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San Valentín tendrá que guardar sana distancia

Los llamados a no hacer fiestas o reuniones continuaron a lo largo del año pasado, pero miles de capitalinos poco a poco se resistieron a obedecer

Escrito en METRÓPOLI el

Este 5 de febrero la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum anunció lo que los amantes del amor y enterados de la covid-19 ya temían: que no se podrán hacer reuniones colectivas del 14 de febrero, Día de San Valentín.

Aunque en ese día, en la antigua normalidad, muchas parejas terminaban el festejo en un acto privado, íntimo y de ofrenda al dios Eros, que en muchos casos saturaba los templos instalados en hoteles capitalinos, previo a eso era obligado ir al restaurante a cargar energías, o ir a bailar a un buen salón y mostrar las dotes dancísticas para reforzar la conquista. Algunos más sencillos solían ir al cine a ver una película romántica, pero en todos los casos dichos sitios se veían llenos de personas flechadas por Cupido o a punto de serlo.

Los más despistados iban al centro comercial para comprar de último momento el disco con las canciones llegadoras al corazón, el oso de peluche, los chocolates, el perfumito o hasta una prenda de detalle para el detalle o para el amor que se presume ante todo mundo.  Otros iban a las florerías por un ramillete de flores, sin importar lo caro que lo vendieran.

Incluso los corazones solitarios también iban a esos lugares, para soñar que algún día podrán celebrar a San Valentín, o para relamerse sus heridas de amores pasados, junto con otros que como ellos, están en la banca de los amorosos.

LLAMADOS A NO FESTEJAR

La pandemia vino a descomponer ese y otros festejos tan dignos de celebrarse y forjados año con año, ya que está visto que celebrarlos significa descomponer más la situación de contagios de Sars-CoV2, más en la CDMX, donde ocurren dos de cada 10 decesos por covid en el país.

Pese a los llamados de la jefa de Gobierno, a no hacer festejos, los festejos llaman a las personas que con ello corren el riesgo de infectarse, contagiar a otros y lo peor, poner en riesgo su vida y la de sus seres queridos.

“Aquí lo vimos en la semana del 24 al 31 (de diciembre), que representó un incremento muy importante en el número de hospitalizaciones en la ciudad. Entonces, llamar este 14 de febrero pues, lo mismo, no fiesta, no reuniones familiares y esperar a que estemos en mejores condiciones para celebrar en familia, ya que estemos todos vacunados”, lo explicó la mandataria capitalina, que cada semana pide no hacer reuniones para no exponerse y cada semana es desobedecida por muchas personas.

MAL CÁLCULO

El problema es que calculábamos que a estas alturas la pandemia ya iba a estar controlada, pero esta nos ha enseñado que nuestras prisas no se corresponden con la realidad.

Cuando inició, pensábamos que saldríamos de la situación en dos meses. Por eso la mayoría fue tan obediente de quedarse en sus casas, dispuesta a conocer a su familia y hasta hacer alguna actividad que de otra manera no hubiera hecho. 

La Jornada de Sana Distancia empezó el 20 de marzo, entonces en mayo parecía lógico y no tan doloroso posponer el día de Las Madres unas semanas. Un pequeño sacrificio. La propia Sheinbaum llamó a no celebrar el día el 10 de mayo, pero propuso que fuera el 10 de julio, dos meses después. En tanto, sugirió felicitar a las mamás con videollamadas, por teléfono, nota de voz o mensajes.

“Ya habrá tiempo de celebrarlas”.

Y aunque hubo algunos que hicieron reuniones familiares para festejar a las madres, lo cierto es que los restaurantes, los vendedores de flores y de regalos vieron mermadas sus ganancias.

Para el día del Padre, fue lo mismo.

RESISTENCIA

Los llamados a no hacer fiestas o reuniones continuaron a lo largo del año pasado, pero miles de capitalinos poco a poco se resistieron a obedecer. Las hacen en terrazas, en la calle, en bares que parecen cerrados, en zonas rurales donde usan de pretexto al santo patrón de su iglesia o a la Navidad.

Así nos lo permitieron ver durante la época navideña decenas de tuitazos y facebukazos, que primero mostraban a grupos familiares reunidos muy felices, sin cubrebocas, como si fueran de otro planeta, y de fondo el árbol de Navidad, y luego mensajes para informar que algún familiar había fallecido o había enfermado.

La dinámica fiestera fue estirada al Año Nuevo y después algunos no resistieron reunirse con familiares para partir la Rosca de Reyes y donde el premio adicional fue un contagio de covid-19.

Ahora le toca el turno a los amantes que no podrán festejar. Pero no les costará trabajo. Ellos saben que cualquier descuido puede llevar a un contagio. Por eso la mayoría usan condón…

fmma