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Vivir sobre grietas, la realidad a tres años del 19S

Los damnificados con casas sobre grietas esperan volver sin miedo a tres años del terremoto que cambió todo

Escrito en METRÓPOLI el

José Ángel Antonio Arellano vive en el conjunto habitacional Oasis, en Iztapalapa. Pero su casa dista de ser un oasis. Desde el 19 de septiembre de 2017, el piso, las paredes y hasta el techo lucen agrietados. Al caminar por la sala, los visitantes sienten una inclinación o un ascenso, según sea el sentido de sus pasos.

Conjunto habitacional Oasis

Afuera, hay un pequeño jardín, en el cual se puede ver una especie de rebanón en el piso, irregular y que emerge de la pared divisoria de su casa con el predio vecino, pero que se sigue sobre su piso y continúa por otras casas aledañas. En la mencionada pared divisoria el hundimiento es tan pronunciado que se formó un hueco que un gato usa como puerta de entrada y de salida.

Otro caso es el de la vecina María del Rocío González García, en la unidad habitacional Ermita Zaragoza, colindante con Oasis. Ella dice que la vida le cambió hace tres años y no sabe si la grieta y el hecho de que casa esté chueca, son peligrosos. El suelo luce roto y una parte parece que se hunde, y cuando llueve se inunda feo, relata.

La pared de una recamara que está enfrente de la entrada a la casa, se ve rota y separada del resto. Ya prepara la mudanza, pues por esa grieta se meten los ratones y teme que alguno de sus hijos enferme a causa de una enfermedad que transmitan dichos animales.

Ambos son casos paradigmáticos, pero no los únicos de una zona cuyas calles están lesionadas, explica a La Silla Rota Elizabeth Montaño, una vecina y activista que acompañó, junto con otros afectados, a La Silla Rota en un recorrido por la zona, cuyo pavimento luce con altibajos de nivel con zonas hundidas, o casas que desde el exterior se nota tienen paredes agrietadas.

César Cravioto, comisionado de la Reconstrucción, informó a La Silla Rota que alrededor de 9 mil viviendas que se encuentran en las zonas de grietas fueron revisadas, de las cuales sólo 300 serán reconstruidas o sus propietarios serán reubicados. Dio a conocer que en los casos de la Unidad Ermita Zaragoza y El Oasis serán rehabilitadas y en muy contados casos habrá reconstrucción. En Molino 25 y Molino 35 sólo habrá rehabilitación.


En su opinión, hay estudios que respaldan que es seguro rehabilitar las viviendas y la población tiene que tener confianza en que sus familias estarán seguras.

SE PUEDE VIVIR AHÍ

El ingeniero Antonio Auvinet, quien forma parte del Comité de Grietas de la Comisión de Reconstrucción, explicó que sólo habrá reconstrucción para los daños muy importantes, los cuales generalmente no son atribuibles a los sismos. En entrevista con La Silla Rota aseguró que algunos daños atribuidos a las grietas en las unidades habitacionales son causados por otros factores, por ejemplo, al levantamiento de un número excesivo de niveles en los edificios, ya que, al ser un suelo blando, sólo debería haber casas unifamiliares de un nivel o dos, y al haber más, se presentan hundimientos.

“No hay que confundir el problema pero hay que tener soluciones”, aclaró a La Silla Rota.

Explicó que el comité, creado durante la actual administración y que vio el problema de las grietas en Xochimilco, Iztapalapa, Milpa Alta y Tláhuac, acordó que en casos limitados se contempla la reubicación de las personas afectadas y ya se dialoga con vecinos.

“En estas unidades generalmente hay unas grietas que han causado daños a edificios y eso requiere una intervención y el Instituto para la Seguridad para la Construcción ha continuado el proyecto de la reparación”.

Cuestionado sobre las dudas planteadas por los vecinos, de que sea una zona segura, el ingeniero egresado de la UNAM y uno de los más prestigiosos en su ramo, fue tajante y respondió que ya no proceden más investigaciones científicas.

“El gobierno gastó mucho dinero en Molino, La Planta, la colonia del Mar. Ya se determinó la causa, ya no es necesario hacer estudios para llegar a lo mismo. Mejor que el dinero disponible se invierta en reparaciones de construcciones y vialidades y en la mitigación de casos donde se pueda hacer, para ser menos sensibles a sismos. En el sismo del 23 de junio no causó nuevas afectaciones”, afirmó.

