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Vivir de la basura: voluntarios de limpia que carecen de sueldo y derechos

Aunque algunas alcaldías no reconocen a sus miles de voluntarios, cada día salen a trabajar y colaboran para la recolección de las 12 mil 700 toneladas de basura

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Escrito en METRÓPOLI el

María del Rosario Villa García cada mañana sale a limpiar un tramo de la avenida La Montada, en Cuautepec. Lo hace sin sueldo ni prestaciones. No usa uniforme porque no tiene y nadie se lo da, y la ropa que emplea es la de diario, con lo que se expone, al no portar la ropa colorida hecha para que los automovilistas vean a los barrenderos. Tampoco se protege con zapatos de casquillo, ni guantes para cuidar sus manos de vidrios, laminas o agujas que se esconden entre las bolsas de basura.

Es 14 de enero de 2021. Son las 7:10 de la mañana, el sol apenas comienza a asomarse y el frío invernal se siente aún más en esa zona montañosa de la capital. Pero ella está acostumbrada y no lleva chamarra o suéter, sólo una camisa, un chaleco y un pantalón de mezclilla. Cerca de donde trabaja, camiones de transporte público concesionado pasan rápido, a unos centímetros de ella.

Aunque tiene un carrito que ella misma empuja, es adaptado, con las llantitas blancas, de plástico liso y no de caucho, lo que hace más difícil controlarlo en las bajadas o cuando el piso está mojado, y los residuos se mojan y pesan más. Los botes donde deposita la basura no son de metal, sino de plástico, como los que se usan para almacenar agua. Ella misma debió comprarlos, así como las llantas. La razón es que es voluntaria del servicio de limpia.

Vive de las propinas que le dan los vecinos y de lo que “chacharea” de la basura, o sea de lo que recolecta y que puede venderse como material reciclable.

Su labor se ha vuelto más complicada durante la pandemia, porque las personas no separan la basura infectada. Debido a su condición diabética, en estos últimos meses decidió trabajar sólo cada tercer día, para no exponerse. Lo malo para ella es que cuando no trabaja, no obtiene ingresos.

El cubrebocas que porta no se lo dieron las autoridades de la Ciudad de México o de la alcaldía, sino el activista Martín Hernández Torres.

SIN SALARIO NI PRESTACIONES

Rosario es una de las miles de voluntarias y voluntarios que hay en la Ciudad de México, que ayudan a recoger las 12 mil 700 toneladas diarias de residuos sólidos generados diariamente, de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente.

Pese a su actividad, y a que vive en la capital , llamada por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, “una ciudad innovadora y con derechos”, María del Rosario no cuenta con prestaciones, ni seguridad social. Las autoridades de la alcaldía Gustavo A. Madero, mediante una solicitud de trasparencia enviada el año pasado, fueron consultadas sobre el número de voluntarios que, como Rosario, trabajan en la demarcación. La respuesta fue que no hay trabajadores bajo esa categoría.

“Al respecto me permito comunicarle que esta alcaldía no cuenta con voluntarios”, respondió al área de transparencia la directora general de Servicios Urbanos de la GAM, Ligia Ileana Moulinie Adame.

“En la alcaldía de Gustavo A. Madero no se cuenta con personal voluntario que preste sus servicios en el área de barrido manual”, respondió por su parte el subdirector Antonio Enrique Ramírez Cabrera.

NIEGAN EXISTENCIA DE VOLUNTARIOS

Algunas de las otras alcaldías también niegan la existencia de trabajadores voluntarios, pese a que ahí están, que viven de lo que recogen y seleccionan, y que sin sueldo ayudan a sus compañeros basificados y de nómina 8 en la recolección de basura.

De acuerdo con solicitudes de información, sólo Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco reconocen tener personas voluntarias, con 51, 15, 25, 129 y 80, respectivamente. En total 300, pero de acuerdo con expertos, en realidad son miles.

