Main logo

Jesús murió de covid-19; ya no pudo conocer a su segundo hijo

Jesús, uno de los 100 mil mexicanos que falleció por la covid-19 no pudo conocer a su pequeño Darel que nació en octubre

Escrito en METRÓPOLI el

El pequeño Darel nació el 16 de octubre pasado. Pesó 3 kilógramos y con una salud excelente. Su madre, Anita, estaba feliz y triste a la vez porque este año ha sido difícil. Su pareja y padre del bebé, Jesús Rodríguez, ya no pudo ver el nacimiento de su segundo hijo. Falleció el 3 de junio pasado. Es uno de los 100 mil mexicanos que murió a causa de la covid-19.

Jesús era el tercero de cuatro hijos de la familia formada por don Rafa y doña Guadalupe.

Han pasado 5 meses de que Jesús falleció y Anita, amable, acepta compartir la historia de amor que vivió con Jesús, a quien conoció desde que ambos eran jovencitos. Él tenía 18 y ella 15. Él fue chambelán de una amiga en común. Cuando ambos se conocieron, ella inmediatamente pensó que él y ella iban a terminar juntos.

-Desde que lo vi, pensé que era para mí-, dice Anita con un toque pícaro.

Previo a la fiesta platicaban y se cayeron bien. Durante los XV años se dieron un beso y después de unos meses comenzaron a verse en casa de amigos en común. Fue cosa de algunas citas para volverse novios. Luego pasaron unos años y empezaron a vivir juntos, con el consentimiento de sus padres. Se mudaron a casa de los papás de él.

Como muchas parejas jóvenes, los primeros años de relación fueron de diversión. Iban a fiestas y a viajes juntos. Él era un bailarín consumado y sabía sacarle provecho a las pachangas, con su sentido del humor.

-También tenía carácter fuerte. Cuando se enojaba, se enojaba y era de mecha corta. 

Luego de 5 años de vivir juntos, nació su primer hijo, Derek. Debido a que había pasado tiempo desde que comenzaron a vivir juntos, las familias de ambos creían que no querían o no podían tener hijos, y aunque fue inesperado, recibieron con dicha la noticia.

Lo que más le gustaba de Jesús era su físico y su trato hacia ella. Además de ser cariñoso, era responsable. Cuando supo que sería padre por primera vez comenzó a trabajar más. Con talento para las ventas, ex distribuidor de chicles Adams y ex administrador de un estacionamiento, buscó ser su propio jefe.

Ubicó un producto nuevo para vender y optó por quesos a granel. Se levantaba a las 6 de la mañana para estirar al máximo las horas del día. Se iba a surtir desde temprano a La Merced. Desde la tarde anterior hacía la lista de pedidos que tenía y así, de manera ordenada, compraba lo necesario para llevarlo a tiendas.

Se convirtió en su propio jefe e incluso tenía un empleado. 

-No le daba pena vender. Tampoco le gustaba que lo mandaran.

Era un rasgo de su carácter. Haber estudiado hasta la preparatoria no lo limitó.

Con su hijo se llevaba de maravilla, menos cuando se jugaba el clásico Chivas-América, Jesús le iba al Rebaño Sagrado, mientras que Derek y Anita a las Águilas.

-Su hijo le iba al América y al inicio, él se enojaba. Pero después sólo se reía.

Aunque ambos se dedicaban a Derek, no dejaban de ir a fiestas, y entonces le encargaban a Derek a los papás de Jesús.

-Él era muy salsero y le gustaba bailar.

En junio del año pasado se fueron al departamento que la mamá de Anita le heredó a ella. El proyecto era que su hijo Derek tuviera su propia habitación.

En su casa Jesús compartía las tareas de cuidar a su hijo, lavar los trastes y los tenis de todos. Lo que sí no hacía era lavar la ropa. Si tenía hambre, se preparaba él mismo. Con frijoles y huevo, era feliz. A su mamá le pedía longaniza en salsa verde con quesito.

En marzo de este 2020 ella le dio la buena nueva a Jesús: que iba a volver a ser papá. Él se puso feliz.

-En una fiesta les dijo a todos que iba a ser padre de nuevo.

LA PANDEMIA

Cuando comenzó la pandemia, como miles de mexicanos, no utilizaba cubrebocas. Si ahora las autoridades federales aún cantinflean en cuanto a recomendar su uso, al inicio de la emergencia sanitaria decían que no era necesario.

Lo que sí hacía era que al llegar de trabajar se bañaba. Era cuidadoso, pues Anita ya estaba embarazada y además él era el encargado de hacer las compras para la comida y la despensa. A fines de abril regresaron a casa de los papás de él para que Anita tuviera un poco más de cuidados y de ayuda.

A Jesús le preocupaba la situación causada por la pandemia. Pero para mantener a su familia debía salir a distribuir los quesos.

-Él no dejó de salir por su trabajo.

Comenzó a salir con cubrebocas y sin ocultar su preocupación.

Un día llegó menos preocupado.

