DESCOMPOSICIÓN EUROPEA

El reino del revés y la descomposición europea

El reconocido estado de bienestar europeo se ha transformado en un recuerdo de hace ya varios lustros, sumido en lo avatares de una economía global contaminada con la inflación y otros males, y con una guerra

El reino del revés y la descomposición europea.Créditos: Especial
Escrito en MUNDO el

Un contexto como el actual, de crisis global, de una economía que se resiente por donde se la mire, ya va arrojando imágenes que, sin duda, poblarán el anuario de este 2023 que se vislumbra problemático y febril, como un tango recurrente pero de escaso nivel. Principalmente en Europa, convertida en una especie de jamón de sándwich de esa puja que se dirime a sangre y fuego en territorio ucraniano

Nadie parece encontrarle la vuelta al asunto. No ya a la guerra en sí y a una resolución por la vía diplomática, sino tampoco a sus consecuencias directas el encarecimiento de los alimentos, la escasez de energía que impacta de lleno en, prácticamente, toda Europa. Y es allí, donde nadie habla de paz. 

Como si estuviéramos viviendo en el reino del revés, la primera propuesta concreta para que se acallen las armas entre Rusia y Ucrania, partió de boca del presidente, Luiz Inácio Lula Da Silva. Fue en su reciente encuentro con el canciller alemán, Olaf Scholz, donde propuso la creación de una organización de países que puedan mediar en el conflicto, con el fin de alcanzar la Paz. “Una palabra que se utiliza poco en este conflicto”. 

Una idea que se engloba en aquella antigua propuesta suya para reformar el Consejo de Seguridad de la ONU.

Podría llamar la atención que uno de los pocos, o tal vez el único, jefe de Estado que se atrevió a hablar de paz, sea el brasileño, que viene de inaugurar su tercera presidencia en medio de un ambiente cargado de violencia, en un país que pasó por contextos económicos complicados, en varios momentos de su historia. Principalmente, en el último medio siglo. Una suerte del Reino del revés. Un sudamericano, que viene de negarse a colaborar con armas a Ucrania, “para no ahondar la guerra”, habla de paz. Los gobiernos que aportan tanques e Inteligencia, parecen sometidos al escarnio de una crisis social y económica que, si bien, tiene raíces más profundas, ese conflicto viene agravando sin atenuantes. 

En un raudo recorrido por el viejo continente encontramos a Gran Bretaña sumida en la crisis más grave desde los tiempos de Margaret Thatcher (1979-1990). Un estancamiento económico, una inflación que fluctúa por encima del 10 por ciento y una catarata de huelgas que tiene mantiene contra las cuerdas al gobierno del primer ministro, Rishi Sunak. Un panorama que no parece diferenciarse mucho del resto de los países vecinos, aunque en el Reino Unido el descontento social que, desde hace meses, viene en aumento tiene un origen en otra estación: en el Brexit, Después de dos años, la mayoría de los británicos están convencidos de que la salida de la Unión Europea le abrió las puertas a su deterioro estructural. El impacto negativo en las exportaciones hacia el resto de Europa y en el flujo de mano de obra de extranjeros son dos de las consecuencias más directas e inmediatas de la ruptura con la UE, celebrada hace dos años por una considerable mayoría de británicos, de la mano del entonces primer ministro, Boris Johnson. 

Pero si en el Reino Unido llueve, del otro lado del Canal de la Mancha no escampa. En Francia, el intento gubernamental por extender la edad y los años de aportes para la jubilación le viene dando rienda suelta a la protesta. Las reiteradas huelgas y manifestaciones van en aumento y la presión contra ese proyecto, que comenzará a tratarse en el Congreso la semana próxima, lejos de cesar amenaza con incrementarse.

La primera ministra, Elisabeth Borne, ya advirtió que el gobierno no dará marcha atrás con la iniciativa, aun cuando ya se convocaron nuevas jornadas de protesta para la semana próxima y en las encuestas poco más del 60 por ciento de los franceses aparecen en contra de la iniciativa del presidente Macron

Si de huelgas hablamos, las de los médicos en Madrid, que ya llevan poco más de dos meses, se fueron repitiendo en varias comunidades españolas (como Extremadura, Valencia, Cataluña, entre otras) con resoluciones diversas. Los reclamos de mejores condiciones laborales y aumentos salariales son las principales demandas, que en el caso de la capital española, su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, no quiere oír, al punto tal de mantener el pulso con los sindicatos

Por donde se las mire, todas son imágenes de una coyuntura donde solo parece primar el deterioro. Desde los salarios, que se ven mermados con una inflación que no se detiene, hasta de la acción política o en la resolución de los conflictos, en una coyuntura a la que Europa no estaba acostumbrada, a pesar de las advertencias que en ese sentido venían realizando algunas organizaciones como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros. Como si todo fuese filtrado por la latinoamericanización, incluso hasta la cordura política y el buen tino de poner la palabra paz sobre la mesa para ver quiénes son los jugadores más notorios de este blackjack geopolítico que se animan a apostar por ella.

Una actualidad que terminó de encontrar su forma con los efectos de la pandemia y la guerra en Ucrania, lista para cumplir el primer año y con un largo futuro por delante, de acuerdo con el análisis de los expertos y las señales que llegan tanto desde Moscú como desde Washington en ese sentido. Un escenario que se vislumbra problemático y de desconocido alcance en una región que ya comienza a sentir los rigores de su dependencia energética con Rusia, mientras está forzada a cumplir con su papel en la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y seguir ahondando el conflicto, mientras que la voz de Lula llamando a una negociación, se parece mucho a un lejano grito en el desierto, de ese animal político decidido a reubicar a su país y a su reconocido internacionalmente, cuerpo diplomático (Itamaraty), en el lugar que su antecesor, Jair Bolsonaro, lo sacó sin miramientos. 

Imágenes, aquella, que se irán repitiendo en tanto la economía no encuentre su cauce para la recuperación y Europa no resetee su rol en el ajedrez internacional, transformado en el último tiempo en una suerte de alfil, listo para sacrificar en el momento menos pensado. Gestos, los de Lula que necesita reproducir no ya para recomponer el contrato social en su país y encorsetar la grieta política que divide a su país. Sino también, para ordenar un poco el vecindario, que como suele ocurrir con una frecuencia histórica que abruma, vuelve a atravesar serias turbulencias.  

Mientras a Lula le vendría bien sumar voluntades, entre sus colegas, en ese sentido, se puede certificar nuevamente que con el reconocido estado de bienestar europeo —que en la segunda mitad del siglo pasado caracterizó a buena parte de Europa—, transformado en un recuerdo hace ya varios lustros, sumido en lo avatares de una economía global contaminada con la inflación y otros males, y con una guerra que lo tiene en el medio de dos gigantes, esas imágenes de esta semana, que certifican la descomposición constante del sueño europeo, de hecho, no nos permiten creer que serán las últimas.

VGB