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La fosa “líquida” elegida por feminicidas en Edomex

Entre aguas fétidas que conectan la CDMX con municipios conurbados reposan los restos de mujeres y niñas

Escrito en METRÓPOLI el

La Fosa de Agua (Debate, 2018) es el título del más reciente libro de la periodista Lydiette Carrión, y no es ninguna metáfora.

A los largo de sus casi 16 kilómetros, el Río de los Remedios ha sido, literalmente, una fosa líquida para cientos de víctimas de feminicidio, la mayoría mujeres y niñas.

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Sus aguas fétidas, flanqueadas por colonias polvorientas que padecen una honda crisis social, cruzan la delegación Gustavo A. Madero, en CDMX y los municipios de Tlalnepantla, Nezahualcóyotl y Ecatepec, en el Estado de México.

En esa entidad se centran las historias que, como rompecabezas, construye y deconstruye Carrión, que a propósito del lanzamiento de La Fosa de Agua platicó con La Silla Rota sobre el fenómeno del feminicidio.

Desde hace 9 años, en el Estado de México han sido victimadas más de 2 mil mujeres, por lo que La Fosa de Agua y las voces que ahí confluyen resultan necesarias, incluso urgentes.

-¿Qué paralelismos ves entre la problemática que vivió, en el tema de feminicidios en Ciudad Juárez, y hoy en el Estado de México?

En los 90 se hablaba de que Ciudad Juárez fue el laboratorio del neoliberalismo: trabajos precarios, desarraigo, mucha población flotante y la construcción del discurso social a partir de la mercancía. El cuerpo de la mujer entonces se vuelve también una mercancía, todo en el contexto de la paralegalidad, que es no saber dónde empiezan los grupos legales y los ilegales, lo mismo ocurre en el Estado de México. Hay muchos espacios con condiciones de vida muy precarios, donde a las personas se les trata como basura; casas sin áreas verdes, sin alumbrado, sin seguridad, sin escuelas de calidad, con mucho desarraigo también, todo esto propicia estructuras paralegales y es el cuerpo de la mujer donde se da este desahogo.

-¿Qué fue lo que deterioró en este sentido al Estado de México?

Enrique Peña Nieto fue gobernador y siempre hubo esta frivolidad, esta negación, misoginia también, tratar a las mujeres como objetos, "la señora de la casa" y su esposa (de Peña) como un trofeo y todo su discurso ayudó bastante (al deterioro mexiquense); él es la manifestación de una forma de hacer política y que tiene que ver con esta cuestión, aunque no sólo es él.

-Hubo casos de feminicidios, incluso uno serial, “ El Coqueto", ¿Se aprendió de esta experiencia en términos de investigación y justicia?

En este caso hubo una primera joven que sobrevivió. Ella puso una denuncia por violación e intento de feminicidio y dijo con pelos y señales sobre este personaje (El Coqueto) y la ruta que había tomado y no le hicieron caso. La mamá de la última víctima, Eva Cecilia, iba todos los días a buscar información sobre su hija, pues no la encontraban, y hay un momento en que de manera instintiva sale de la oficina de desapariciones y entra a la de Homicidios y ve el expediente de su hija, ¡llevaba prácticamente un mes buscándola en el mismo edificio! Por esas fechas se metió la solicitud de Alerta de Género en el Estado de México y pidieron que el transporte colectivo se evalúe, pero fue hasta 2015 cuando se activa la alerta, ya con Eruviel Ávila y es fecha que esa revisión al transporte y la inseguridad gravísima que representa no se ha hecho. Se ha intentado, se han hecho cosas, pero no.

-El feminicidio ¿ya se da en cualquier contexto? No sólo en el de pobreza sino también en ¿otras esferas sociales?

Una de las cosas de las que hablan las organizaciones civiles es la victimización en los medios; corresponde al fenómeno de tratar  a una mujer como cosa, el hecho de que use minifalda, sea extranjera, joven, o incluso novia de un narco, es lo mismo, violencia estructural contra la mujer. Las víctimas de feminicidio no se pueden defender, así de ‘yo no era prostituta’ o ‘yo no era scort, o ''sí lo era, pero ocurrió esto y nadie tiene derecho a hacerme daño’. Una de las cosas que trato de narrar en el libro, por ejemplo, en el caso de Bianca, era una niña de secundaria que quería ser psicóloga, que dibujaba estrellitas, que tenía un novio con el que tenía mil problemas, como todas, de cortar, regresar, o sea, era una niña normal, tal vez pasando un momento de confusión.

A su asesino le dieron 3 ó 4 años (de cárcel) y ahora está libre, entonces pues obedece al mismo fenómeno: cosificación de la mujer. Lo vimos en el caso de Lesby: ''Ah, es que era drogadicta, no era estudiante''.

Obviamente no es el mismo riesgo de, por ejemplo, una chava que sale de su casa en Chimalhuacán, a las 4:00 horas y que trabaja en el Poniente de la CDMX y tiene que caminar por una serie de baldíos, a una joven de sus misma edad que vive en la Del Valle y que tal vez sus padres la van a llevar a la escuela o toma transporte público a una hora un poco más razonable. Sin embargo, la misoginia está  premiada en todos los grados de la sociedad. Últimamente hay mucho riesgo de ser enganchadas en redes sociales y ahí sí se borran las capas sociales, en el caso de ser extranjeras, solas y jóvenes, hay un grado de vulnerabilidad severo y estigma.

AUTORIDADES CIEGAS Y SORDAS

Al indagar un feminicidio, las autoridades aún lo hacen desde una óptica llena de prejuicios. Una diligencia tan simple como recabar testimonios y a partir de ellos trazar una línea de investigación, puede convertirse en el primer síntoma de misoginia en los encargados de resolver un feminicidio.

-¿Qué descubriste en cuanto al trabajo de los investigadores?

Cuando investigaba el caso de Bianca algunas fuentes me decían que ella se prostituía; me pongo a ver las declaraciones y me meto al Facebook de esta niña y no veo nada de eso, está clavadísima con el novio. Era una niña. Por fin logré contactar a una amiga y accede a hablar conmigo y me dice que Bianca no era nada de eso, pero que tiene miedo a contarme porque conoce al feminicida.

Algo que me indignó es que cuando ella desaparece, todas sus amigas hablan que ella estaba bien con su familia, y cuando las autoridades entrevistan a este cuate (el feminicida), él dice ‘Bianca ya se quería ir de su casa, era una cualquiera’ y las autoridades en lugar de ver que está raro que sea el único testimonio en ese sentido, prefieren hacer caso a él y no a las amigas. Este es el ejemplo del machismo. Cinco amigas diciendo que estaba ella bien con su familia y que se quedaron de ver el miércoles con ella -el día que fue asesinada-, y llega un chavo que dice que Bianca se quería ir de su casa y le creen a él.

FRASE:

“Encantan las historias de asesinos solitarios y de teorías de la conspiración, en vez de asumir y aceptar que de la manera en que está construida la sociedad hay una misoginia estructural muy arraigada, más en contextos de violencia generalizada”.

ams