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Sin su banda de rock, Gustavo busca ganarse la vida tocando en la calle

Con la llegada de la pandemia sus compañeros de tocada al verse sin dinero vendieron sus instrumentos para dedicarse a otros oficios

Escrito en METRÓPOLI el

TOLUCA.-Llegó la pandemia y con esta enfermedad desapareció la banda de Rock llamada “La Cantina de los Muertos”, conformada por tres jóvenes toluqueños, entre ellos, Gustavo Marín Iztlixóchitl, estudiante del cuarto semestre de la facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), quien ahora toca con pasión su guitarra eléctrica en calles de la capital mexiquense a cambio de recibir algunas monedas de la gente, dinero que le ayuda al sustento de su hogar donde vive solo con su señora madre.

Al encontrarlo al pie del Monumento al Maestro, afuera del edificio de Rectoría de su alma mater, el joven toluqueño recordó que antes de la pandemia tenía su banda con sus amigos, uno tocaba el bajo y otro la batería e iban a amenizar eventos sociales, como bodas y XV años, pero todo ello acabo, pues sus compañeros de tocada al verse sin dinero vendieron sus instrumentos para dedicarse a otros oficios y poder sobrevivir.

“Como yo no me hallo en otro lugar, no tuve alternativa, por eso me salí a tocar afuera, nos llamábamos la “Cantina de los Muertos”, éramos tres, un bajista, un baterista y yo guitarrista y para volvernos a juntar todo esta en planes hasta que veamos que la situación mejore un poco, ellos se dedican a tocadas, tienen otros oficios con lo que se ayudan”, recordó con melancolía el joven universitario auriverde.

Iztlixóchitl, no solo le tiene cariño a la música y a su inseparable guitarra eléctrica, pues también recuerda que en la facultad de Humanidades le  echa “acción” a sus materias en letras latinoamericanas, “lo que es lingüística, escritura universitaria, poesía, las artes, la literatura y los estudios literarios que tienen que ver con toda la teoría, historia, incluso con la música, la poesía y la pintura”.

Refirió que el año pasado, una vez que el Estado de México estuvo en color naranja de su semáforo epidemiológico, salió a tocar a las calles, luego, se regresó al color rojo y volvió a su casa y ahora que se está en naranja nuevamente, regresó a las banquetas donde en cada melodía que interpreta le pone todo el corazón, tratando de perfeccionar en cada una de éstas el arte de tocar su guitarra eléctrica.

“Ya llevo tocando la guitarra entre ocho y 10 años, no sé tocar otro instrumento, he salido a tocar a la calle desde que mi nivel mejoró un poquito para mostrar una buena interpretación, hay que estar ensayando y ensayando y ensayando, hasta que quede, es cuando tienes la seguridad para salir y mostrar lo que tienes, a pesar de que haya distracciones todo debe estar coordinado, es una concentración especial, como cuando haces cualquier otro oficio, cuando estas cocinando, dibujando, escribiendo, el mundo desaparece y solo te concentras en el momento".

"Eso es todo, me motiva el amor y gusto por la música, no a todo el mundo le gusta, es obvio, pero mínimo a una persona y con eso me doy por bien complacido y la verdad valoro un peso tanto como 100, realmente cuando es de corazón hasta 50 o 20 centavos, cualquier moneda es bienvenida y da buena suerte”, manifestó seguro de sí mismo el estudiante.

Abundó en su plática que el dinero que llega a juntar lo destina también a los alimentos de su señora madre, al pago de luz e Internet en su casa y a darle mantenimiento a su guitarra, con la que incluso duerme a su lado, “me duermo a lado de ella por cualquier cosa, ja, ja, ja, ja, es como mi novia, el cariño se le tiene como a alguna otra cosa, digo, es un objeto, pero la forma de darle el uso y todo el tiempo uno se va encariñando, tenía otra pero tuve que venderla porque tuve problemas económicos en una época en la que todavía no podía tocar profesionalmente ni podía enseñar lo que tenía, la vendí y después me compre esta con un amigo”.

Con sus ocho a 10 años tocando guitarra eléctrica, Gustavo Marín Iztlixóchitl, evita subirse a tocar a los camiones en estos tiempos de contagio del coronavirus, ni tampoco canta, “no me subo a los camiones, tampoco canto para no tener problemas con nadie, mejor que el instrumento que hable para que no haya ningún problema, vivo solo con mi mamá, no hay que dejar de trabajar, pero tampoco hay que forzarse demás, hasta cuando uno tenga su último aliento hay que descansar”, finalizó.



(Sharira Abundez)