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Intercepciones telefónicas, claves para el golpe en Tepito

No se sabe por dónde escapó “El Lunares” pues aunque dentro de una de las viviendas había un túnel de unos 30 metros de longitud que conducía hacia la calle Estaquillo

Escrito en METRÓPOLI el

El teléfono de Óscar “El Lunares” lo tenía intervenido la Marina desde hace poco más de un mes.

La georreferenciación de la señal apuntaba al 33 de la calle Peralvillo, un complejo habitacional en pleno barrio de Tepito, con unas 90 viviendas, diferentes entradas y salidas a las calles Estanquillo y Jesús Carranza.

Hacia allí fueron concentradas las cámaras del C5 que captaron, un par de ocasiones, al líder narco que se asomaba por un acceso y se metía nuevamente a la unidad habitacional.

Su más reciente número telefónico, aseguran fuentes de la Procuraduría capitalina, fue obtenido poco después del 10 de septiembre pasado, tras un operativo en el 9 de Labradores, el cual era controlado por un rival de “El Lunares”.

Según la carpeta CI-FCIN/AOP/UI-3C/D/00068/09-2019, a la que LA SILLA ROA tuvo acceso, ese 10 de septiembre se incautaron 3 y media toneladas de marihuana, lo que representó uno de los decomisos más grandes de los últimos diez años. Una enemistad proporcionó su número a la Marina y Procuraduría local.

Fue así como desde los primeros minutos de este martes, agentes de Investigación ubicaron a “El Lunares” dentro del 33 de Peralvillo, el cual ya se sabía era regenteado por él, luego de que en marzo fueran colgadas algunas mantas en calles de Tepito que buscaban exhibirlo.

Su fotografía y algunos de los puntos que dominaba, entre ellos el 33 de Peralvillo, fueron mencionados en las mantas dirigidas a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Un grupo de élite conformado por marinos y agentes de Investigación adscritos al Grupo Especial de Reacción e Intervención irrumpieron en el complejo cerca de las 1:30 horas, aunque el operativo se montó desde las 23:00 horas en los alrededores, con 600 elementos preventivos y 147 de la Marina.

No hubo ni un solo disparo: los colaboradores de “El Lunares” se rindieron, pese a que poseían 13 armas cortas, 7 largas, dos granadas y un lanzagranadas.

“No queremos pedo, no queremos pedo”, exclamaron a los efectivos apenas se hallaron rodeados, confirmó personal entrevistado por LA SILLA ROTA. Eran Alejandro Kuhliger Flores, quien dijo ser de los Reyes La Paz, Estado de México; Irving Willie Flores Díaz, que aseguró vivir en la colonia Maza, alcaldía Cuauhtémoc; Jorge Alejandro Jordán Godínez, quien afirmó ser estilista; y Daniel Badillo Martínez, encargado de vigilar toda la unidad, donde pasaba las 24 horas desde hace unas semanas.

Alejandro K

Daniel B

Jorge A

Irving

No se sabe por dónde escapó “El Lunares” pues aunque dentro de una de las viviendas había un túnel de unos 30 metros de longitud que conducía hacia la calle Estaquillo, medía 50 centímetros de ancho y 1.20 de alto, el sospechoso pudo evadirse también por las azoteas, donde hay tendedores de ropa que obstruyen la visibilidad de las cámaras del C5.

Además de los cuatro detenidos que se presume eran del primer círculo de “El Lunares”, otras 27 personas fueron arrestadas, pero no se ha aclarado su situación jurídica, pues la mayoría dijeron ser simples habitantes del complejo.

Dos apartamentos estaban habilitados como laboratorios caseros para procesar metanfetamina, donde había 50 kilos de precursores químicos y 4 de “cristal" listos para su venta.

Había de igual manera 2.5 toneladas de mariguana repartidas en nueve domicilios, 20 kilos de cocaína sin cortar y un millón y medio de pesos en efectivo.

La operación mermó a “El Lunares”, quien es aliado de la Unión de la B, mas no miembro oficial del grupo delictivo fundado en 2010 con ayuda del cártel de los Beltrán Leyva.

Los informes de Inteligencia elaborados por la PGJ señalan que empezó como distribuidor de drogas de Francisco Javier Hernández Gómez “Pancho Cayagua”, asesinado en 2017, y que posteriormente se erigió como independiente, hasta que la Unión de la B lo obligó a pagarle una cuota para dejarlo operar.

Fuentes de la Procuraduría señalaron que su teléfono, evidentemente, dejó de emitir señal poco antes de la irrupción de las fuerzas policiacas, por lo cual se sospecha que fue avisado por algún servidor público.

“Evidentemente si se aseguró esa cantidad de armas en una zona tan céntrica de la ciudad y esa cantidad de droga, gozaba (“El Lunares”) de protección de alguien, de alguna autoridad de Ciudad de México y es lo mismo que estamos investigando en colaboración con la Procuraduría.

“No vamos a ocultar (la protección) de ninguna manera y vamos a transparentar cuando tengamos exactamente definido quiénes son los que protegen a estos grupos criminales”, admitió Omar García Harfurch, titular de la Policía capitalina en conferencia de prensa.

Todo fue ejecutado amén de una orden de cateo obsequiada por un juez penal, pero no se ha especificado si “El Lunares”, relacionado con homicidios y extorsiones, cuenta con una orden de aprehensión.

Se le ha achacado el ataque a tiros del presunto líder de narcomenudistas en Tepito Carlos Villafán y su esposa, la cual murió,  perpetrado en febrero pasado en Azcapotzalco, además del secuestro de taquero de 22 años de edad, ocurrido en abril pasado en la esquina de Caridad y González Ortega.

Se trataba de Felipe “El Karm”, a quien cómplices de “El Lunares” señalaron como una de las personas que lo habían delatado ante las autoridades y que incluso participó en colgar las mantas que exhibían los escondites del narco.

En las bodegas donde “El Lunares” escondía las drogas, se levantó una “prenda” o altar de la religión Yoruba a Ochosi, una deidad con la que se hace un pacto para recibir protección; allí descansaban cráneos humanos ensangrentados, amuletos, máscaras y un Palo de Mayombe, que es una manera de referirse a la religión Yoruba del Golfo de Guinea y a la magia y ritos que conlleva su práctica.

Fueron tomadas muestras por peritos para definir la antigüedad de los restos y así descartar que pertenezcan a muertos recientes, pues para estos altares se suelen comprar los cráneos y huesos a vigilantes de cementerios.