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Violencia, drogas y trata, el lado oscuro de la Zona Rosa

Los homicidios por pugnas entre grupos delictivos tienen al menos una década, revelan informes

Escrito en METRÓPOLI el

Uno de los sitios más emblemáticos y turísticos de CDMX tiene una historia negra reciente.

Ha albergado a mafias de trata de personas, bandas de narcomenudeo que pelean entre sí y una red de hoteles controlados por “padrotes” donde permanecen bailarinas extranjeras sin pasaporte y endeudadas.

A unos pasos de Zona Rosa fueron asesinados el miércoles dos presuntos dealers que pretendían competir contra la Unión de la B, pero no ha sido el único caso.

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De acuerdo con investigaciones de la Procuraduría capitalina (PGJ-CDMX) y la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) los homicidios por pugnas entre grupos delictivos tienen al menos una década.

Y cada vez se hacen más frecuentes.

En ese entonces, la Zona Rosa era controlada por la familia Magaña, “Los Malandrines”, pero a partir de 2009 se vieron mermados porque algunos de sus cabecillas fueron encarcelados o ultimados.

Coincidió con la aparición de la Unión y año con año se sucedieron los crímenes. el 4 de abril de 2012 fue atacado a tiros un narcomenudista apodado “El Tacos”, justo afuera del bar Cabaretito.

Y es que en ese año, “Los Malandrines”, originarios de la colonia Romero Rubio, se vieron superados por líderes emergentes de la misma colonia y con los que inclusive tenían nexos familiares: Edwin Agustín Cabrera Jiménez “El Antuán” y su primo Luis Felipe Cabrera Chávez “El Damián”.

Ambos crearon su propia banda delictiva que a la postre denominarían “La Unión Insurgentes”, que tenía nexos con el cártel de los Beltrán Leyva y controlaba la vida nocturna sobre Avenida Insurgentes, de norte a sur.

Para 2013 y 2014 fue desmantelada tras haber secuestrado y asesinado a 13 jóvenes sacados del bar Heaven, el 24 de mayo de 2013, justamente en Zona Rosa.

Pese a ello, nada cambió. En marzo de 2017, una agresión a balazos cobró la vida de un hombre en la pulquería “La Elegante”, ubicada en Florencia y Londres.

En febrero de 2018, un franelero de la calle Hamburgo fue muerto a tiros, pues las vendettas por droga alcanzaron a comerciantes de la zona, boleteros, “viene-viene” y a la comunidad LGBTTTI, cuyos centros nocturnos son férreamente controlados por los dealers.

No es casualidad que el evento de violencia más sonado de los últimos años en CDMX, el caso Heaven, se haya consumado en este barrio céntrico, atestado de restaurantes y antros.

Las ganancias que deja la venta de droga se estima en poco más del millón de pesos cada fin de semana, acorde con reportes de la PGJ, además de que esto escaló desde que los table dance desaparecieran debido a la nueva Ley de Trata de Personas y los constante operativos.

El caso Vanessa Martínez

Vanessa era una bailarina y actriz porno argentina que arribó a México en 2007.

Fue enganchada por una red de trata internacional bajo la promesa de que en el país alcanzaría la fama en la televisión.

No obstante, Vanessa era stripper en el desaparecido table dance Royal de Zona Rosa. Allí, como muchas otras extranjeras, tenía que pagar la mitad de sus ganancias a la red que la trajo y que le reclamaba los gastos de vuelo, aduana y hospedaje.

Vanessa también fue trastocada por el mundo de la droga y sus mafias. Al paso de los meses se hizo adicta a la cocaína, consta en los reportes de la Procuraduría de ese entonces, en poder de La Silla Rota.

Su familia nada sabía de ella desde julio de 2007, cuando su estado de salud decayó.

En un pasillo del hotel donde se hospedaba fue hallada desnuda y sin vida. La causa de muerte, de acuerdo con el expediente del caso fue: “insuficiencia respiratoria aguda, neumonía y desequilibrio hidroeléctrico moderado”.

Lo atroz de su historia es que la mafia que la mantenía en México resolvió solamente por sacarla del cuarto donde murió y dejarla en el pasillo.

Su cuerpo fue levantado y estuvo varios días en la morgue, sin que nadie lo identificara.

Casi un año después, fue entregado al IPN para que estudiantes de medicina realizaran prácticas con él, como parte de un convenio que tenían autoridades capitalinas con la institución educativa.

Una publicación periodística y fotografías del tatuaje que tenía en un antebrazo hicieron que la familia la reconociera y finalmente repatriara a Vanessa.

Esta situación, como otras que padecían las bailarinas extranjeras, no era visible hasta la serie de operativos que montó la Fiscalía Antitrata, de Juana Camila Bautista, que terminó por clausurar decenas de centros nocturnos de este tipo.

Fueron cerca de 250 mujeres rescatadas, que aunque laboraban por su propia voluntad, eran explotadas y enganchadas con drogas.

En el mismo Royal era explotada la joven checa Lucie Schmit Martova, cuyo cuerpo desmembrado fue encontrado a finales de 2008 en el Estado de México.

Sicarios de Tepito fueron contratados por su novio, miembro de una mafia de trata de personas, para acabar con su vida y así quedarse con dinero que ella ahorraba para comprar un apartamento en Praga, República Checa.

Aunque muchos de los table dance en Zona Rosa se extinguieron, cientos de chicas extranjeras siguen alojándose en los hoteles de allí porque presuntamente pertenecen a los “padrotes” que simplemente ahora las envían a centros nocturnos en otras partes de la capital.

Este es el lado oscuro de la Zona Rosa, apenas visible para los turistas.

AJ