A pleno rayo de sol, siete ponis dan vuelta tras vuelta amarrados a una estructura metálica de un carrusel por más de ocho horas ininterrumpidas. Sin comer o tomar agua.
El carrusel de siete ponis empieza desde las 4 de la tarde y va terminando entre las 12 y una mañana, dependiendo la afluencia de gente, explicó un trabajador de la Feria Internacional del Caballo en Texcoco.
Por 30 pesos, los niños montan en sus lomos por un tiempo aproximado de cinco minutos.
Durante su descanso, por la mañana, los animales son pateados y tironeados si se resisten a ser amarrados a la estructura o aseados para estar listos para la diversión.
Algunos de los equinos también son paseados por las instalaciones de la Feria para que los visitantes paguen por una foto.
En el Estado de México, no existe alguna ley que prohíba el uso de animales para el entretenimiento. La Ley Protectora de Animales local, cuya última modificación es de 1997, sólo establece que quedan prohibidas las peleas como espectáculo público o privado, con excepción de las corridas de toros; novillos; charreadas y peleas de gallos, las cuales deberán sujetarse a los reglamentos y disposiciones relativas.
No obstante, los Artículos 16 y 18 de la misma sí señalan que a ningún animal se le debe dejar sin alimento y agua por un espacio de tiempo mayor a 8 horas consecutivas, ni podrá ser golpeado, fustigado o espoleado.
La Feria del Caballo incluye muchas prácticas de maltrato animal como corridas de toros, peleas de gallos, jaripeos, exposiciones ganaderas, y los animales son usados para fotos o carruseles, comenta Israel Arrioba Toiber, director de la organización defensora de los derechos de los animales AnimaNaturalis en Texcoco.
Con información de Reforma.
kach