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La misteriosa desaparición de Daniel en Tláhuac

En entrevista con La Silla Rota, la hermana de Daniel cuenta lo angustiante que ha sido no saber de su hermano, así como las irregularidades del proceso

Escrito en METRÓPOLI el

Daniel Soriano Hernández de 26 años, había estado todo el 5 de febrero en compañía de sus hijos en la Feria de Zapotitlán, en Tláhuac para pasar alegremente un domingo de recreación. Sin embargo, después de haber ido a dejarlos en casa de su exmujer, su familia no volvió a tener una pista de él.

Según cuenta Miriam Soriano en entrevista con La Silla Rota, su hermano trabajaba en un despacho de cobranza, tenía dos perros en un criadero y de ahí obtenía sus ingresos para mantener a sus hijos. 

El lunes, Daniel no llegó a su trabajo y no mandó ningún mensaje a su familia. La única pista era su última conexión de WhatsApp a las 11:55 pm y de acuerdo a lo que le dijo la ex pareja del joven a la hermana de Daniel, él se retiró de la casa en su automóvil Jetta de placas MVM2176 a las 10:30 pm.

“Daniel es un hombre responsable, todos los días llamaba a mi mamá y siempre estaba en contacto con otro hermano, por lo que el lunes 6 de febrero se nos hizo raro que no llamara y nos preocupamos cuando nos enteramos que no fue a trabajar, él nunca se había desaparecido así”, narra Miriam.

La denuncia ante las autoridades

El martes, a un día de no tener noticias de Daniel, su familia se presentó en la delegación Tláhuac para denunciar su desaparición y expresar que la última persona que lo vio fue su exmujer.

En la delegación levantaron el acta y posteriormente fueron al Centro de Apoyo de Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) a imprimir la ficha de su desaparición con el número de expediente AYO / 495 /2017

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Posible secuestro y las irregularidades en el caso

Dos semanas después de que el joven desapareciera, la familia recibió una llamada en la que les decían que Daniel estaba secuestrado y que para que volviera a estar con su familia tenían que depositar 10 mil pesos en una cuenta.

“Nosotros les pedimos a los secuestradores que nos dijeran cómo estaba vestido o que nos dieran una muestra de que mi hermano estaba vivo y no nos supieron responder, así que fuimos a la delegación a darles el número, comentarles lo que había pasado y nos mandaron a la Fiscalía Antisecuestros y al rastrear el número de donde nos habían llamado, nos dijeron que la llamada era de un número de un estado al norte de México y descartaron que fuera una llamada real o un secuestro, pues ‘podría tratarse de una extorsión a causa de los anuncios de búsqueda que tenían nuestro número telefónico’”, cuenta Miriam.

Aparentemente, la llamada del secuestro no fue investigada a profundidad pero el caso permaneció archivado en Anti Secuestros.

Sin embargo, las irregularidades en el caso no paraban. 

El automóvil de Daniel –un Jetta color rojo de placas MVM2176– estaba desaparecido y para poder rastrearlo en las cámaras de seguridad de la Unidad “La Americana” en la que vive su exmujer y sus hijos, se requería de la solicitud (en este caso, la carpeta de investigación) y debido a que el caso había sido transferido a la Fiscalía Antisecuestros, le comentaron que la carpeta aún no llegaba a esa unidad de investigación.

“Fue un ir y venir. De CAPEA, enviaron la carpeta a la Delegación Tláhuac y cuando nos llamaron la enviaron a Anti Secuestros. En el lapso entre la Delegación y Anti Secuestros, pasaron 15 días de que la carpeta se perdió y nadie nos daba respuesta. Cuando se encontró la carpeta y pedimos acceder a las cámaras de seguridad, ya no había nada pues había pasado el tiempo límite para poder ver el material”, lamenta Miriam.

Posteriormente, gracias a un servicio externo en el que rastrearon el celular de Daniel,  pudo obtenerse el dato de que el automóvil se detuvo en Cananea, a una distancia corta del domicilio de su exmujer. 

Sin embargo, el rastro se perdió ahí.

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La última en verlo

Tal como cuenta la hermana de Daniel y está asentado en las actas, su exmujer fue la última persona en verlo. Tenían dos meses de estar separados como pareja, pero Daniel iba diario a la casa para desayunar con sus hijos y luego llevarlos a la escuela antes de ir a trabajar. 

Su expareja, cuenta Miriam, trabaja en la Marina y le va bastante bien en su trabajo por lo que le extraña que ella “no ha movido ni un dedo para apoyar en la búsqueda de Daniel que es el padre de sus hijos”.

“Creo que ellos (la policía) debería haberla interrogado primero a ella, pero nunca lo han hecho. Y actualmente, ya no nos deja ver a sus hijos que los veíamos cada 15 días desde que desapareció mi hermano”, narra.

Siete meses y nada

La familia de Daniel lamenta que a siete meses de su desaparición, las autoridades no han obtenido ni una pista.

“Cada 15 días vamos a la delegación y a la Fiscalía y ellos nos dicen que no hay rastro de mi hermano. Es terrible la desesperación que nos causa y las mismas autoridades nos han recomendado que pidamos ayuda en internet. Hemos repartido folletos en el metro y sólo esperamos pronto poder saber del paradero de Daniel”, lamenta Miriam.

fmma