El resto de las alcaldías, Benito Juárez, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Miguel Hidalgo y Milpa Alta niegan tener trabajadores voluntarios en el barrido y recolección de la basura, e incluso algunos contestaron que está prohibido tenerlos, como es el caso de la Miguel Hidalgo, que citó el artículo 36 de la Ley de Residuos Sólidos del Distrito Federal.

“En lo que refiere al servicio público de limpia a cargo de las Delegaciones, particularmente en el barrido manual y recolección domiciliaria y en el entendido de lo dispuesto en el artículo 36 de esta Ley, queda absolutamente prohibido a terceros bajo cualquier figura, agrupación, organización, razón social o a título individual y que no estén debidamente registrados y autorizados ante la Secretaría que presten, ofrezcan y ejecuten cualquier acción o actividad relacionada con el servicio público de limpia, toda vez que este, corresponde única y exclusivamente a las autoridades competentes de la Administración Pública del Distrito Federal, a través de los lineamientos y organización que se tiene para el manejo integral de los residuos sólidos urbanos, la recolección selectiva y todas aquellas medidas y coordinación que sostienen los trabajadores de limpia con las autoridades. La contravención a este artículo será sancionada conforme a lo previsto en esta Ley, y en los ordenamientos aplicables vigentes”.

La alcaldía Venustiano Carranza no da el número de trabajadores, y en cambio manda a una página cuyo enlace está roto.

SON MILES

Por su parte, la sección 1 del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México, en su página de internet informa que son 10 mil trabajadores voluntarios.

El sociólogo Héctor Castillo Berthier, experto en el tema, afirma que el número podría ascender a entre 40 mil y 60 mil personas. Considera que para las autoridades es más fácil negarlos, porque reconocerlos implicaría pagarles, lo que en términos económicos se convertiría en un problema.

Por su parte Jorge Sánchez, experto en el manejo de Basura y presidente de la Federación Mexicana de Ingeniería Sanitaria y Ciencias Ambientales (Femisca), explica que tanto a autoridades como a alcaldías les conviene el trabajo de los voluntarios.

“Al sindicato, porque le conviene que esta situación permanezca y a las autoridades de las alcaldías porque tienen una fuerza laboral que no se cubre, que no se paga”.

Sánchez resalta la labor de los voluntarios y de los empresarios informales que compran los materiales para reciclar, y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha reconocido su actividad, como fundamental en los servicios públicos.

LA RECOMENDACIÓN

Desde el 2016 la Comisión de Derechos Humanos del entonces Distrito Federal emitió la recomendación 7/2016, por el caso de omisión en el sistema de recolección, separación y destino final de residuos sólidos urbanos en la Ciudad, así como la generación de condiciones para el trabajo digno de las personas que realizan esas actividades.

En el caso de los voluntarios, la comisión recomendó a las autoridades de las 16 alcaldías otorgarles derechos, luego de documentar que trabajan sin salario ni prestación alguna y que deben conseguir sus insumos para trabajar.

“No obstante ello, las autoridades delegacionales les asignan un horario y un tramo (calle) o unidad vehicular donde prestan los servicios de limpia”.

En la Relatoría de Hechos la Comisión documenta que cuando se accidentan no tienen algún apoyo para curarse, por lo que solventan sus gastos con las propinas que las personas les dan.

También destaca que por la particularidad del servicio que prestan los voluntarios, se desvirtúa su tarea.

“La ganancia de las personas trabajadoras voluntarias está sujeta a las gratificaciones y a la cantidad de materiales que acopian para su venta, así como el precio de venta que establezca el contacto con el comprador. Estas particularidades, asociadas a la carencia de seguridad jurídica en el empleo, colocan en un dilema ético a la persona trabajadora voluntaria, al pepenador o al selector informal, que no sólo está prestando un servicio básico e indispensable para que las personas en general puedan acceder a un nivel adecuado y a tener una calidad de vida óptima, sino que comienzan a priorizar la recolección en sitios ‘rentables’ y a brindar servicio a las personas que mejor pagan, desvirtuando con ello el propósito de ofrecer un servicio público, que corresponde a las delegaciones y al Estado.

