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“Prefieren dejar vacunación, que abrirnos por creer que infectaremos"

Aunque traen vacunas para los niños que no hayan completado su cartilla, pocos les atienden en la unidad habitacional de la colonia Agrícola Oriental

Escrito en METRÓPOLI el

No abren la puerta. Si acaso, se asoman por la ventana de sus departamentos para ver quién toca o quién esta con un megáfono en el patio.

El mensaje de la grabación es claro: “ante la situación actual creada por el covid 19 y considerando ésta como una zona de alto riesgo de contagio, deben seguir tomando las medidas de prevención establecidas por la secretaría de Salud: cubrebocas, lavado de manos, permanecer en el hogar y evitar aglomeraciones de personas”.

 

Un joven enfermero acerca su celular al megáfono para dejar oír esa grabación que resuena una y otra vez, mientras sus compañeros recorren esta unidad habitacional en la alcaldía Iztacalco, colonia Agrícola Oriental.

Tocando de puerta en puerta (portando solo sencillos cubrebocas y algunos googles comprados con sus propios recursos), informan a la gente que también traen vacunas para los niños que no hayan completado su cartilla; pero solo una mujer abre la puerta y aprovecha la oportunidad para terminar la vacunación de su hijo durante la pandemia y sin tener que salir de casa.

La enfermera Claudia Bautista encabeza el grupo. Es supervisora en el Centro de Salud Manuel Pesqueira, donde habitantes de la zona han acudido a la aplicación de pruebas covid; los resultados arrojaron que 116 salieron positivos, pero estos no son la totalidad en la colonia.

Datos oficiales de la secretaría de Salud CDMX señalan que aquí -con fecha de corte al 02 de julio-, hubo 496 casos covid confirmados lo que equivale a casi la quinta parte de los dos mil 810 casos contabilizados en esta alcaldía. Por concepto de defunciones, se han registrado 355.

Mientras realizan su trabajo, Claudia cuenta a La Silla Rota que dentro de la estructura de salud, ellos conforman el nivel uno por ser la primera atención a pacientes en general además de promover hábitos saludables en la población.

“Traemos la vacuna hasta su casa para que no tengan que salir ¡Aquí lo vacunamos! Pero hay quien no abre la puerta y prefiere dejar pasar. Traemos todo el esquema de acuerdo al niño para completar su cuadro, pero no abren”, lamenta.

Nunca pierde la gentileza, pero su tono de voz cambia; ahora escucho impotencia y se nota.

“Sentimos enojo porque en algún momento, además de la pandemia, se va a salir de control otra cosa. La gente no analiza, no tiene la perspectiva que nosotros tenemos: si no vacunan a sus hijos contra el sarampión, en algún momento eso se va a salir de control. Y si no teníamos sarampión, ahora lo vamos a tener. Ellos tienen miedo, por eso no abren, porque creen que andamos caminando por la vida infectado al mundo; y pues no. La gente cree que en el primer nivel de atención no se hizo nada en esta emergencia sanitaria, pero no es así”.

 

El día número 30

Es hoy; treinta días de recorrer la colonia, catorce enfermeros de entre 20 y 30 años. Una zona por día, llevando casa por casa promoción a la salud, vacunación y fomentando el lavado de manos y uso de cubrebocas en esta nueva normalidad. Por eso las anécdotas sobran; “la semana pasada trabajamos con las personas que manejan alimentos, puestos de comida”, dice Claudia.

“Dijeron que no tenían tiempo para atendernos y da mucho coraje porque eso equivale a un portazo en la cara. Es triste porque todos estamos haciendo la parte que nos toca para que la gente no se contagie por covid y tenga que llegar a segundo y tercer nivel de salud que equivale a hospitalización. Pero pues si no hacen caso…” y deja la frase sin terminar.

 

Delia Martínez es parte del grupo; otra enfermera con especialidad en salud pública y cuenta a La Silla Rota que a su jefa Claudia le faltó contar otra parte importante de esta historia; después comprendo a qué se refirió.

“Yo estuve como sospechosa de covid y mi supervisora tuvo covid, ella salió positiva. Tuvo su incapacidad, se recuperó e inmediatamente salió a trabajar porque en este centro de salud éramos una plantilla de 42 personas en enfermería; pero muchas se fueron porque tienen niños chiquitos, son adultas mayores o tienen enfermedades crónicas".

"Solo nos quedamos ocho enfermeras a trabajar y estamos fortaleciendo el servicio con pasantes de enfermería. Ellos tienen menos de un año de experiencia y por lo mismo, tenemos que salir y hacer el trabajo independientemente del covid”.

Manuel Espinosa es quien lleva el megáfono; y todos los días sale de su casa (en Ixtapaluca, Estado de México) a las cinco y media de la mañana para llegar a este trabajo a las siete. Le ha tocado ver que hay quienes sí se quedan en casa, como los adultos mayores, o adultos en calle con cubrebocas. “Pero otros no hacen caso y se siente un poco de molestia porque la gente no acata las sugerencias que le dan”. No obstante, todos ellos coinciden en que a quien más han visto en las calles es a los niños: jugando y sin cubrebocas.

Cansados y frustrados

Claudia está cansada y no le faltan razones. “Es desgastante venir a ofrecer un servicio en estas condiciones sanitarias; la gente te dice que no tiene tiempo, que ahorita no o no quieren. Pero es más nuestra vocación por estar aquí y ya dependerá de la población, si quiere o no aceptar la parte que ofrecemos porque se hace un esfuerzo muy grande para pasar de casa en casa, dentro de una colonia”.


Delia agrega “nos estamos arriesgando por vocación, trabajando para ellos, brindando toda la atención y nuestro conocimiento ¡Trayéndoles los recursos hasta su hogar! Y mayormente no nos reciben. A esto nos enfrentamos aquí en el área de salud pública”.

Entonces Claudia aprovecha el momento y se sincera un poquito más, al relatar que no solo ve malas caras durante sus recorridos, sino también en casa. “Se enojan, están muy molestos”, dice en referencia a sus familiares, “mi esposo me dijo que yo debería estar cuidando a mi hija y le dije que es precisamente por ella que quien tengo que estar aquí, porque si esto se sale de control -por mucho que ella este resguardada-, en algún momento le va a tocar enfermarse de covid”.

 

Y Delia remata “¡Claro que nos reclaman en casa! A mí me han dicho es que tú tienes una familia, eso es primero; o mi pareja quien me dice ¡Yo debo ser lo primero para ti!”.

Un aplauso en 30 días

Sucedió la semana pasada, cuando esta cuadrilla de enfermeros iba caminando y una señora, adulta mayor, se detuvo por espacio de dos minutos y les aplaudió. “Es la única persona que en el tiempo que llevamos de la pandemia trabajando, se paró y nos aplaudió y nos dio las gracias”, recuerda la supervisora Claudia.

“¡Sentí que con una sola persona a la que hayamos llegado con nuestro mensaje, para nosotros es super importante! Y aunque no se vea nuestra cara por el cubrebocas, la realidad es que todos sonreímos”.