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San Juan de Aragón, el “Acapulco chilango” por unos días

Capitalinos toman el sol y disfrutan de sus vacaciones en balneario local; afuera, todo lleno, dicen

Escrito en METRÓPOLI el

Raquel Montes llegó desde las 8 y media de la mañana al balneario de San Juan de Aragón. Gracias a ello tiene unos camastros cerca de la alberca, y desde el mediodía ya comía una ensalada de atún, acompañada de su familia.

Es una privilegiada. En la ciudad de las contingencias, de las islas de calor por la falta de árboles, ella tiene a cinco minutos el balneario, ya que vive en San Juan de Aragón.

Este 18 de abril es la tercera vez que visita el balneario. Las otras dos veces lo hizo luego de que lo remodelara la administración del anterior jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, que lo reabrió en la Semana Santa de 2017 y las dos primeras semanas fue gratis.

Raquel dice que le gusta porque es agradable y tranquilo.

“Todo está lleno. Entonces llegamos acá, está muy bien”, afirma.

El balneario ahora ya no es gratis y cobra 64 pesos por persona, pero ella lo prefiere. Lo único que no le gusta es que no les dejen entrar con bloqueador, dice con un mohín de disgusto en su rostro.

Una trabajadora afirma que no es que los visitantes no puedan entrar con bloqueador, pero se lo deben poner una hora antes para que no cause una reacción en la alberca, que tiene una base de sal que con el bloqueador puesto recientemente antes de meterse al agua, hace que esta se ponga como aceitosa. Incluso recomiendan que a la hora de la comida se vuelvan a poner bloqueador y pasada una hora puedan volver a entrar.

El Balneario de San Juan de Aragón es un lugar de características sustentables. Por ejemplo la energía eléctrica y la usada para la caldera es obtenida a través de celdas solares. Así se aprovecha el sol abrasante que cae sobre el bosque de Aragón, que tiene árboles, pero tan separados entre sí que la sombra que producen es tan anhelada como una botella de agua o un helado en pleno estiaje.

Otra peculiaridad que tiene es que no ofrece productos para consumir. Hablar de una cervecita ya es mucho pedir. Es lo que dice Sonia Sánchez con un traje de baño que causa la admiración de algunos hombres y el orgullo de su novio.

Le gusta el lugar, pero le agradaría más si dejaran pasar una cerveza, dice con una sonrisa.

Otro capitalino que llegó al balneario es Daniel, lo hizo desde la Gertrudis Sánchez, dentro de la misma alcaldía, la Gustavo A. Madero.

¿Por qué eligió este balneario?, se le pregunta.

“Porque en la ciudad no nos vamos a estresar como en las carreteras, ni a pensar en ocupaciones habitacionales, con costos más elevados”, contesta.

También hay visitantes de fuera de la ciudad. Una de ellas es Carolina Antonio, una joven de Ecatepec, Estado de México, quien llegó en microbús. Como Raquel, también vino hace dos años cuando fue gratis, y aunque había más gente, tanta que ni se podía nadar, era más divertido.

Para comer, aunque no hay comida cerca, ni ella llevó, ya tiene su plan: ir a una tienda departamental por unas tortas. Es parte de la peculiaridad del lugar: se puede salir por comida y meterla, ya que funciona con un sistema de pulseras para que no entre quien no la porte.

El lugar puede ser visitado hasta por tres mil personas. Tiene entre sus características la de accesibilidad universal, al tener una silla de ruedas sumergible, para personas con discapacidad. Cuenta además con préstamo de hamacas y médico salvavidas.

Abre de 8 a 17 horas, y hasta el 28 de abril estará abierto todos los días.

AJ