“Para esta comisión es indispensable que el gobierno de la Ciudad de México establezca medidas afirmativas que permitan mejorar las condiciones de las personas trabajadoras voluntarias o selectoras informales que hacen posible el servicio público de limpia”.

A TI NO TE PUEDO AYUDAR

Pese a esa recomendación, la situación no ha cambiado. El caso de Jesús Garza Guzmán es una muestra de ello. Tanto él como su esposa María Concepción Rosano Guevara tienen 25 años en esa actividad. En 2018 tuvo la esperanza de que se les basificara, luego de que el anterior jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, prometió en 2017 que habría bases para trabajadores de limpia. Pero en su caso no ocurrió.

“Por cuestiones políticas, que no le entras al refresco, porque no eres mi compadre, porque no estuviste en el reclusorio no te puedo echar la mano”, explica junto a su carrito, poco antes de que salga el sol, en la avenida La Brecha, también en Cuautepec.

A diferencia de Rosario, Jesús sí lleva la parte de arriba del uniforme de limpia. Pero no fue gracias a una prestación de alguna autoridad. Lo consiguió porque un trabajador basificado se lo vendió por 80 pesos. Sus zapatos son como de un estudiante, sin bolear y arrugados y sin casquillo.

Recuerda que una vez le mencionó al jefe de la zona si le podían dar un uniforme y éste le respondió que por ser voluntario no tenía derecho a recibirlo.

“Mi responsabilidad es con los de base y los de nómina 8, a ti no te puedo ayudar porque no te di el trabajo aquí”, fue la agria respuesta que recibió. Incluso, se han reído de él cuando ha pedido un contrato, y le dicen que por su edad, 61 años, ya no se lo van a dar.

Aunque los responsables de zona no quieren estar a cargo de trabajadores voluntarios, tampoco los pueden quitar, porque su labor complementa la que hacen los basificados.

Jesús explica cómo sobrevive.

“Con lo que nos regala la comunidad, damos servicio de banqueta. Tiran la basura y con la propina nos sostenemos para las enfermedades, los accidentes, para ayudar a mi esposa, mis hijos y hasta para mi servicio personal. La separación es otra entradita. De la Gustavo A. Madero nadie nos paga, fuimos a ver a (el alcalde Francisco) Chiguil, y dijo ‘déjeme ver qué podemos hacer por usted’”.

Pero no ha pasado nada.

TODO ES UNA CADENITA

Un caso más es el de Gregoria Lucio, quien trabaja de 7am a 1pm como voluntaria. Pasa a empresas, fondas y a casas a recoger basura. Aunque algunos le dan propina, no le alcanza para sus gastos. No recibe sueldo ni del gobierno de la ciudad, ni de la alcaldía Iztapalapa, que es donde trabaja.

Es más, la alcaldía ni siquiera reconoce que ella trabaja ahí, ya que de acuerdo con una solicitud de información sobre el número de trabajadores voluntarios que hay en Iztapalapa, que se beneficia del trabajo de personas como Gregoria, la respuesta fue que ahí no hay ninguno.

Gregoria añade que, para completar sus ingresos, de la basura que recibe, debe reciclar material como el pet, el metal y el papel, el cual vende. Pero para juntar una cantidad considerable, debe esperar unos 20 días.

Se queja de que el material cada vez está peor pagado.

-El cartón bajó, está muy mal pagado. El PET está mejor pagado, pero para juntarlo cuesta trabajo. El papel, ya no sale como antes -dice.

Ella misma debe hacer unos pagos para vaciar sus botes. Al ser voluntaria, para que su basura se la lleve el operador del camión, debe darle 70 pesos. Entiende que es parte de un engranaje no visible pero necesario para la recolección, ya que el que maneja el camión carece de personal suficiente para recoger las toneladas de basura que transportan, y si bien algunos de sus acompañantes sí tienen un salario, no todos están en esa situación, por lo que quienes llevan la basura como Gregoria deben pagarles para que les acepten vaciar sus carritos ahí.

-Todo es una cadenita -compara.

