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La historia del único policía políglota de la CDMX

Habla inglés, francés, italiano, japonés, coreano y un poco de alemán; es un embajador del mundo, aunque no ha tenido oportunidad de salir del país

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Escrito en METRÓPOLI el

El suboficial Juan Orozco Álvarez, de la Policía Auxiliar, es el único elemento de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México que habla seis idiomas: inglés, francés, italiano, japonés, coreano y alemán. Su historia de superación ha llegado a otros países. Es famoso en Asia. Japoneses lo han buscado para tomarse la foto con él.

Relata que una vez, no hace mucho tiempo, unos turistas japoneses preguntaron de manera expresa por él. Le dijeron que un vecino había venido a México y que lo había conocido. Por eso querían tomarse una selfie. El policía aceptó, pero con la condición de que subiera la fotografía a redes sociales.

Se van contentos. ‘Mira habla coreano. Una foto’. Si me subes al Face llegando a Corea me dejo tomar la foto. A los japoneses les digo lo mismo. Me dicen ‘ooh es el primer policía que habla japonés’. Les digo: ‘amigo si no es difícil tu idioma, lo difícil es que no tenemos el tiempo para estudiar y trabajar. Me toman la foto y la suben en las esferas sociales. Por eso ya me están haciendo famoso en Asia”.

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Recién cumplió 70 años. Trabaja en el centro de Coyoacán. Siempre está enfrente del módulo de información turística. El suboficial no sólo da indicaciones de calles o museos a los turistas en otro idioma. Los asiste en caso de que sean víctimas de algún delito o cuando extravían sus pasaportes. Hace y apoya en todo.

Hasta en ocasiones tiene que agilizar el tránsito o detenerlo para que crucen los peatones. Si alguien se roba algo del Sanborn’s lo mandan llamar. El cura de la Iglesia principal solicita sus servicios cuando ve gente sospechosa o durmiendo en las bancas del templo católico.

De entre sus cualidades, además de ser políglota es amable y fiel a su deber. Le gusta aprender por su cuenta. Conoce la historia de la ciudad y Coyoacán. Sabe dónde está parado. A veces funge de guía de turistas, sin serlo. Cuenta anécdotas de los antiguos pobladores a quien le pregunta o está interesado. Se ha preparado para ello.

Es un embajador del mundo, aunque no ha tenido la oportunidad de salir del país. No solo estudia los idiomas, sino que se esfuerza en conocer esas culturas. Ganas no le faltan de viajar al exterior. Le faltan los recursos. Hace poco recibió una invitación de Don Francisco para visitar Florida en Estados Unidos.

Entró la llamada directa al módulo, la transfirieron de la delegación. Me dijeron que me buscaban, cuando contesté una señorita me dijo que Don Francisco de Telemundo me quería conocer y quería entrevistarme. Le respondí que con todo gusto, pero que tenía que enviar una carta a mis jefes para que ellos me autorizaran viajar”.

Se emocionó porque sería la primera vez que viajaría fuera del país y practicaría su inglés en un lugar angloparlante. Lo invitaron a Telemundo para que Don Francisco lo entrevistara. Le dijeron que le pagarían la transportación y hospedaje, todo por tres días. Que solo debía de tener visa y pasaporte. Los tenía, pero no estaban vigentes. Años atrás, los tramitó por si algún día los necesitaba.

El problema es que la autorización por parte del entonces secretario de Seguridad Pública, Hiram Almeida nunca llegó. No le dieron permiso. No supo cuál fue la razón de la negativa. Lo único que sabe es que el equipo de Telemundo no recibió la respuesta. No pudo ir.

El tiempo que ha servido no ha tenido quejas por parte de la Secretaría de Seguridad Pública. Solo algunas peticiones le ha hecho a sus jefes. La más reciente es que le reduzcan el horario de trabajo. Los cartílagos de las dos rodillas ya los tiene muy deteriorados. Un doctor le dijo que necesitaba cirugía, sin embargo, por su edad no es recomendable. Le sugirió que si no se operaba entonces no estuviera tanto tiempo de pie.

El suboficial Orozco a sus 69 años trabaja de 9 de la mañana a 9 de la noche, de martes a domingo. Solo descansa los lunes, “porque no abren los museos”. Vive en Tláhuac. Comenta que los días laborales llega a su hogar casi a las 23:00 horas.

Pide a sus jefes que consideren su estado de salud, los 20 años que tiene de servicio y su dedicación a la corporación, para que por lo menos le disminuyan dos horas laborales, trabaje de 9 de la mañana a 7 de la noche. Descanse también los martes, ya que ese día es muy tranquilo y casi no hay turistas ni visitantes.

