de los argentinos. El hastío con la clase política en su conjunto es notorio. 

 A lo largo de estos últimos tres años y medio, desde el gobierno abundaron los momentos que llevaron a la sociedad a ese estado de ánimo. Una sociedad que padece el descalabro socioeconómico que genera el endeudamiento externo, el abultado déficit fiscal y el galopante incremento de la inflación, un panorama con raíces más profundas y añejas. Pero ninguno tendrá tanto peso en el recuerdo como el de Fernández ante el Congreso, donde fue abucheado, donde se trabó en discusiones personales con diputados de la oposición, luego de gritar —nadie sabe a quién— que la Argentina “es uno de los países que más ha crecido en el mundo”, entre otras frases fruto de una realidad virtual. Como si la figura presidencial fuese una suerte de avatar y no un hombre de carne y hueso, ocupando el lugar menos indicado para él, en el momento menos indicado de la historia.

Un par de horas después del acto, donde no ahorró diatribas para con los miembros de la Corte Suprema, Fernández se sentó frente a su ordenador, ingresó a su cuenta de Twitter y dejó una reflexión: “Los argentinos vivimos mejor ahora que hace tres años…”. Cuando apretó el enter, hacía cuatro minutos que más de medio país estaba a oscuras y más de 20 millones de personas estaban afectadas por el corte de energía. Una central nuclear había salido de servicio, como para mensurar la realidad con la ficción presidencial.

Fiel a la norma de su jefa política, la vicepresidenta Cristina Kirchner; siempre hay que buscar enemigos para poder transferir culpas. El último enemigo elegido fue Lionel Messi, aunque al lector le cueste creerlo. Primero porque el astro del fútbol mundial y sus compañeros se habían negado en diciembre a ir a celebrar el título mundial a la Casa de Gobierno. Si por entonces las usinas oficialistas de prensa llegaron a calificar a los miembros de la selección nacional de “desclasados”, nadie sabe cuál será la reacción a la foto en la que aparecen el futbolista junto al expresidente Mauricio Macri (2015-2019), esa suerte de Silvio Berlusconi argentino, que ahora ocupa un cargo en la FIFA

Por lo pronto, el jueves, un supermercado propiedad de la familia Rocusso, los suegros de Messi, en la ciudad de Rosario, fue baleado por dos desconocidos que dejaron una carta destinada al astro, donde puede leerse una amenaza: “Messi: te estamos esperando”.

Una amenaza que muestra el día a día de una ciudad atravesada por el narco —y otra suerte de delitos conexos— como Rosario. Una imagen más, junto a la de un país a oscuras y con el representante de un gobierno al que ya se le apagó el sistema, gritando por aquí o por allá, en un intento estéril por tapar su debilidad, sin nadie que pueda acudir en su ayuda y ni tan solo un Munch que le aporte cierta belleza a una realidad tan decadente e una ficción gubernamental de pésima calidad.

DJC