Gregoria está expuesta a lastimarse, con vidrios que van ocultos entre las bolsas de basura, con agujas dispersas entre otros materiales peligrosos, y en el 2020, el año de la covid-19, con el riesgo de recibir basura infectada.

“Trabajo con guantes, pero no falta que se salga un vidrio y uno se corte. En caso de un accidente yo cubro mis gastos, en el centro de salud o me lavo en mi casa, solo son cortadas", relata y agrega que no ha pasado de eso, para su fortuna.

En materia económica también se ha visto afectada, debido al coronavirus. Las fonditas le pagaban bien por llevarse su basura, pero con menos ventas y el cierre de algunas, así como de unas empresas, sus ingresos han bajado.

Lo que no bajó fueron los 200 pesos al mes que debe pagar en una bodega para que le guarden el material que recicla en sus recorridos por las calles de Iztapalapa.

Reconoce que sí le da ilusión algún día tener su propio sueldo.

-Sí me gustaría tener un sueldo, me cansaría menos. Ojalá nos ayuden un poco más -pide.

ELLOS NO TIENEN NADA

Tania Espinosa, de la organización Wiego (Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando, por sus siglas en inglés) explica cómo funciona el servicio público de limpieza en la ciudad de México.

“Desde que yo tengo memoria al servicio público de limpieza en la ciudad se le incorporan personas que normalmente son familiares de otro trabajador voluntario o contratado de limpia, a los cuales se les da un tramo de barrido, los carritos o ruta de recolección en un camión y hacen el mismo trabajo que hace un barrendero contratado o peón o machetero contratado, pero carecen de contrato y seguridad social y prestaciones”.

El escalafón de los trabajadores de Limpia es el siguiente: en la cima de la pirámide están los basificados, que tienen contrato, seguridad social y prestaciones como seguro de infecto riesgo, por el peligro que corren por el tipo de trabajo que hacen, añade.

“Tan lo sabe el gobierno que tienen esa prestación”, precisa Espinosa.

Luego le siguen los trabajadores de Nómina 8 con contrato eventual anual que tienen una que otra prestación, con seguridad social, unos vales que se les dan de manera anual, y los servicios funerarios, pero no gozan del seguro de infecto riesgo, pese a que sí han peleado porque se los den, añade la experta.

Luego siguen los voluntarios.

“Ellos no tienen nada”.

Los tres niveles hacen el mismo trabajo, con la diferencia de que solo algunos tienen la suerte para poder tener una mejor situación y los otros son vulnerables.

A la fecha no hay un censo o número de voluntarios.

RECOMENDACIÓN PARCIALMENTE ACATADA

Hasta el 20 de diciembre de 2021, la recomendación 7/2016 de la CDHCM había sido parcialmente acatada, de acuerdo con la propia comisión.

Titulada “Omisiones en el sistema de recolección, separación y destino final de residuos sólidos urbanos en la Ciudad de México, así como en la generación de condiciones para el trabajo digno de las personas que realizan esas actividades”, fue emitida el 14 de julio de 2016, dirigida a 20 autoridades: las 16 Jefaturas Delegacionales (hoy alcaldías); las secretarías de Medio Ambiente; Obras y Servicios; Finanzas; y Trabajo y Fomento al Empleo.

El órgano de defensa de Derechos Humanos informó el 15 de diciembre pasado a La Silla Rota que en cuanto a la situación de los voluntarios de limpia, se recomendó la elaboración de un diagnóstico de necesidades de equipamiento de los campamentos de limpia. También se recomendó elaborar un censo por demarcación política; brindarles información sobre la posibilidad de autoemplearse; darles capacitación para el autoempleo; y apoyar a los que así lo quisieran, para la constitución de cooperativas.

De los 224 puntos, 176 fueron aceptados, de los cuales 141 están sujetos a seguimiento, 30 fueron concluidos por cumplimiento y 5 por falta de materia; en tanto que 48 puntos no fueron aceptados.

