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“Policías me pararon, dijeron que eran de La Unión y me secuestraron”

Durante cinco horas, José vivió un infierno donde los verdugos fueron aquellos que existen para cuidarnos

Escrito en METRÓPOLI el

Era la madrugada de un jueves cualquiera, José viajaba hacia su casa en su vehículo sobre los carriles centrales de Periférico Norte, a la altura de Cuatro Caminos, en los límites entre la Ciudad y el Estado de México.  

Fue entonces cuando el automóvil detuvo su camino, ordenado por el conductor de una patrulla mexiquense. 

Sin saberlo, José se estacionó en lo que sería el inicio de un infierno que duró horas, uno que fue relatado por Saskia Niño de Rivera, presidenta y cofundadora de la organización Reinserta.

Un uniformado bajó de la patrulla y comenzó a cuestionar a José: “¿Por qué anda en la calle a esta hora? ¿Por qué está manejando de manera sospechosa? ¿Viene usted tomado? ¿Trae alguna sustancia ilícita en su coche?”. 

El oficial pidió a José que se bajara del vehículo y que le abriera la cajuela, luego le entregó sus papeles. Él confió porque no había nada que esconder. 

Llegaron tres policías más, uno de ellos sin palabras de por medio tomó a José del cuello y lo jaló hacía la patrulla, el oficial que lo paró ayudó al uniformado, dos más llegaron y se sumaron al sometimiento y lo subieron al asiento trasero del vehículo oficial. 

Los policías lo empujaron al suelo de la patrulla, quedando su cabeza detrás del asiento del conductor. 

Dos oficiales, entonces, comenzaron a golpear a José, lo patearon en el pecho, mientras un tercero lo esposaba y uno más se sumaba a la golpiza. Todo esto mientras los policías soltaban amenazas a José.

Le dijeron que “alguien lo había puesto”, que sabía que “algo había hecho” y que lo iban a llevar “con el jefe”. Luego aseguraron que eran miembros del cártel de La Unión Tepito, que “no tenía idea de hasta dónde habían llegado” y que “ya había valido”. 

Fue entonces cuando supo lo que realmente había pasado: había sido secuestrado por policías mexiquenses. Amenazaron con pedir 3 millones de pesos por su liberación.

Los oficiales le pidieron a José la clave de su celular y llamaron al último número marcado, el de su novia. 

Mientras pedían dinero a sus familiares para liberarlo, los uniformados sacaban el dinero de las tarjetas que José cargaba. 

Durante cinco horas, José fue secuestrado, un infierno en vida donde los verdugos fueron aquellos que existen para cuidarnos. 

José relató a Saskia Niño de Rivera que tras ser liberado y contar lo que sucedió a sus familiares, estos le preguntaron “¿por qué te paraste?”.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los mexicanos tienen menos confianza y ven más corrupción en los Policías de Tránsito, los ministeriales o judiciales, el Ministerio Público, los jueces y la Policía Estatal.

Durante 2020, en el Estado de México y la capital del país se abrieron 219 carpetas de investigación por el delito de secuestro, lo que representa más de una cuarta parte de todas las denuncias realizadas el mismo año, por el mismo crimen en todo el país. 

“¿Cómo podemos crear un Estado de Derecho si la mayoría de la población no confía en las policías e historias como estas son más comunes de lo que pensamos?”, pregunta Saskia Niño de Rivera, “si no las revisamos y las cambiamos, será imposible combatir la violencia e inseguridad”.