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“Me da miedo que acabe el confinamiento y contagiarme de covid”

Quienes han podido quedarse en casa durante la cuarentena comienzan a experimentar un proceso en el que volver a salir de casa no suena como una buena opción

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Escrito en METRÓPOLI el

Sin tener una fecha definitiva para abandonar el home office, para Mariana, de 30 años de edad, enfrentarse a las nuevas reglas de convivencia en su oficina y salir del confinamiento le genera una gran preocupación por tener que convivir con personas asintomáticas con covid o que sean descuidadas en su higiene.

Esto será poner a prueba las nuevas habilidades para controlar el miedo y la ansiedad que este virus le ha traído.

Ella trabaja desde hace un par de años en una oficina que está ubicada en uno de los catorce pisos de Plaza Carso en Polanco. Llegar no le causa temor, lo estresante será cruzar Carso para llegar a su oficina, porque tiene que tomar un elevador para subir a los torniquetes de la entrada principal y de ahí tomar otro elevador que la lleve al piso donde trabaja

Regreso a la nueva normalidad

Espera que, al regreso a las labores se establezcan horarios para evitar la saturación de los seis elevadores, como anteriormente ocurría. El edificio cuenta con 14 pisos en donde hay corporativos de distintas marcas internacionales, bancos, tiendas, restaurantes entre otros, la sana distancia en este pequeño espacio, asegura que es imposible.

Mariana opina que el miedo que siente al contagio del covid-19 es por “los síntomas, son tan distintos entre personas” que le parece difícil distinguirlos de otras enfermedades.

Una de sus mejores amigas de la infancia estuvo enferma por coronavirus y “afortunadamente pudo pasar la crisis en casa” aunque las altas temperaturas y los dolores en el cuerpo estuvieron presentes por varios días.

A partir de esa experiencia, considera que esto hizo al virus más real en su vida, el temor de ser asintomática y enfermar a su familia le genera ansiedad incluso para salir al super.

Ataques de pánico

Hace unas semanas, Mariana sufrió un ataque de pánico debido a que cambió de supermercado, pero se encontró que había mas gente, no usaban cubrebocas, incluso llegó a creer que escuchaba a las personas decir que se sentían mal.

A la voz de Mariana se une la de Julián, un músico independiente que vive con sus papás y teme contagiarse o ser asintomático y contagiar a su familia.

“Con esto de que ya van a regresar actividades a pesar de ser semáforo rojo, las personas se lo van a tomar como que ya no hay coronavirus y se van a dejar de cuidar”, relata y asegura que sólo sale para comprar la despensa pues piensa que el confinamiento debería seguir.

El joven músico afirma que se quedará encerrado hasta que pueda o las circunstancias sanitarias cambien, pero que mientras el semáforo siga en rojo él seguirá en cuarentena.

Como Mariana y Julián, muchas personas que han podido permanecer en casa durante la contingencia por covid-19 han comenzado a experimentar un proceso en el que volver a salir de casa y dejar el confinamiento no suena como una opción agradable y en algunos casos, el temor es mucho mayor.

Erika Villavicencio-Ayub, coordinadora e investigadora de psicología organizacional de la Facultad de Psicología de la UNAM, destaca que hay un síndrome conocido como el de “la cabaña” pero ella lo define como el miedo a salir de casa y esto es real y debe de reconocerse.

Dicho síndrome, según la Asociación Psiquiátrica Mexicana, consiste en manifestar temor, ansiedad, agresividad, apatía e incredulidad y en la sociedad mexicana es más frecuente que en otros países al tener una tendencia mayor al 10 por ciento sobre la media.

Por ello, Érika Villavicencio subraya que aunque es normal para todos pasar por momentos de estrés, temor o tristeza, hay que prestar atención cuando dichas emociones limitan las actividades diarias.

“Es muy importante entender que hay gente que tiene estrés postraumático pues todos los días están expuestos a la información y noticias relacionadas con covid”

“Cuando no se cree que las personas tengan miedo a salir y las obligas a hacer algo la consecuencia es peor”, explica.

Asimismo, la especialista comenta que es necesario que las personas que sienten que la situación las ha rebasado busquen ayuda y tengan un tratamiento de aproximaciones sucesivas que les ayude a reintegrarse y que mediante las medidas de protección necesarias, logren superar el trauma.

“Por ejemplo, cuando una persona genera un trauma después de un accidente automovilístico debe llevar un tratamiento para aproximarlo a la experiencia (ver la foto de un coche, tocarlo, y después subir), así es en este caso, habría que preparar a la persona para que primero se aliste a salir con toda la protección, abrir la puerta, tirar la basura, ir a una tienda cercana, hasta que acercarse al lugar de trabajo ya no ocasione temor; al final, habría que generar un estímulo o premio y motivar a la persona para que lo logre”, explica y reitera lo importante que es tratarlo con especialistas.

No querer volver del confinamiento

Para Michelle, una joven que vive en la zona metropolitana, el cambio de tener un ritmo de vida muy movido a uno más cómodo y estático fue difícil al principio pero ahora que se acostumbró no quiere volver pues además del miedo a contagiarse, ciertas actividades ya no las quiere continuar.

“Con el tiempo me fui acostumbrado a la comodidad de tener juntas en línea, a revisar correos desde mi cama y francamente disfrutaba de la comodidad y privilegio de poder estar en mi casa. Ahora, después de 77 días tengo miedo de regresar. Vivo con mis abuelos y no me gustaría ser la causante de que algo malo les pase porque yo tengo que salir. La idea de regresar a dos horas de tráfico de ida y dos horas de vuelta a mi casa me parece algo terrible que ya no quiero experimentar”, dice.

El inicio de nuevos proyectos personales, retomar clases en línea, comer en casa sin gastar en comida callejera y hacer ejercicio son parte de sus rutinas dentro de la nueva normalidad y volver al ritmo anterior ya no suena agradable para ella.

“La idea de regresar a comer de un tupper o a gastar dinero comiendo en la calle no me apetece para nada; quedarse 8-9 horas detrás de un escritorio suena a algo antaño que ya no va a funcionar, especialmente si quisieran que se cumpla con el horario que algunos hemos adaptado ahora. Porque sí, muchos hemos estado trabajando más de la cuenta”, afirma y dice que el viejo sistema ya no le es funcional y menos en medio de la pandemia.

Para Érika Villavicencio esta es otra de las vertientes importantes de quienes no quieren salir del confinamiento:

“Hay quienes no tienen miedo a salir, es regresar a algo que no quieren. Es la vida pasada, la inercia, el acelere y darse cuenta de preferir el ambiente actual pues para muchos con lo que tienen les es suficiente y es posible seguir con sus actividades. Ahora la tecnología nos obligó y facilitó el trabajo para muchos en una nueva realidad que disminuye el desgaste físico, la inseguridad (menor exposición a la delincuencia), estrés y gasto en traslados”

“Tenemos que pensar si huimos del virus como tal o de ambientes tóxicos de estrés. Solo así podremos ver más claramente cuál es la solución”, finaliza.

fmma