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Los traductores indígenas que dan voz a los invisibles

Una de las razones del porque es interprete es por la injusticia que vivió su papá al ser encarcelado mientras era inocente

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Escrito en METRÓPOLI el

Ana María Girón Mendez tiene 36 años y es perito traductor intérprete en lengua tzeltal. Vive en la Ciudad de México y asiste a indígenas que no hablan español y que por alguna necesidad, ya sea judicial o médica, requieren de sus servicios.

Llegó a la ciudad hace 30 años. Sus padres son artesanos de Tenejapa, Chiapas. Viven y trabajan en la ciudadela. Ellos fueron invitados por el gobernador, junto con otros artesanos para exponer su trabajo. Se dieron cuenta que en la ciudad sí se vendía la artesanía. Decidieron mudarse y trabajar en la ciudad.

Una de las razones del porque es interprete es por la injusticia que vivió su papá al ser encarcelado mientras era inocente. También lo hace para ayudar a las comunidades indígenas que por mucho tiempo han sufrido todo tipo de abusos.

“Vi tanta injusticia en mi papá, también en familiares, por eso decidí ser traductora. Me interesó para ayudar a mis paisanos que a veces hay mucha injusticia o por no saber hablar el español o por la ignorancia llegan muchos al reclusorio”.

Su padre fue presidente municipal de Tenejapa, Chiapas a principios de los 80. Al final de su gobierno fue presionado para cometer fraude. Le pedían que comprara productos a sobreprecio. Se opuso y rechazó la oferta. Como represalia le sembraron supuesta evidencia y lo acusaron de mal manejo de recursos públicos. Estuvo tres años en la cárcel y como no se le comprobó nada. Lo liberaron.

Meses después se mudaron a la ciudad de México. Ana María estudió la educación primaria y secundaria en la capital. A los 15 años se casó con un joven tarasco de Michoacán. Tuvieron dos hijos. Desde entonces se dedicó a la artesanía textil. 

Hace cinco años respondió a la convocatoria de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) para tomar un curso y convertirse en traductora interprete. Después siguió preparándose y adquirió la especialidad de perito.

Uno de los casos que más le ha impactado y que más recuerda es un joven que fue detenido junto con sus amigos. Ellos eran de Chiapas e iban a trabajar a Sonora. Sin embargo fueron detenidos en el camino. A él lo retuvieron porque era el que menos entendía español. Lo tuvieron encerrado varios días en Guanajuato. Lo golpearon y torturaron. Ella lo conoció porque fue trasladado a la ciudad de México y cuando llegó le pidieron que lo asistiera.

“Ese caso me impresionó mucho por todo lo que le hicieron, y aunque pudo salir libre, resultó muy afectado psicológicamente”.

Señaló que como traductora interprete su trabajo es asistir a indígenas que no hablan español y que necesitan de alguien. Principalmente la llaman para atender casos relacionados con procesos jurídicos o de salud.

La llaman cuando detienen a alguien que no habla español. Ana María los asiste en el proceso penal. La mayoría de los casos que atiende en hospitales son de indígenas que fueron atropellados o de mujeres que van a dar a luz. 

jamp