Respecto a las medidas para los voluntarios de limpia, lo siguiente es lo acatado:

-Las alcaldías en Azcapotzalco, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza realizaron censos de personas voluntarias en labores de limpia y el censo de las necesidades materiales en los campamentos de limpia. Cabe señalar que, la alcaldía Xochimilco a pesar de no haber aceptado el punto recomendatorio, también elaboró el censo de voluntarios.

-En cuanto a las acciones de información, capacitación y ayuda para la conformación de cooperativas, las alcaldías han informado que los cambios en las reglas de operación impiden ese tipo de medidas. En el caso de Azcapotzalco, los puntos vinculados con tales acciones fueron concluidos por quedar sin materia debido a que informó que las personas que realizaban de manera voluntaria el trabajo de limpia en esa demarcación fueron contratadas bajo el esquema laboral denominado Nómina 8.

SIGUEN IGUAL

Al respecto, Espinosa dice que las alcaldías proporcionan información disímbola, y algunas dicen tener voluntarios y otras niegan tener a alguno en la demarcación. 

“La autoridad niega haya relación laboral con ellos, y otras veces que si se atreven a decir no es un número exacto, carecen de conteo y los trabajadores quedan en estado de vulnerabilidad, es como si no existieran”.

Destaca que con la recomendación de la CDHDF de que hay violación al derecho al trabajo, la integridad, ya es una gran herramienta.

“Vamos a reivindicar a trabajadores y reconocerles sus derechos, no es que nadie lo haya dicho. Un órgano ya documentó las condiciones como trabajan, pero no ha cambiado, siguen igual”, afirma Tania Espinosa. 

RECIBEN DÁDIVAS

La Silla Rota presentó una serie de solicitudes de información a cada una de las 16 alcaldías, para conocer con cuántos voluntarios de barrido contaban. Otra solicitud fue saber cuánto se les paga, si tienen prestación y en caso de que pertenezcan a alguna organización, cuál es, así como cuál es la aportación de su trabajo para la alcaldía.

Las respuestas fueron muy diferentes.

Álvaro Obregón respondió que cuenta con 51 trabajadores, 38 hombres y 13 mujeres. No obstante reconocer que su aportación consiste en brindar el servicio de barrido manual a la comunidad, mejorando la imagen urbana, evitando que los residuos tapen las coladeras y evitar los tiraderos clandestinos, agregó que no están contratados. “Se trata de personas que prestan sus servicios de manera voluntaria a la comunidad, por ende su pago consiste en la aportación que les brinda la ciudadanía”.

Cuajimalpa informó tener sólo 15, 10 hombres y 5 mujeres, de entre 16 y 40 años, que se mantienen de las propinas y sin sueldo.

El área de transparencia de Tláhuac aseguró que en la demarcación solo hay 25 trabajadores, 17 hombres y 8 mujeres, de entre 18 a 30 años, sin salario, prestación o pertenencia a alguna organización.

Tlalpan es la alcaldía que reporta más trabajadores, 129, de los cuales 106 son hombres y 23 mujeres. Aclara que el número de trabajadores es inestable. “Barren calles y avenidas”. Se carece de cifras de cuánto es lo que recolectan de basura.

Xochimilco suma 80 voluntarios, 70 hombres y 10 mujeres. No perciben salario. “Sólo reciben dádivas de la comunidad”.

El resto de las alcaldías no ofrece datos.

LAS QUE NO TIENEN VOLUNTARIOS

Azcapotzalco contestó que el servicio público de limpia no tiene personas de manera voluntaria que presten su servicio. Benito Juárez respondió que se hace el servicio con personal sindicalizado y de nómina 8. Cuauhtémoc por su parte aseguró que no obra registro de voluntarios. Gustavo A. Madero afirmó que no tiene voluntarios en barrido manual. Iztacalco informó que no se localizó la denominación “voluntario”.

La alcaldía más poblada, Iztapalapa contestó que carece de ellos. Magdalena Contreras no contestó. Miguel Hidalgo informó que no se cuenta con los datos requeridos y recordó que el artículo 36 bis de la Ley de Residuos Sólidos prohíbe tener bajo cualquier figura que ofrezca servicios de limpia. “Se entiende que la figura de voluntario está prohibida”.