Dijo que en todo caso esas grietas ahí no se han manifestado, y la política es atender las grietas que sí lo han hecho. El ingeniero reiteró que en Molino 25 se ha dado una especial atención y se concluyó que lo que causó el desplomo fue el tipo de construcción, pero a pesar de eso, sí se les va a atender.

“Existe la idea de que hay grietas y aumenta el temor de ciertas construcciones donde las grietas no se han manifestado. De acuerdo con nuestros estudios, esas grietas existen, pero si no se han manifestado no representan ningún peligro y las que se han manifestado son menores. No se puede hacer un estudio para ver si hay grietas o no en toda la ciudad”.

Sobre la recimentación explicó que se justifica para edificios no muy dañados pero con un desplomo importante. En este caso existen varias técnicas, puede usarse la subexcavación, para enderezar el edificio, cuando desplomo es mayor a 1.5 por ciento.  En otros casos, se puede vivir con el problema, como se hace en muchas partes de la ciudad, de hacer mediciones y estar pendientes”.

Auvinet recordó que no sólo en Iztapalapa se presentan hundimientos, también ocurren en el centro, como se ve con edificios históricos. El gobierno da seguimiento y cuenta con una base de datos fotográfica y va viendo la evolución de grietas.

“Ya no queremos que nos agarren por sorpresa. Es un peligro muy molesto para los vecinos, puede representar daños económicos, pero no ha afectado la seguridad física, salvo unos accidentes que surgieron en otro momento”. 

En el caso de Ermita Zaragoza, las conclusiones son semejantes.

PISO ROTO

La señora Rosa María Mata Arroyo vive en dos lados: uno, donde actualmente renta, y otro en su deteriorada casa, donde no puede quedarse por los daños que tiene, pero que tampoco puede abandonar porque teme que alguien se le meta a su propiedad. Muestra los daños: grietas en casi todas las paredes, en el piso e incluso la tubería del agua se debe cambiar a cada rato, porque debido al hundimiento que se manifestó por el sismo, se rompe a cada rato.

Durante 43 años, nunca supo que vivía sobre una grieta. Ha pedido ayuda a la Comisión de Reconstrucción, donde le han respondido que podría ser rehabilitada, pero ella cree que debería ser reconstruida.

La Unidad Habitacional Ermita Zaragoza y Oasis no son las únicas zonas de Iztapalapa afectadas por una grieta. Al otro extremo de la alcaldía, a unos pasos de Tláhuac, en la colonia La Planta, está la unidad habitacional conocida como Molino 25.

DEPARTAMENTOS VACÍOS

Es martes. Un tianguis instalado afuera de los 132 departamentos de Molino 25 recibe a los visitantes. Al entrar se nota una zona de interés social, edificios de tres pisos, un departamento en cada uno. Desde la zona del estacionamiento parece una unidad habitacional más, con autos viejos estacionados, un altar a la virgen y algunas plantas silvestres que crecen desmesuradamente en época de lluvias. Pero al dar la vuelta, el panorama cambia. Las bases de los edificios se notan resquebrajadas, algo sumidas, y un pasillo de baldosas que fue sustituido meses después del sismo se ve chueco y otros se notan más hundidos que otros.

Al acercarse a los departamentos, se ve que algunos, principalmente los de los primeros pisos, están vacíos. Quienes vivían ahí hasta el 19 de septiembre de 2017, prefirieron dejarlos, ante la duda de si eran seguros.

Es una lástima que haya venido cuando hay tianguis, hubiera visto el desnivel, comentan las vecinas Ernestina Pacheco y Angelina Calderón. Pero el tianguis sólo tapa parcialmente el desnivel, que es de tal tamaño que hay que subirlo como una rampa. Una especie de tope que hace que otras calles también tengan fracturas, y una bifurcación se dirige a Molino 35, otra unidad habitacional que también presenta hundimientos y pisos rotos, luego del sismo del 19S.

Alberto Alfaro Gudiño tiene 29 años de vivir en Molino 36, unidad habitacional que se encuentra a unos pasos de Molino 25. Muestra un socavón en el piso que divide a un par de edificios. Ahí un grupo de trabajadores metió una varilla de 6 metros, la cual no tocó fondo, dice sin inmutarse. Las escaleras de algunos edificios fueron sustituidas, porque con el temblor se dañaron. Afirma que la Comisión de Reconstrucción revisó el predio e informó a los vecinos que harán una rehabilitación, que sólo será en los primeros pisos y que segundos y terceros pisos seguirán iguales.

