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“Mientras viva, sigo siendo enfermera”

María Elena, una enfermera jubilada de 88 años cuidó a sus nietos con covid

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Escrito en METRÓPOLI el

María Elena García Vidal tiene 88 años. Trabajó 35 años como enfermera y ahora está jubilada. Pero cuando sus dos nietos se contagiaron de la covid-19, ella, pese a su edad y a que sufre de hipertensión, no dudó en convertirse en la enfermera de ambos y cuidarlos.

“Así que esa es la historia de mi vida y estoy contenta de que Dios ha sido bueno con nosotros, a pesar de que estuvimos tan cerquita de ellos y yo tan grande de edad, me salvé porque lo hice con mucho amor. Soy enfermera y no los podía dejar pues mientras viva, pienso y sigo siendo enfermera. No podía dejarlos desamparados, estoy platicando esto con mucho gusto y dando gracias a Dios”, expresa vía telefónica en el marco del Día Internacional de la Mujer.

El coronavirus que desde hace un año ha puesto de cabeza al mundo no es el primer virus que María Elena enfrenta. Recuerda que hace décadas, como enfermera de campo, estuvo presente en las campañas de vacunación contra la viruela y la polio, y como ocurre con la vacuna anticovid-19, en ese entonces debían convencer a las personas de aplicarse las dosis.

“Me tocó la campaña de vacunación muy dura de la viruela y de la polio. De la viruela nos vimos en una situación muy difícil, debimos convencer a la gente. Tarde que temprano se les tuvo que convencer, igual que con la polio, máxime que ésta se ensañaba con los niños pequeñitos. Se pudo gracias a Dios, con trabajos, salir adelante en estas campañas”.

EN NOVIEMBRE SU NIETO SALIÓ POSITIVO

En casa de María Elena viven también su hija y sus dos nietos, Aarón e Isaac Fernández. En noviembre pasado, Aarón, que es mecánico, comenzó a quejarse de que se sentía mal. Tenía síntomas de resfriado, pero además no aguantaba sus piernas.

“Es mecánico, pensamos que estaba resfriado, no aguantaba las piernas, le untamos pomada, le dolía la cabeza, pero no mejoraba, estaba muy mal y encima tenía que terminar un auto que tenía pendiente y como pudo cumplió”.

Después el malestar de Aarón se agudizó. Presentó otros síntomas de la covid-19: le dio vómito, diarrea y mucha fiebre. Entonces, consultaron al yerno de María Elena, quien es médico, y que por ser diabético e hipertenso, y pertenecer a un grupo vulnerable ante la pandemia, está de descanso.

“Le hablé por teléfono y nos recomendó hacerle un examen; se lo hizo y mi nieto salió positivo”.

NO SE PUEDE IR, NO ES UN PERRITO

Aunque la recomendación de su yerno fue que ella se fuera de la casa mientras su nieto estaba contagiado, ya que por su edad y por ser hipertensa estaba en riesgo, ella sin dudarlo se negó a hacerlo. Una razón es que su casa es antigua pero muy grande, de dos pisos y en la parte de arriba están las recámaras corridas. Ella duerme cerca del baño y en medio está la pieza de su hija y Aarón en la otra.

“Mi yerno puso el grito en el cielo. ‘Usted tiene que irse. No puede, está usted muy grande, es hipertensa. O que se vaya él a la casa de su hija’. Le dije a mi yerno ‘mire, no se puede ir, no se puede quedar él solito. No es un perrito. Aquí nos vamos a quedar. Vamos a atenderlo y debemos apoyarlo y vamos a salir adelante’”, le expresó con firmeza.

ESTUVO MAL

Su yerno entonces empezó a recetarle medicina a Aarón. Además, ella también le pidió ayuda a su médico que es homeópata.

“Él con sus chochitos y mi yerno le dio mucho medicamento y entre mi hija y yo estuvimos para atenderlo. Cuando íbamos a darle sus medicamentos o alimentos, nos poníamos el cubrebocas, y le decíamos, ‘ándale esto, que el otro’ pero desgraciadamente se vio muy mal. Entraba al baño, estaba yo al pendiente, apenas salía y yo de volada me ponía a untar sanitizante a la puerta y adentro.

“Me recomendaba mi yerno ‘usted no puede entrar al baño, hay uno afuera’. Pero yo me negué a ir a ése, porque afuera sí se sentía el frio. Le dije ‘ya lo saniticé y ahí me voy a seguir bañando y entrando’”.

Pasaron unos 10 días y comenzó a mejorar el estado de salud de su nieto. A los 15 días dio negativo en la prueba de la covid-19 y comenzó a retomar su vida normal.

DOS MESES DESPUÉS SE ENFERMÓ EL OTRO

“Ese fue uno”, dice María Elena sobre sus nietos. Pero dos meses después fue Isaac quién comenzó a presentar síntomas de la covid-19 a partir del 15 de enero.

Isaac trabaja en los almacenes del aeropuerto, y para llegar allá debe usar el Metro, por lo que no podía evadirse del “amontonadero de gente” que se vive cotidianamente en las horas pico, donde mantener la sana distancia se esfumaba y además en su propio trabajo tenía interacción con muchas otras personas, describe su abuela.

“Ese día nos comentó ‘me siento mal, como resfriado, pero además ya no tengo sabor ni olor. A ver, otra vez consultamos a mi yerno quien le pidió hacerse el examen covid. Salió positivo. Mi nieto ocupa la pieza de abajo. ¿Qué hizo? Dijo ‘voy a estar encerradito en mi pieza’. Ahí fue más fácil la situación. Él salía al baño afuera, en la zotehuela, y por la puerta o ventana le pasábamos su medicamento y su comida y la enfermedad fue benigna con él. No tuvo muchos síntomas, solo perdió el gusto y el olfato, de ahí en fuera, igual, duró sus 15 días por los cuales le dieron incapacidad en el Seguro y luego le dijeron ‘ya puedes irte a trabajar’. Él preguntó si no necesitaba otro estudio. ‘No. No. Ya te puedes ir’, le contestaron”.

María Elena afirma que el hecho de que Aarón e Isaac estén ahora bien es mérito de todos y para la fortuna familiar, la casa es grande y por eso decidió que ahí se iban a quedar y a atender. A pesar de la reticencia de parte de su yerno,  su hija y ella se encargaron y no hubo ningún problema.

“Ahora estamos en el relax porque ya pasó la cosa grave de todos ellos”, concluye María Elena, la enfermera para toda la vida.

fmma