La respuesta de Venustiano Carranza fue el envío de una página de consulta, que al ser abierta resulta ser un enlace roto.

SIN CAMBIOS A LO LARGO DE LOS AÑOS

Héctor Castillo Berthier es un sociólogo legendario. Para conseguir su maestría e investigar las condiciones de vida de los trabajadores de limpia, él mismo se metió como trabajador. Recuerda que estuvo en un camión y también fue voluntario. Conoce las entrañas del sistema. A pesar de que realizó su investigación en los 80, considera que la situación no ha cambiado.

Explica que se trata de un tema histórico, que surge desde que inicia el servicio de limpia. Tiene que ver con los altísimos niveles de informalidad del servicio de recolección y no es nuevo.

“Si nos fuéramos a la historia los viejos pepenadores también eran voluntarios, nunca estuvieron registrados o agrupados bajo una institución oficial, siempre eran voluntarios. El problema de la informalidad es histórico, continúa y no importa que vengan recomendaciones, sugerencias, proyectos de reciclaje inclusivo, esto se sigue reproduciendo de manera habitual y existe alrededor de toda la ciudad”, remarca.

“Cuando me tocó participar como trabajador entré como subcontratado o barrendero con contratos de 28 días para que no tuvieran que pagarme el Seguro Social, prestaciones o aguinaldo. Así se contrataba a mucha gente en ese tiempo. Después, cuando estuve de machetero en el camión, tenía que renunciar a esa plaza, volverme voluntario y entonces el ingreso era de lo que podíamos pepenar, lo que nos dieran de propina, lo que pudiéramos sacar arriba del camión y esto se reproducía con toda la gente”.

UN EJÉRCITO

A pregunta expresa, dice que los voluntarios son de los trabajadores más castigados. Son miles los que trabajan en esas condiciones y esa es una de las razones por las que no son reconocidos.

“No es fácil, no es ‘regístrense e incorpórense’ y cómo van a pagarle salarios a muchísima gente informal. Si pensamos en los trabajadores informales, los choferes, macheteros, cabos que andan en los camiones recogiendo basura, estamos hablando de unos 25 mil organizados, sindicalizados en la sección 1 del SUTGCM.

“¿Cuántos informales existen? En cálculos generales son como el doble, 40 mil repartidos en todo el valle de México, en todas las actividades de recolecciones, pepenadores ambulantes, los que están dedicados a trabajar con la basura. Si contáramos la gente que trabaja en la basura, unos 60 mil 65 mil en la ciudad y si a estos trabajadores le sumas sus familias, a lo mejor hablas de unas 250 mil que viven diariamente del manejo de la familia. Si tiene una dimensión importante, a lo mejor eso hace que autoridades tomen con cautela el asunto”.

Algo similar a un ejército, pero invisibilizado.

LOS DUEÑOS DE LA BASURA

Castillo Berthier explica por qué hay disputas por algunos tramos. Cada alcaldía tiene un número determinado de rutas de recolección, 30, 35, 40, con un recorrido establecido y en cada uno puede haber distintos tipos de basura, como la domiciliaria, de las cajas, departamentos, que es de la gente corriente, y la de los negocios, los pequeños, medianos y grandes.

“Los negocios se conocen en el medio como fincas. Cada ruta tiene fincas y garantizan una renta específica para el chofer, el machetero, los ayudantes y los macheteros voluntarios, nada más para recoger la basura y ahí es un mecanismo tradicional que ha quedado en manos de los recolectores. No está organizado, y aunque sí hay empresas que tienen servicios especialmente para eso, en la mayoría no. Son propinas de 50 a 100, 200, hasta mil pesos que van a pagar la semana, entonces hay un negocio que casi siempre ha estado en manos de los pobres, de los recolectores y pepenadores y ellos han sido los dueños de la basura.

