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“O comemos o compramos medicinas"

Un padecimiento crónico y la covid ha empeorado la calidad de vida de Érika; además, a su esposo lo han descansado varios días sin goce de sueldo

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Escrito en METRÓPOLI el

La actual crisis, que acumuló el impacto de la pandemia a un magro crecimiento en los años previos, ha arrojado de su empleo o la forma de sustento a millones de personas en México. “Los sobrevivientes” es una serie no periódica de trabajos con los que La Silla Rota buscará contar a fondo las historias de familias que han visto desplomarse su nivel y modo de vida y cómo encaran la adversidad.

TLALNEPANTLA.- A lo largo de su vida, Erika Hernández ha enfrentado tres momentos difíciles: el diagnóstico de su enfermedad crónico-degenerativa, el fraude de una empresa turística que se llevó su capacidad crediticia y la pandemia de la covid-19; esta última la más complicada, porque se relacionó con las otras dos y llevó a esta mujer de 45 años a estar postrada en una cama, tratando de sobrevivir cada día.

El esposo de Erika es vendedor de carnes frías en un supermercado desde hace algunos años. De ahí sale para pagar la alimentación de su hija y de su esposa, así como los medicamentos que se requieren para que la bacteria no avance a pasos agigantados y le robe un poco más de vida a quien es el amor de su vida. 

Sin embargo, a partir de la contingencia sanitaria de la covid-19 y ante las bajas ventas que la pandemia provocó, fue obligado a descansar algunos días, sin goce de sueldo, lo que llevó a la pareja a decidir entre si se alimentaban o continuaban pagando el medicamento de Erika, aunque la segunda opción implicara poner en riesgo la vida.

DIAGNOSTICADA DESDE RECIÉN NACIDA

La vida de Erika no ha sido fácil pues, desde que nació, fue diagnosticada con un mieloma que le carcome los huesos, lo que generó que nunca pudiera caminar. Esta discapacidad fue mal vista por sus padres, quienes optaron por la vía más sencilla: abandonarla a su suerte.

Por fortuna, sus abuelos decidieron adoptarla y hacer todo lo que estaba en sus manos para garantizarle una buena calidad de vida y lo lograron, ya que frenaron el avance de la enfermedad hasta hace poco menos de 10 años, cuando el mieloma comenzó a alimentarse de sus huesos hasta el área de la pelvis.

"Cuando fallecen mis abuelos, me quedé sin familia, porque sí tenía tíos pero no había conexión con ellos; entonces, tres amigas mías se dedicaron a cuidarme hasta que me casé a los 29 años y ahí me fui a vivir con mi esposo y tres años después tuve a mi hija", comenta.

RECORTES SALARIALES

De acuerdo con la Encuesta telefónica sobre covid-19 y mercado laboral, realizada en abril por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de las 32.9 millones de personas ocupadas en México, 42 por ciento vio reducida su jornada laboral a causa de la pandemia y al 46 por ciento le disminuyeron su ingreso diario.

Según el Inegi, 6.1 millones de los 24.2 millones de trabajadores considerados como subordinados en México, fueron suspendidos de sus actividades en algún momento de la contingencia, lo que motivó que solo 38.5 por ciento recibiera su salario completo en este periodo, mientras que el 44.2 por ciento lo obtuvo de manera parcial y 17.3 por ciento no contó con ingresos por esta causa.

"No puedo decir que nos faltó alimento, pero sí tuve que cancelar mi tratamiento por tres meses, porque son medicamentos que no me dan en el Seguro Social y en los que cada mes tengo que invertir 3 mil pesos, que hoy no tenemos, por los descansos de mi esposo. Eso hizo que los dolores nuevamente regresaran a mi cuerpo", relata entre lágrimas.

A pesar del recorte salarial, Erika y su esposo agradecen no ser parte de los cerca de 58 mil 805 mexiquenses que entre marzo y junio perdieron su empleo formal durante la contingencia sanitaria, aunque si se considera al sector informal, esta cifra podría alcanzar los 150 mil desempleados en el Estado de México, de acuerdo con estimaciones de los organismos empresariales.

No obstante, el Inegi estima que, en todo el país, son 5 millones de trabajos temporalmente perdidos por la pandemia de covid-19 hasta abril, 46 por ciento de ellos en trabajadores subordinados y remunerados y 27.1 por ciento en el sector de comercio al que pertenece el esposo de Erika.

HABRÁ MÁS POBRES

Moritz Cruz, miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estimó que la pandemia podría incorporar entre 5 y 10 millones de personas a una condición de pobreza, aunque la cifra podría variar con base en el tiempo que la epidemia se alargue y el consumo no se reactive completamente.

