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Velan a Agustín y Anuar, víctimas en edificio de Viaducto

Los cuerpos de Agustín Benjamín Ortiz y Anuar Shajid Yabra Zavala se encontraron bajo los escombros

Escrito en METRÓPOLI el

CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- Después de casi dos días de trabajos de rescate encontraron los cuerpos de Agustín Benjamín Ortiz y Anuar Shajid Yabra Zavala bajo los escombros del edificio colapsado en Viaducto Miguel Alemán y Torreón; hoy velan sus restos.

Sigue aquí la cobertura completa del sismo de 7.1 grados.

Vestido de un sencillo traje negro, con rostro cansado y la mirada triste, Mario López describe sus últimos días: palas, cubetas, escombro y desesperación.

Los cuñados de su esposa se encontraban en un edificio de oficinas cuando el pasado martes la tierra tembló con una magnitud de 7.1 grados. Agustín era médico y Anuar su asistente, tenían un consultorio en ese lugar.

En cuanto escuchó el colapso, Mario López avisó a sus cuñadas y algunos sobrinos, para ir en rescate de ellos. En automóvil ya no se pudo acercar, por lo que pidió un ‘aventón’ a personas que se trasladaban en motocicleta.


Desde ese 19 de septiembre por la tarde, no se despegó del lugar. Agarró una pala, una cubeta y comenzó a levantar los escombros. En las labores de rescate se unieron cientos de personas, voluntarios que también llevaban alimentos.

Sin embargo, al llegar el Ejército, la Policía y la Marina, la situación se comenzó a agravar.

“Días de zozobra, rabia e impotencia. Tantos problemas, estuve los dos días completos sacando escombros, llegaron los Marinos y nos quitaron, no hacían lo que tenían que hacer. Tenían que moverse, hacer las cosas como piensan que deben de hacerse, vimos que estaban muy lentos. Como son militares y tienen un sueldo, es su trabajo. No tienen ese ímpetu de la gente, de los familiares que necesitan sacar a las personas de los escombros”, lamentó.


De igual manera, Mario denunció la falta de herramientas especiales para cortar escombro y varillas, así como las decisiones erróneas que tomaban algunos mandos.

Denunció que no permitieron la entrada de los llamados “topos”, personas preparadas para adentrarse en edificios colapsados y rescatar personas. Afirma que de haberlo hecho, los esposos de sus cuñadas estarían vivos.

“Pero no dejaron trabajar a los topos, si hubieran entrado esas personas, los hubieran encontrado vivos. Algunos militares paseaban con su pinche uniformito, dándose vueltas a lo pendejo. Comiendo de la gente que dio. Eso es lo que da coraje, de personas que nada más está ahí parados. A nosotros, que queríamos ayudar, nos hacían formarnos para esperar. Metieron máquinas de trascabo, haciendo trabajos a lo pendejo”, exclama con rabia en sus ojos.

Sin embargo, reconoce que había elementos excepcionales que sí apoyaron  y entendían la desesperación de quienes buscaban a sus seres queridos.

“Sí hubo muchos militares, policías y elementos de la marina que sí trabajaron. Pero hubo decisiones de personas que mandaba, que estaban equivocadas. Yo estuve en el 85, de 17 años también ayudé”, dijo.

El cuerpo de rescate logró sacar a cinco personas con vida, pero al doctor Agustín y a Anuar los encontraron el miércoles a las 6:45 de la tarde, sin signos vitales.

Anuar tenía un pequeño de nueve años, quien nunca más volverá a sentir el cariño y el amor de su padre. “Mi sobrino está tranquilo por ahorita, hablé con él y lo entiende. Pero en unos días más le dolerá, ya no tendrá el amor de su padre”, dice Mario.

En la funeraria Gayoso, ubicado en la calle Colima, de la Colonia Roma se respira un aire de tristeza. En este lugar, los familiares de las víctimas del sismo que azotó la ciudad velan a sus muertos.

“Lo único con que nos ayudó el gobierno fue con este velatorio pomposo, entre comillas”.

lrc