“Entonces con el proceso de modernización, el cierre de tiraderos a cielo abierto y la apertura de rellenos sanitarios y nuevas estrategias de termovalorización, esta basura está comenzando a dejar de ser de los pobres para empezar a pertenecer a los ricos, para empresas que la puedan usar de otra forma, ya sea para generar energía eléctrica, hacer un reciclaje mayor, tener más composta y es un pleito de los pobres, pepenadores que siempre han manejado la basura y dicen ‘nos la quieren quitar’”.

ESTÁN EN LA CONSTITUCIÓN

Martín Hernández Torres, de la organización Trabajadores Recolectores del Medio Ambiente (Trecma), quien lucha por basificar a voluntarios de limpia y a los que lo fueron y están en nómina 8, recordó que el anterior jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera prometió en septiembre de 2017 basificar a 10 mil personas en esa situación, y al final de su administración, en febrero de 2018, antes de que se fuera en pos de su candidatura al Senado, anunció la medida, pero de las personas beneficiadas, unas 4 mil eran aviadores.

Afirma que recomendados, amigos y hasta amantes ocupan esos lugares, mientras que hay voluntarios que llevan hasta 30 años en espera de su basificación. Otros muchos de los contratados eran de nómina 8, pero de los voluntarios no conoce casos, y tampoco hay transparencia al respecto.

Él mismo fue voluntario, cuando era niño. Explica lo difícil que es trabajar sin salario, en el servicio de limpia.

“Se batalla mucho de voluntario porque tienen que pagar lo mismo que a uno de base, al camión tienen que pagarle la vaciada, entrarle con el jefe, pagar para los insumos, hay muchas cosas que debemos cambiar”.

Se le pide su opinión sobre que algunas alcaldías niegan que tengan trabajadores voluntarios, como parte de su servicio de limpia.

Responde que según la alcaldía, las más grandes no dan nada, ni para el refresco porque eso implica pagar impuestos.

“Los voluntarios viven de la propina que le da la gente, si no la tienen no tienen ni para pagar la vaciada de la basura, porque se las cobran, todo camión se las cobra así sea nómina 8, voluntario, de base”.

Explica que los voluntarios son los que se llevan la friega. “Son los más expuestos , los mandan a hacer brigadas, a levantar montones, son los más sacrificados”.

Considera que la recomendación de la comisión de mejorar las bodegas, los camiones, los carritos, dar uniformes, no ha sido acatada.

“En la gestión de Mancera sólo se compraron 500 camiones y mil carritos, pero la recomendación sigue parada”.

Afirmó que los voluntarios existen en la Constitución de la Ciudad de México, son trabajadores no asalariados, pero antes no estaban ni siquiera contemplados. Recuerda que él iba a las delegaciones y le comentaban que no existían.

“Claro que existen, son los que hacen el trabajo y limpieza en la ciudad, sin ellos no se cumpliría”, les decía.

JORGE SÁNCHEZ

Jorge Sánchez, experto en el manejo de la basura, calcula que por lo menos en cada camión hay un voluntario.

“Estamos hablando de una planta vehicular de más de 2 mil vehículos. Además están los carritos”, explica.

Señala que tiene que reconocerse ese trabajo y ser remunerado de acuerdo con el esfuerzo que se hace, y la recomendación abre la puerta para algunos posibles programas.

“Un vehículo recolector puede ser una unidad productiva, y ya no verlo como el camión de basura que pasa por la casa, sino como una microempresa, que con su actividad genera un recurso para cubrir el sueldo de la gente que trabaja y por ahí podríamos encontrar una ruta, que por cada tonelada que se entregue al sitio de transferencia va a tener una especie de bono. Su trabajo lo harían más rápido, ya no estarían tanto tiempo separando la basura y les va a importar ya no sólo separar sino ser más productivo”.

En cambio, con el actual esquema, en el que los voluntarios deben separar la basura que puede reusarse o reciclarse, los recorridos de los camiones son más tardados e incluso se genera más contaminación.