Hay vecinos que nunca dejaron los departamentos del primer piso. Alfaro Gudiño se pregunta cómo le harán, si será con ellos presentes. Siente que no es algo seguro. El agua se trasmina y además tiembla a cada rato.

3 AÑOS FUERA DE CASA

Ernestina Pacheco Beltrán es una de las vecinas en esa situación. Acompaña a La Silla Rota y abre la reja que da a su departamento, en el primer piso. Se nota con algunas grietas que son como rayas gruesas y caprichosas. Pero muestra el departamento de otro vecino, también en la planta baja, y ahí se ven las paredes más dañadas, como rasgadas.

El abandono hace que el ambiente del pasillo común sea casi irrespirable, entre el polvo acumulado y las heces de gato que parecer ser los únicos cómodos en esa construcción con una inclinación que al caminar es perceptible.

Ella y Angelina Calderón Hernández -otra vecina que también dejó su departamento por el miedo a que por la grieta se hunda más el edificio- dicen que al inicio les prometieron que habría una reconstrucción, pero luego de estudios hechos a cargo de la Comisión de la Reconstrucción, de la mano con el Instituto para la Seguridad de las Construcciones, les dijeron que será una rehabilitación, es decir que les pondrán algo para estabilizar la construcción y evitar que  continúe su hundimiento.

 

Pero eso aún no inicia y ellas ya están desesperadas, pues este 19 de septiembre cumplen tres años fuera de su departamento. Temen que la rehabilitación sea como una pared de contención colocada frente a sus departamentos, que comenzó a hundirse, como parte de la grieta. Ellas sienten que eso no les dará certidumbre de regresar y preferirían la reconstrucción.

HUNDIMIENTOS Y GRIETAS SEGUIRÁN

El investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, Sergio Alcocer, pronosticó a La Silla Rota que las grietas y hundimientos seguirán en la Ciudad de México, debido a dos factores: el tipo de suelo y la extracción del agua.

“Son parte de un fenómeno natural, producto del hundimiento de la ciudad, por la explotación de los mantos acuíferos. Y conforme se hunde la ciudad en terreno blando, entra en contacto con el más firme como es el Valle de México y se producen estas grietas producto de este hundimiento, de la presencia abajo de zonas de terreno más duro que hacen este agrietamiento”, explicó.

“Las grietas tienen unos metros de profundidad, son grietas que se van a seguir abriendo conforme se siga hundiendo la ciudad y conforme se extrae el agua y ocurren los temblores, entonces lo que se hace es evitar construir sobre las mismas porque se van a seguir abriendo”.

Alcocer, quien ha colaborado con el Centro Nacional de Prevención de Desastres, dijo que hay técnicas para evitar que las grietas hagan daño a las construcciones. Las que están abiertas se pueden rellenar, tratar para que no se abran en próximos eventos, pero siempre está la duda de que se puedan abrir durante su tratamiento.

“Se han diseñado soluciones ingenieriles sobre todo en cimentación para que en caso de que haya una, la cimentación pueda servir como puente, puentea las grietas y aun cuando se forme la grieta la estructura pueda permanecer sin algún daño importante, esto requiere cimentaciones robustas de concreto bien armado para que si se forma abajo la estructura no sufra daño”.

TÉCNICAS PARA DETECTARLAS

Alcocer, quien también coordina el Comité Científico Asesor para la reconstrucción, aclaró que las grietas no se presentan en toda la ciudad, sino es en aquellas zonas donde los terrenos blandos comienzan a ser más duros, y existen técnicas de ingeniería para detectarlas, si no para evitarlas, sí evitar que crezcan.

-¿Siempre se ha conocido?

-No, es un fenómeno relativamente reciente; en los años, 30, 40, 50 cuando empezó la extracción del agua, no se presentaban grietas porque aún no llegaban los terrenos a hundirse lo suficiente como para que afloraran además en zonas pobladas, no había poblamiento en esas zonas. Conforme ha crecido la ciudad, ya hay una interacción entre suelos blandos y duros en la periferia del lago es cuando empiezan a notarse más. Primero porque el hundimiento se ha acumulado y porque ya vive gente en esas zonas y si había grietas nadie se daba cuenta porque nadie vivía ahí.

-¿En algunas casas inclinadas, en las que se sentía desnivel o rotas, se recomienda reconstruir?