Dice que ya casi se jubila. Quizá el próximo año. Mientras tanto tiene que cuidar su salud. Por eso hace esa petición especial.

“Ojalá que el jefe me cambiara el horario un poco más temprano. Me ayudará. Yo hablo varios idiomas. Me defiendo. No es justo. Soy el único políglota”.

¿CÓMO SE CONVIRTIÓ EN POLICÍA POLÍGLOTA?

No se acuerda el año en que entró a la corporación. Estuvo un tiempo de servicio y decidió darse de baja e irse a vivir a Puerto Vallarta, Jalisco. Ahí trabajó en un área turística y aprendió un poco el inglés. No aguantó el calor ni lo que conlleva. No se adaptó. Se enfermó dos veces de dengue. Renunció y regresó a la Ciudad de México. Pidió su reincorporación a la policía capitalina.

Vi en el periódico Esto un anuncio que decía ‘¿Sabes hablar un idioma? Ven a prestar tus servicios al Aeropuerto Internacional’. Pensé que no lo sabía hablar bien que digamos, pero estaba seguro que igual y me daban la oportunidad. Hablé con el comandante y me dijo que tenía un problema. En el puesto de mando estaba un turista de los Estados Unidos, está muy enojado, no sabemos qué le pasó, porque no le entendemos”.

Resulta que el turista había perdido su laptop. Nadie le entendía. Lo poco que había aprendido en Puerto Vallarta lo aplicó. Resolvió el problema. Lo contrataron para trabajar en el Aeropuerto y le asignaron el área de llegadas y salidas internacionales para que pudiera apoyar a las personas de otros países.

Ese día no solo aprendió que el inglés le abriría puertas, lo haría especial y diferente. Si no que los policías no podían aceptar ninguna dádiva ni regalo. Al ayudarle al turista a recuperar su computadora personal, éste quería gratificarlo. El comandante le advirtió que tuviera cuidado en ese sentido porque había cámaras y lo podían sancionar si los superiores se daban cuenta que recibía dinero.

Después de esa y otras experiencias, Orozco quiso aprender bien el idioma inglés. No solo hablarlo un poco. Quería entender su gramática y la diferencia del británico y americano, ya que son distintos. Se inscribió en el Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (Cele) campus Mascarones de la UNAM. Antes, le pidió a su jefe que le cambiara el horario laboral, ya que tomaría clases de 8:00 a 13:00 horas. Se lo concedió.

Estudió nueve niveles en el Cele. Iba diario y después al trabajo. No alcanzó a certificarse, debido a que ya no tenía dinero para poder solventar sus clases. Él se pagó los cursos hasta donde pudo. Luego se percató que podía seguir aprendiéndolo por su cuenta. Así se hizo autodidacta. Se compró el material didáctico y es su tiempo libre repasaba las lecciones.

Cuando se le daba la oportunidad lo practicaba en el Aeropuerto. Así se dio cuenta que no solo le gustaba hablar el inglés, sino que era bueno en aprender otro idioma que no fuera el español. Después le siguió el francés, italiano, japonés, coreano.

Me convertí en autodidacta. Me metí a otro idioma: el francés. Iba estudiando en el camión, el día que descansaba. Me compraba el material y a darle duro. Me empezó a gustar. De ahí para adelante. Me empezaron a gustar los idiomas, porque vi que era bueno y sentía una satisfacción al ver que el extranjero me entendía”.

Actualmente estudia el alemán, aunque es difícil y le cuesta trabajo. Refiere que es un idioma que le gusta e interesa mucho. A pesar de ello, ya puede entablar conversaciones sencillas. “Guten tag, Wie geht es dir?”

Después del Aeropuerto Internacional lo reubicaron a lugares turísticos: al Centro Histórico en el Zócalo, Zona Rosa y desde hace seis años está en Coyoacán, donde ha brindado atención a miles de turistas extranjeros, que le reconocen su labor.

Les da gusto que un policía hable su idioma. Primero les pregunto cómo están y de dónde son en inglés, que es la lengua universal. Luego, después de qué me dicen de dónde vienen, les hablo en su idioma y eso les gusta mucho. Se sienten en confianza”.

En los seis años que lleva en Coyoacán ha ayudado a consolidar el grupo de la policía turística. A sus elementos, les da consejos y los estimula a que aprendan idiomas por su cuenta y a que estudien de manera autodidacta.

Se siente orgulloso que desde su trinchera ha puesto en alto la labor de la policía, ya que actualmente el policía mexicano tiene mala imagen.

Necesitamos más policías que hablen inglés para que así el turismo borre la imagen de los policías y agarre más confianza y se puedan acercar. Siempre estamos listos para ver lo que sucede”.

mlmt