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Restauradores, un oficio que alimenta la tradición

Luis Jiménez es restaurador de niños Dios desde hace 10 años y tiene un puesto en el tianguis que se instala cada temporada previa al 2 de febrero

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Escrito en METRÓPOLI el

Luis Jiménez es restaurador de niños Dios desde hace 10 años. Aprendió el oficio luego de que fuera deportado de Estados Unidos a la Ciudad de México. Tiene un puesto en el tianguis que se instala cada temporada previa al 2 de febrero, Día de la Candelaria, en la calle Talavera, del Centro Histórico. 

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En esta calle, cuya tradición de la venta de niños Dios y accesorios data de 1975, se colocan cientos de puestos. La gente que suele vestir a sus figuras religiosas encuentran: sillas, ropa, camas, coronas, collares, todo de tamaño miniatura. 

Luis no para de pintar con spray a un niño Dios, lo pone de cabeza, de un lado, del otro. Comenta que restaura todo tipo de imágenes en madera y resina. Los 12 meses del año trabaja en este oficio. El olor a thinner que se esparce en el puesto no lo detiene, ya se acostumbró y por eso “siempre está relajado”, bromea y se ríe. 

Su taller se encuentra en Iztapalapa, ahí trabaja de febrero a diciembre, y a partir del 1 de enero instala su puesto en la calle de Talavera. 

“Empezamos a reparar a partir del 8 de enero hasta la fecha. Nosotros tenemos esta temporada muy fuerte, sobre todo los últimos días, el día primero y dos de febrero, es cuando nos llegan más niños Dios”. 

Comenta que nadie le enseñó el oficio. Lo aprendió al ver a los demás. Ser autodidacta se le facilita, incluso nadie de su familia se dedicaba a restaurar imágenes religiosas. 

Luis vivió 22 años en San Diego, California, Estados Unidos. Llegó cuando tenía 16. Se fue con sus papás. En ese país trabajó de todo. 

 

“Yo aprendí muchas cosas en Estados Unidos, fui asistente de encargado y sub chef en una compañía grande, trabajé en una panadería y acá en México aprendí a restaurar niños Dios. Nunca me gustó quedarme parado”. 

Cuenta que con la compañía donde trabajaba visitó casi todo Estados Unidos. Sin embargo siempre vivió en San Diego. Fue deportado a México, porque “el gobierno le mintió”. 

“Vine a arreglar papeles para regularizar mi residencia. Me dijeron que mis papeles me los iban a entregar en México en siete meses, pasaron siete años y ya no me los dieron. Me quedé en México”. 

A pesar de que ya rehizo su vida en México, acepta que si se le da la oportunidad de regresar al vecino país, lo hace, debido a que sus dos hijas viven en San Diego. 

Luis se siente un aficionado, no considera que el restaurar sea un arte. “Tiene su chiste como reparar y darle forma, qué material usar. No es cualquier cosa, te tiene que gustar”. 

En el tianguis de la calle Talavera, los compradores van y vienen, ya saben que en ese lugar encontrarán lo que buscan y a buen precio. También ya es una tradición llevar los niños Dios  reparar. 

Otro puesto de este oficio es el de Juan Manuel Cruz Miranda, quien a diferencia de Luis Jiménez, se dedica a restaurar niños Dios durante la temporada del 2 de febrero. El resto del año es comerciante en Tepito. 

Desde hace 27 años, instala su puesto en la calle Talavera. Uno de sus tíos fue el que trabajaba el oficio y era el que tenía el espacio, con el tiempo, Juan Manuel lo heredó, así como le aprendió la restauración. 

“Mi tío es el que tiene talleres, fue con el que trabajé. Con él aprendí el negocio y hubo la oportunidad de venir a trabajar y de hacernos de un puesto. Fue como llegamos aquí”. 

Para Juan el restaurar figuras religiosas es un oficio y arte. “Es oficio porque de esto sobrevivimos muchos años y un arte porque nos gusta hacerlo”.