-Un cliente le dijo que su patrón había ido a una consulta y que el doctor que lo atendió le dijo que era mentira. Chucho se relajó.

Continuó saliendo protegido. Pero su escepticismo comenzó a aflorar. Se preguntaba por qué no se veía a familias de personas contagiadas, de los fallecidos, por qué no salían en la televisión.

-Ahí cambió, pero sin dejar de usar su cubrebocas.

Sin embargo, en mayo, que será recordado como el mes más mortal en la Ciudad de México por el número de casos de contagios y muertes por covid-19, fue también cuando Chucho comenzó a presentar síntomas de la enfermedad.

Los ojos y la frente comenzaron a dolerle.

Al inicio ella misma creyó que como él era propenso a enfermarse de las vías respiratorias y no presentaba tos ni fiebre, esos síntomas no significaban que estuviera enfermo.

Pasaron 3 días y el dolor de ojos y frente persistió y comenzó a tener fiebre. Pero el sentido del deber de Chucho lo empujó a trabajar, pese a que su mamá le pidió que mejor ya no fuera.

-Él fue, por su responsabilidad con los clientes - cuenta Anita, sin ocultar su tristeza por recordar esos días.

Ella veía que él ya estaba preocupado, ensimismado. Deduce que él quería que no se preocupara.

Fueron con una doctora amiga de familia que luego de revisarlo le diagnosticó que lo más seguro es que fuera covid-19. Le pidió aislarse.

Anita le propuso que él se quedara en casa de sus papás para que lo cuidarán y ella, embarazada, regresara al departamento  que le dejó su mamá.

Él se enojó, lo tomó a mal y le cambió la propuesta. Él se iba al departamento y que ella se quedará con sus papás. Pero pocas horas después Jesús la llamó. Ya era de noche. Le habló para comentarle que su mamá le pidió regresar. Aceptó y se aisló en una recámara.

HABLAMOS AL 911 Y NOS DIJERON QUE NO ERA ESO

Lo cuidó, pero él comenzó a sentirse peor y a Anita le pidieron ya no estar en contacto con él. Pasaron unos 5 días así.

-Estábamos preocupados. Él se bañaba más de una vez al día porque tenía 39 grados de temperatura y la fiebre no se le bajaba. Hablamos al 911. Queríamos ayuda. Nos dijeron que no era eso.

Luego recurrieron a una prima que es estudiante de medicina y les recomendó hacerse una radiografía del tórax para ver si el coronavirus ya había invadido el pulmón.

El único laboratorio que hallaron abierto fue la Prensa, en la colonia Guerrero.

-Desde que vieron la placa, vieron invadidos sus pulmones.

En la casa todos estaban preocupados, los papás de Jesús y sus tres hermanos.

Él aún tuvo el temple de llamar a Anita. Lo hizo de recámara a recámara, por su aislamiento. Le pidió que no se preocupara, aunque él ya tuviera la enfermedad.

Alguien les recomendó un infectólogo, quien lo diagnóstico como grave y que necesitaba ir al hospital.

-Me mandó un mensaje. ‘Ya que estoy malo, quiero que sepas que te amo’, me escribió -recuerda Anita, con lágrimas que no puede contener.

El 25 de mayo su hermano Rafa lo llevó al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) por consejo del infectólogo. Ese día había una protesta de parte del personal médico que pedía más recursos materiales para enfrentar a la pandemia, y eso favoreció para que recibieran a Jesús.

Todavía desde el INER, Jesús llamó a Anita y le dio algunas indicaciones sobre su trabajo, su material y su empleado.

-Me mandó foto de cómo estaba con el oxígeno. Traía bata y gorro. Luego me avisó que ya le iban a quitar el teléfono.

Por la gravedad de sus síntomas, fue intubado el mismo día en que llegó. Su familia estuvo al pendiente de lo que los médicos le pidieron, como una medicina que era escasa y costaba 10 mil cada dosis y de un colchón de presión alterna y unos cojines para que él estuviera en una posición que no fuera tan incómoda para su cuerpo. Durante esos 10 días el diagnóstico se mantuvo grave, pero estable, pero después se agravó y el 3 de junio falleció.

Su papá Rafa también se contagió, ya que él limpiaba la recámara donde se aisló su hijo. Pocas horas antes de que le avisaran a la familia que Jesús había fallecido, él ingresó a un hospital privado. Nadie le dio la triste noticia. A la semana, don Rafa también falleció.

Han pasado los meses y Anita cada día recuerda a Jesús. Al igual que su padre, también practicaba frontón, pero su pasión era el fútbol, que incluso practicaba los miércoles y jugaba como defensa.

Los rosarios fueron virtuales, para evitar la posibilidad de contagio. Pese a la distancia, la tristeza y el dolor también se transmitían a través de las pantallas.

Pero el 16 de octubre una parte de Jesús tomó vida en su bebé, quien pese a no haber cumplido el mes, su rostro es muy parecido al de su padre.

-Lo que más extraño de él es que no esté con nosotros, concluye Anita.

fmma