"Estamos viviendo una crisis de esa naturaleza sin precedentes, pues es un fenómeno que tiene clausuradas casi todas las actividades económicas no solo en México sino en el mundo; es algo que el capitalismo contemporáneo no había observado. No tiene punto de comparación con otros factores similares, como lo fue la fiebre española e, incluso, con una guerra mundial", asevera.

Señaló que la caída de 17 por ciento en el Producto Interno Bruto en México es un fenómeno del que tampoco se tenía registro, lo que ha generado mermas en todos los sectores económicos, lo que a su vez ha afectado al empleo y en el que no se avisora una pronta recuperación.

ECONOMÍA TERCERIZADA

El analista explicó que el país cuenta con una economía tercializada, basada en las actividades encaminadas al comercio y los servicios, como en los que participa el esposo de Erika, los cuales han sido los más afectados durante la contingencia sanitaria y en los que ha crecido el desempleo y la informalidad que ya alcanza al 70 por ciento de la Población Económicamente Activa.

"Estamos cayendo en un ciclo perverso de crecimiento, pues no existen las condiciones óptimas para combatir la pobreza y, por el contrario, hay un agravamiento, en el que se afectan los ingresos salariales y hay una disminución de la actividad económica que está asociada al desempleo. Y sin ingresos formales y prestaciones sociales, crece la pobreza", alerta.

Moritz Cruz afirmó que, ante este escenario, los diferentes niveles de gobierno deben canalizar mayores recursos para los programas sociales y apoyar a las pequeñas y medianas empresas, pues son las que menos ahorros tienen y requieren de mayores condiciones para subsistir y seguir generando la mayoría de los empleos que existen en México.

NECESITA APARATOS ORTOPÉDICOS

Las complicaciones en la salud de Erika no son nuevas, pues, en los últimos 10 años, le han diagnosticado también anemia, osteomelitis femural crónica, neuropatía lumbar y taquicardia, todos estos padecimientos derivados del mieloma que prácticamente ha acabado con su pierna izquierda, parte de su pelvis y que ahora va por su columna vertebral, la cual ya también está deteriorada, pero cuyos dolores son soportables cuando se cuenta con los fármacos para aminorarlos.

"La semana pasada pude tomar algunos medicamentos porque me los donaron, pero cuando se acaben, no tengo la certeza de que voy a poder seguir con el tratamiento", dice, postrada en su cama, en la que pasa la mayor parte del día y gracias a los cuidados que le realiza su hija de apenas 13 años, quien es la encargada de curar sus heridas todo el tiempo y de mantener limpia su área para evitar una infección mayor.

Los fármacos no lo son todo, pues los doctores le han señalado que requiere de un cojín ortopédico, así como una silla de ruedas más estable para poder reducir los dolores permanentes.

En su habitación, ubicada en el primer piso de una casa en la que una conocida le permitió pasar un tiempo en lo que encontraba un lugar para vivir, Erika afirma que su mayor deseo es ver a su hija crecer y desarrollarse, pues ha dedicado parte de su vida a su cuidado, por lo que ha recurrido a algunas instancias gubernamentales estatales y federales para que le puedan apoyar con estos instrumentos, aunque solo ha recibido algunas despensas y una que otra colcha.

AYUDAS A MEDIAS

"El DIF me ha ayudado con algunos alimentos y lo agradezco, pero mi petición va más allá. De estos aparatos depende mi vida y mi salud. Los pido porque no tengo cómo comprarlos, si lo tuviera, no molestaría a nadie", afirma.

Y es que el poco dinero del que disponía se le escurrió de sus tarjetas hace dos años, cuando una agencia "patito" le llamó para decirle que había ganado una estancia en un hotel por tres días y dos noches; sin embargo, se aprovechó de la inocencia de la mujer de Tlalnepantla y obtuvo los números de sus tarjetas de crédito, de las cuales dispusieron de cerca de 30 mil pesos que ella tenía como crédito y que, hasta ahora, su familia no ha podido pagar.

"Nosotros disponíamos de las tarjetas en situaciones difíciles para pagar mis medicinas o comprar lo que necesitaba para mi salud y lo pagábamos a plazos, pero a partir del fraude, me quedé con la deuda y sobreviviendo al día, por eso me da pena, pero tengo que pedir ayuda, porque no tengo otra forma de sobrevivir", agrega.

Durante la contingencia sanitaria, Erika se trasladó dos veces desde Tlalnepantla a Palacio Nacional, en el Ciudad de México, para pedir ayuda al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pero hasta ahora no ha obtenido alguna respuesta; también ha buscado ser beneficiaria del programa emblema del gobierno estatal, el Salario Rosa, pero no ha corrido con suerte; sin embargo, su mayor ilusión es que pueda detener el avance de la enfermedad que ha marcado su vida, con esfuerzo, pero también con los medicamentos y los aparatos que cree le regresarán la vida.

fmma