“Requerimos que el usuario sepa separar su basura. Eso va a hacer que los tiempos perdidos en las rutas sean menores, ya va a venir la basura preseparada. Por otro lado, hay que revisar el mercado del material reciclable. Según mis datos como un 25 por ciento de la basura es reciclable, tiene valor en el mercado, eso es lo que tiene valor, lo que no quiere decir no haya otras cosas que no sean reciclables. Ahora de eso, cuánto colocamos en la cadena de valor, ni la tercera parte, hay un potencial interesante”.

RETOS

De acuerdo con el informe Avances y desafíos para el reciclaje inclusivo, evaluación de 12 ciudades de América Latina y el Caribe, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo, en la Ciudad de México hay diversos retos que deben superarse para eficientar el reciclaje inclusivo, con la participación de los voluntarios.

El reciclaje inclusivo incluye los sistemas de gestión de residuos que priorizan la recuperación y el reciclaje, reconocimiento y formalización del papel de los recicladores como actores clave de dichos sistemas. Se logra con normativas y políticas públicas, programas y acciones de los sectores públicos y privados.

El estudio observa que hay una falta de confianza entre la administración pública de la ciudad y los recicladores informales, que hace ver a estos como un obstáculo que impide la evolución de la gestión de residuos sólidos.

Sin embargo, los funcionarios públicos en contacto directo con el operativo de los trabajadores de limpieza se coordinan con el sindicato para el esquema vigente, donde la intervención formal y la actividad informal están totalmente integradas.

“Esta sinergia público-popular, gracias a su peculiar funcionamiento y a sus ingresos informales, permite llevar a cabo la recolección, barrido, transporte y recuperación de residuos urbanos en toda la ciudad”.

A su vez, no hay pruebas de que un servicio centralizado o privatizado pueda alcanzar los mismos resultados y una eficiencia comparable.

Pero sí es un desafío el reconocimiento formal de los procesos operativos y económicos llevados a cabo por los trabajadores de limpieza y recicladores informales con el fin de formalizar y hacer más eficiente el sistema existente y “mejorar, en consecuencia, el desempeño en términos ambientales, económicos, higiénicos, sociales y de calidad de servicio al ciudadano”, según el documento, publicado en 2017.

Mas adelante se identifica que el reconocimiento de los procesos existentes y la identificación de un modelo autóctono son requisitos indispensables para operar las reingenierías de procesos que hacen falta: implementar una auténtica separación de residuos sólidos en la fuente; mejorar la condición de trabajo de los recicladores informales y estimular la generación y la consolidación de mecanismos de control y transparencia del sistema GIRS (Gestión Integral de Residuos Sólidos).

ESTO NO ES BASURA

María del Rosario explica que lo que ella recoge, no lo ve sólo como basura.

“Es importante para nosotros. Aparentemente dice uno ‘es basura, pero esto no es basura’. Es algo que a uno le ayuda. El cartón es un pesito más. Cosas que son importantes, el cartón. El aluminio. Todo eso lo chachareamos, es una monedita más a nuestro favor.

“Lamentablemente ahorita la gente ya no lo deja, la mayoría te da lo que es pura basura para ella. La separa y esto es para nuestra economía. Yo no tengo sueldo ni nada, pero saco para las tortillas, para lo que haga falta”, dice.

Se le pregunta sí ha recibido algún curso de reciclaje. Rápido, responde que no.

“Nunca, ni nos han tomado en cuenta a los que no somos basificados”, concluye.

*El proyecto que dio origen a este trabajo fue el ganador de las Becas Latitud R de Investigación Periodística. Latitud R no es responsable por los conceptos, opiniones y otros aspectos de su contenido.

www.latitudr.org es la principal plataforma regional para la articulación de acciones, inversiones y conocimiento relacionados al reciclaje inclusivo y que involucra a actores de los sectores público y privado, organizaciones sociales y recicladores. La iniciativa Latitud R fue creada en 2011 por el Fondo Multilateral de Inversiones, y la División de Agua y Saneamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, Coca-Cola Latinoamérica, PepsiCo Latinoamérica, la Red Latinoamericana y del Caribe de Recicladores y Fundación Avina. (www.reciclajeinclusivo.org/)