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La misión de Lesvy Berlín Osorio, hallada muerta en CU

Lesvy era alegre y se divertía, como cualquier otra persona, pero no por eso era alcohólica y drogadicta, enfatizó su mamá, quien es trabajadora del UNAM

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Escrito en METRÓPOLI el

CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- Hace 22 años Araceli fue a registrar a su hija. Quería que llevara el apellido del padre, un hombre alemán. Sin embargo, las leyes mexicanas lo impiden, por lo que decidió nombrarla Lesvy Berlín, en honor a él. 

“Mi hija tenía una misión muy grande y ahora estoy empezando a entenderla, a veces se nos olvida que no solo somos cuerpo”, dijo Araceli Osorio, madre de una joven soñadora cuya voz fue apagada el pasado 3 de mayo. 

“Ella estaba destinada a otra cosa, desde que ella nació se violó un derecho, su papá por ser extranjero no le permitieron registrarla con los apellidos, argumentando que no contaba con sus documentos. Desde ahí empezó esta cuestión con mi hija que de pronto se llamó Lesvy Berlín Osorio Martínez, para recordarles que también tenía un padre”.

Desde los cinco años le gustaban los libros, con el tiempo se hizo “”extremadamente” lectora y uno de sus sueños era recorrer ese mundo que había conocido en papel. Quería viajar y ser ciudadana del mundo. No tenía miedo de irse, sino de quedarse.

“Ella decía que quería salir de aquí, quería estar en otros lados, ella me decía, ‘mamá yo voy hacer ciudadana del mundo, yo voy hacer patita de perro, porque yo se que quiero estar en otro lugar’”.

Ella estudiaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades Sur (CCH), decidió no continuar para estudiar idiomas. Aprendió hablar inglés, francés, italiano, rumano y catalán, al mismo tiempo que trabajaba en cafeterías. 

“Lejos del estigma que crearon de mi hija, ella había estudiado en la UNAM, no estaba inscrita actualmente, ella había decidido suspender, no por falta de capacidad ni por brillantez”, dijo luego de de que la Procuraduría General de Justicia de la CDMX (PGJ) enfatizará en un comunicado que “no estudiaba en la UNAM y que había dejado el CCH, porque debía materias”. 

Lesvy era alegre y se divertía, como cualquier otra persona, pero no por eso era alcohólica y drogadicta, enfatizó su mamá, quien es trabajadora del UNAM.


“No vamos a permitir que a mi hija se le estigmatice de esa manera. Mi hija no era una alcohólica, una mesera despectivamente, no era cuidaperros, el perro que ella traía, era su mascota, era su adoración, ella lo adoptó. Se llamaba Tío Michael. Ese día (el martes 2 de mayo) lo sacó a pasear. Ella vivía muy cerca de CU”.

A pesar de que Lesvy ya no estaba inscrita en la Máxima Casa de estudios, nunca dejó de pertenecer a ella.Desde hace siete años era parte de la Estudiantina Femenil de la UNAM y quería regresar a cursar una carrera, estaba entre letras francesas, hispánicas o Relaciones Internacionales. 


Había decidido participar en el próximo proceso de selección. Estaba preparándose para hacer el examen, porque quería quedarse en su primera opción.

“Le llamaba la atención la filosofía, ella pintaba, publicó algo de su obra en un libro. Participaba en  concursos de cuento en la UNAM. También participaba en los cursos de verano que se promueven por parte del sindicato. A partir de los 16 años empezó a trabajar, porque se preparó y podía hacerlo”. 

La mañana del miércoles 3 de mayo, el cuerpo de Lesvy Berlín fue encontrado atado a una caseta telefónica. Al día siguiente, primero, se difundió una versión en la que decía que la joven de 22 años había sido identificada por su madre y novio. Esa información señalaba que no era estudiante de la UNAM, que tenía empleos temporales de mesera, tomaba alcohol, sufría depresión y que quizá se había suicidado.

Después ese mismo día, la PGJ emitió un comunicado en el que decía que Lesvy “vivía en concubinato y había estado bebiendo y drogándose con su novio y unos amigos”, la madrugada que fue asesinada.   

Su mamá confirmó que el dictamen pericial concluyó que murió “por asfixia, por estrangulamiento”, por lo que el caso sigue abierto.