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Pico de muertes por covid en Edomex catapultó el negocio de cruces de Rafael

Algunas de las personas que le encargan cruces de madera para los difuntos, provienen de la Ciudad de México, Puebla o del Valle de Toluca

Escrito en METRÓPOLI el

TOLUCA.-Del mes de noviembre a la fecha, que ha sido un lapso con alto índice de fallecimientos por la pandemia de covid-19 en el Estado de México, Rafael Montes Mejía, originario del municipio de Mexicaltzingo, ha tenido buenos ingresos económicos, pues por mes hace entre 15 y 20 cruces de madera de pino, caoba o cedro rojo.

Por lo que el carpintero, quien lleva 15 años haciendo las cruces que se llevan al panteón percibe entre 21 mil y 28 mil pesos, si se toma en cuenta que solo le encarguen de madera de pino, que es la más económica, pero sus percepciones aumentan cuando trabaja las maderas exóticas como es el cedro rojo y la caoba, ya que cada cruz la vende a dos mil 500 pesos, dinero que le es muy útil para mantener los gastos de su hogar.   

Sus ganancias aumentan cuando algún cliente le lleva a retocar su cruz, luego de que ésta se ha deteriorado por la lluvia y el sol, trabajo por el que cobra entre 500 y 600 pesos, pues en dos horas la desarma, la raspa y la entinta o barniza, para luego volverla a armar y que dure al menos unos dos años más, aunque en promedio, las cruces que hace el lugareño de Mexicaltzingo, tienen en promedio 15 años de vida útil.

En su pequeño taller instalado en las inmediaciones del centro de Mexicaltzingo, el carpintero Montes Mejía, platica que a cada cruz le invierte un día de trabajo, pero cuando la demanda aumenta, como fue en el mes de enero pasado, hubo días en que tenía que hacer dos cruces diarias.

Pero no para la gente de su comunidad, sino para personas que provenían de la Ciudad de México y Puebla, así como de los municipios de Almoloya de Juárez, Calimaya, Chapultepec y Metepec, en el Valle de Toluca.

Afirma que siempre le ha gustado hacer su trabajo que le enseño su padre, quien aún hace cruces, sin embargo, hay ocasiones en que le embargan las emociones de los familiares del difunto aunque no lo haya conocido.

“A veces siento muy feo, soy humano y siento feo ver a las personas que vienen a encargar la cruz de su familiar, es triste a veces, pero digo, pues es mi trabajo, hoy me toca hacerlo a mi, no sé de aquí a mañana que pase, no, pero hoy con dolor o sin dolor tengo que hacer mi trabajo. A la hora de ver a las personas cuando vienen a recogerla parece que están viendo a su familiar, como lleva el nombre del difunto, muchos hasta lloran y a veces es contagioso”, expresó.

Explicó el carpintero que toda cruz de difunto lleva su pasión, como es una figura de un gallito, un martillo, unas pinzas, la escalera, una lanza, un corazón, un Cádiz o un Cristo, pero en una ocasión, recordó, los familiares de la persona fallecida le pidieron que le pusiera de madera el logotipo del Club Deportivo Toluca.  

A la pasión le agrega los datos de la persona fallecida, como su nombre, su fecha de nacimiento y la fecha en que perdió la vida, además de una pequeña oración o epitafio.

“Lo que hago me gusta, es mi trabajo, hay muchos aquí que hacemos cruces, pero vienen conmigo a ver mi trabajo, yo me siento contento, las hago seguido y me gustan como quedan terminadas, tendré como 15 años de hacer cruces, mi papa también se dedica a esto, es carpintero y yo sigo con el oficio”, añadió el carpintero mexiquense.

 

Una cruz echa por el señor Rafael Montes Mejía, llega a medir hasta 1.40 metros de alto por 70 centímetros de ancho y puede durar hasta de 15 años con un buen mantenimiento cada dos años, pues los enemigos de la madera son el sol, la lluvia y el intemperie. “La madera va a durar siempre y cuando esté bien terminada y aparte el sol y el agua son enemigos de la madera, la más fina o corriente el sol y el agua se las van a acabar”.


(Sharira Abundez)