-Si es una vivienda de un piso de 2 metros y medio con inclinación es de 2 o 3 centímetros es el límite que se acepta para el reglamento; podría ser hasta el doble, 5 centímetros. Más allá de eso sí se recomendaría que se demuela y se reubique en otro lado.

“Aunque en un mismo predio si se recorre sobre el predio, si tiene la suerte que la grieta pase a un costado es cosa de recorrer la construcción a un lado, con una distribución distinta y dejando que la grieta se mueva libremente. Son fenómenos tan grandes que la única forma de evitarlo sería que dejáramos de extraer agua del subsuelo, es deseable pero mientras ocurra, hay que resolverlos problemas así.

“Alertar a la población de que son fenómenos que ocurren y por eso el Valle de México tiene varios riesgos; es importante conocer riesgos en los que está sujeta nuestra vivienda o donde trabajamos, con base en eso tomar decisiones. No vive uno donde quisiera, uno quisiera hacerlo donde no tiembla, lloviera; no se puede  y a la población afectada hay que hacerle ver que se tiene que buscar soluciones, que ellos no tienen la culpa,  tener paciencia y buscar soluciones a población de tamaño importante.

HISTORIA TURBIA

Parte del coraje que tienen Calderón Hernández y Pacheco Beltrán es que la unidad habitacional en donde tienen su departamento no fue autoconstruida, ni es algún campamento de invasores o paracaidistas, sino que fue edificada por el Infonavit, institución que nunca les avisó que hubiera alguna grieta.

Ambas ya habían terminado de pagar su casa. Pero curiosamente, luego del sismo, a quienes no habían terminado de pagar, el Infonavit les ofreció facilidades y descuentos a quienes aún no concluían de hacerlo para terminar más pronto, lo que se les hizo sospechoso a las vecinas.

Alfaro Gudiño, quien vivía en la colonia desde antes de que fuera construida la unidad, recuerda que cuando iniciaron las obras, él denunció que era un terreno irregular y que había socavones. Pero eso le costó ser llevado al ministerio público. Otros vecinos también hicieron denuncias, pero para acallarlos, la constructora cedió un terreno que pertenecería a la unidad, y ofrecieron poner juegos infantiles, con los que acallaron las críticas. Los juegos infantiles aún están a un lado de la unidad.

Por cierto, cuando las vecinas quisieron saber el nombre de la constructora, les dijeron que ya no existía.

También pidieron información al el Centro nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) sobre el predio de la unidad, y les respondió con base en el Atlas nacional de Riesgo.

“Resultando que el que señala como su domicilio, se encuentra de 5 a 8 metros de la zona de fracturamiento y presenta Alta vulnerabilidad física al fracturamiento”, de acuerdo con el oficio E==-DF2196, con fecha 3 de diciembre de 2019.

CASA NUEVA Y ÁRBOL ENFRENTE

En la Unidad Habitacional Ermita Zaragoza también hay construcciones ya demolidas donde casas que resultaron afectadas por el sismo esperan la reconstrucción, o incluso casas levantadas para un damnificado. Una de ellas se ubica en el andador José María Bustamante, en la manzana 7, lote 10, primera sección de la unidad.

Es nueva. Está pintada de blanco con toques rosas alrededor de la ventana y de la entrada. Pero lo que más destaca es un árbol, a menos de un metro de la puerta.

“¿Cómo pueden pasar con un árbol frente a la puerta de su casa? ¿Cómo van a meter sus muebles si este árbol lo debieron quitar desde el principio? Es muy bonito pero no es funcional para la casa. El día que Dios no lo quiera alguien perezca, por dónde sacan un ataúd, ¿por dónde meten una sala?”, pregunta la señora Eli.

No es el único defecto. La entregaron sin medidor de agua, y hay además una fuga de agua que se filtra a la casa vecina. La ventana deja traslucir que en el piso interior hay un charco, un día después de un aguacero. También se observa una cocina minúscula, donde apenas cabe una estufa.

Los vecinos de al lado tienen su pared colindante con manchas de humedad, que están presentes hasta el fondo de la construcción. También se quejan de que cuando se estaba construyendo, una piedra salió volando, y aunque no lastimó a nadie, cayó sobre la lavadora y la dejó inservible. Aunque reclamaron a un ingeniero, su respuesta fue que le daban 200 pesos, pero eso para qué sirve, dice la señora María Elena Quevedo.

(Sharira Abundez)