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¿Y ahora cómo cantará? Roban bocina a cantante-carpintero

“Fue en el semáforo del Metrobús, me descuide tantito mientras fui por un refresco; eran las tres de la tarde”, lamenta David

Escrito en METRÓPOLI el

“No se vale, mariachi ¿A poco si te dio la vuelta?”, le preguntaron sus conocidos. Y tuvo que responder que sí, porque así fue. Ayer, a David Mundo, el carpintero que disfrutó de su nueva normalidad como cantante de crucero, un limpia parabrisas le robó su bocina en menos de dos minutos y ahora no tiene con qué cantar. Y no lo dice solo por la falta del aparato, sino por el golpe anímico que eso le significó.

“Me puse mal, mal, mal”, cuenta a La Silla Rota dos semanas después de haber publicado aquí su historia. “Ando bien bajo de pila, no quiero ahorita nada, ni cantar ni nada. Tengo coraje, ganas de llorar. Me acabó, y todo por un refresco”. Con el rostro desencajado y su cubrebocas en la barbilla, don David relata que todo comenzó la semana pasada cuando le llovió sobre mojado.

“Tuve problemas aquí en el crucero de canal de Churubusco y Eje 3 (en la zona oriente de la CDMX) con un muchacho y otro se enojó porque yo les daba la vuelta; es que me ponía a cantar en medio de los coches y la gente luego luego me daba -dice refiriéndose al dinero-. Dicen que el sol sale para todos; pero se enojaron porque a ellos ya no les daban. Entonces agarré y dije, bueno, no hay problema”. 

Por esa razón ayer se cambió al siguiente crucero en canal de Churubusco y Eje 4, donde le robaron. “Fue en el semáforo del Metrobús, me descuide tantito mientras fui por un refresco; eran las tres de la tarde. Y cuando salgo de la tienda veo al chavo que me robó que se da la vuelta con la bocina. Los otros limpia parabrisas creyeron que estaba jugando con él y que se había llevado mi bocina a esconder”.

- ¡No se vale! Les estoy diciendo en buena onda que se las encargaba en lo que iba a la tienda, reclamó.

- ¡Es que creímos que estaban jugando! Y vimos cómo se llevó tu bocina… ¡No inventes! ¿Entonces se la robó? ¿Salió cara?

- Estaba nueva, lamentó el ‘marichi’.

Lo peor de todo es el significado de esa bocina en particular; y cuando habla de ello, es imposible que no se le quiebre la voz y sus ojos luzcan húmedos.

“Esa bocina era un recuerdo, me la había regalado mi hermano” y guarda silencio unos segundos mientras se deshace el nudo que hay en su garganta. “Él está en Estados Unidos, lleva como doce años allá. Pero tuvimos contacto y me vio en un video; me dijo carnal ¡Cantas bien! Te voy a mandar para tu bocina y me mandó dinero. La compre en enero; me dijo cuídala y la cuidaba porque ahí tengo la caja todavía”.

Después del robo alguien le ofreció agua; pero alguien consideró que eso le haría daño y mejor le dieron un pan con un trago de cerveza. “Era tanto mi coraje que estuve dando vueltas y vueltas caminando hasta como las nueve de la noche. Me fui para la Ramos Millán (la colonia adjunta), estaba yo desesperado; y creo que Dios no permitió que viera al ladrón porque si lo hubiera mirado, creo que le hubiera pegado feo”.

“Los chavos del crucero me dicen que lo aceptaron ahí porque empezó a limpiar parabrisas y todos lo veían normal. Y ayer hizo su…” y se guarda la grosería. “Hoy ya no regresó, pero ya me dieron el nombre: se llama Marcos, anda por la zona del metro Puebla. ¡Y todo por confiado! Porque en el otro crucero (dice refiriéndose a dónde La Silla Rota lo conoció) dejaba mi bocina y nunca, nunca, pasó nada. Me sentaba un rato, dejaba mi mochila; nunca me hicieron nada en los meses que estuve ahí”.

“Ayer intenté cantar, pero no puedo… Me gana el sentimiento del coraje porque yo estaba bien. Hasta los amigos me dijeron, pero ¿qué te tuviste que ir para allá? si estabas bien aquí. Siento que la voz no me da porque es muy diferente cantar a capella porque uno abre toda la garganta y me lastimo. Ya lo he hecho”.

Más allá de si don David se lastima o no la garganta, la realidad es que su voz, sin bocina, por más que él grite, se apaga entre los motores de los coches, camiones y motocicletas que atraviesan la zona oriente en esta nueva normalidad. Por eso cuando lo intenta y camina entre los autos esperando una moneda, nadie lo escucha y es como si no estuviera ahí mientras canta “pasaste a mi lado con gran indiferencia… tus ojos ni siquiera voltearon a mirarme…”.

“Le digo, no es lo mismo, no es lo mismo… El micrófono es lo que le ayuda a uno porque no es lo mismo cantar a capella que con un micrófono, que la gente me escuche con la bocina a mí me apoyaba mucho”, dice con la voz y la cara triste. “Además sigo enojado con el que me robó… Y un poco conmigo, por confiado. No le conté a mi hermano porque va a pensar que me pasó por confiado, pero es que así nos criaron a nosotros: crecimos aquí entre el barrio y eso se respeta. Cuando lo sepa me va a regañar. Siento que le falle”, confiesa.

“Por eso le quiero pedir a la gente si me puede apoyar con una bocina para que siga con esto porque me gusta mucho. La bocina costó dos mil pesos… Quien me quiera apoyar aquí voy a estar, siempre estoy aquí en Río Frío y canal Río Churubusco, de 7 a 12 del día más o menos. Sentiría más bonito que alguien juntara el dinero y me entregara la bocina en persona. Y si no, con lo que gusten ayudar… Aquí voy a estar”.