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Los ritos santeros de “El Jamón”, líder de “La Unión”

Su vida transcurría sólo por las madrugadas, vestía de blanco, rezaba y hacia rituales con sacrificios humanos; a mitad de uno de ellos, fue detenido

Escrito en METRÓPOLI el

Pedro Ramírez Pérez, alias “El Jamón”, era identificado como el líder de “La Unión”. Tras la caída de varios de sus cabecillas, él se hizo del control de la banda de narcomenudistas y extorsionadores más peligrosos de la Ciudad de México.

Detrás de su vida criminal, “El Jamón” mantenía un lado religioso muy marcado, era ferviente de la santería, así lo señala Héctor de Mauleón en su columna “En Tercera Persona” publicada en El Universal.

Ramírez Pérez vivía en un domicilio en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, donde prácticamente no salía en todo el día.

Su vida comenzaba en la noche, pasadas las dos o tres de la madrugada. Se reunía con sus operadores, recibía dinero, daba órdenes y regresaba a su guarida antes de que saliera el sol. Todo un vampiro.

Tampoco utilizaba su teléfono, solo cuando salía de su casa en la madrugada, por un par de horas.

Elementos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la Fiscalía General de la República (FGR) descubrieron su guarida.

Sin embargo, los ministeriales tenían que asegurarse que, en efecto, se trataba de “El Jamón”, cómo eran sus movimientos para capturarlo, que no se les escapara y/o alertaran de que le seguían los pasos.

Así que dos elementos de la AIC, que se hicieron pasar por pareja de recién casados, arribaron al fraccionamiento donde vivía Ramírez Pérez, se mudaron con todo y perro.

Se percataron de la extrema vigilancia del fraccionamiento: seguridad privada y cámaras de seguridad, todo visitante tenía que ser fotografiado, al igual que sus identificaciones.

Los agentes infiltrados señalaron que “El Jamón” mantenía un bajo perfil, pero era fácil de identificar, siempre vestía de blanco de pies a cabeza.

Su particular vestimenta se debía a que estaba a punto de convertirse en “Babalao”, sacerdote de la santería capaz de conocer el pasado, el presente y el futuro.

“El Jamón” se reunía con otros santeros en la casa de su padrino ubicada en la colonia Agrícola Oriental, Iztacalco, en la Ciudad de México.

No fue hasta que los agentes encubiertos lograron colocar un GPS en el automóvil de Ramírez Pérez, hasta que determinaron específicamente cuál era su domicilio en dicho fraccionamiento.

Comenzó el operativo. Los agentes llegaron a las 3:30 de la madrugada, intentaron no hacer ruido pero “El Jamón” los descubrió, se asomó por la ventana y los vio.

Los federales lo agarraron en el peor momento posible, a acababa de encender unas veladoras y de matar a unas palomas, se disponía a rezar a un altar santero ubicado en la planta baja.

No tenía donde escapar, no se resistió a la captura. Solo alcanzó a preguntar quién lo había traicionado, cuestionó si se trataba de “El Lenin”, el único escolta que lo acompañó durante los últimos meses.

En su casa, además del altar santero, tenía muebles casi nuevos, aún empaquetados, una enorme cocina lujosa, también sin usar.

Al mismo tiempo, pero en la Ciudad de México, era detenido su principal rival, Jorge Flores Concha, “El Tortas”, líder de la Fuerza Anti Unión.