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Humbertus Pérez, así lo convirtieron en “culpable”

A unas horas de haber dejado la prisión, Humbertus Pérez relata lo que fue vivir 4 años y 2 meses recluido por un delito que no cometió

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Escrito en METRÓPOLI el

"Veía el tráfico y pensé que disfrutaba ver eso. Veía los autos, los edificios, hasta hace dos días solo veía una celda", dice pensativo Humbertus Pérez, a unas horas de haber dejado el Centro Penitenciario y Reinserción Social Nezahualcoyotl Norte, en La Perla, Estado de México, donde estuvo los últimos meses, aunque pasó en el Penal de Chiconautla la mayoría de los 4 años y 2 meses recluido por un delito que no cometió.

"Son las 3 de la mañana y no me puedo dormir. Mi celda estaba iluminada todo el día, no tenía radio, no tenía reloj. Es muy difícil salir de un penal y a los días adecuarse". 

¿Quién le pagará ese tiempo recluido después de haber sido declarado totalmente inocente?

La historia de José Humbertus Pérez, un hombre de más de cincuenta años, de piel morena  y mirada ecuánime,  se cuenta en episodios: maestro del Instituto Politécnico Nacional que decidió emprender una lucha desde 2008 contra las constructoras y financieras que ofrecieron a los usuarios casas de mala calidad  y sin servicios. Empezó con la suya, en Tecámac, Estado de México, y creó el Frente Mexiquense en defensa para una Vivienda Digna, A.C. Logró en varios años amparos para no pagar hipotecas de viviendas que fueron hechas con materiales de pésima calidad y que no tenían los servicios municipales terminados, responsabilidad que involucraba también a las autoridades locales, especialmente al alcalde de Tecámac, Arón Urbina Bedolla.

El episodio dos, se dio especialmente con otro triunfo: el apoderado legal de la constructora URBI, Jaime Mungarro, fue detenido el agosto de 2015 acusado de fraude. En octubre de ese año, el Frente denunció, con base en los mismos delitos que se imputaron a los representantes legales de URBI, al alcalde de Tecámac Arón Urbina Bedolla por los delitos de fraccionadores, y por hacer la simulación de entrega de casas y servicios para esas casas de URBI. El munícipe es aliado político del entonces gobernador Eruviel Ávila Villegas. 

Este capítulo duró poco. A partir del mes siguiente la historia se tornó negra: "Tuve una advertencia de un abogado que estuvo en una reunión donde se tomó la decisión entre Eruviel Ávila Villegas, Arón Urbina Bedolla y representantes de hipotecarias de detenerme por algún delito". Humbertus dio, el 4 de noviembre de 2015, una conferencia de prensa para anunciar lo que sabía y justo cuando acabó fue detenido por un convoy de policías ministeriales del Estado de México. 

"Me llevan hasta el Desierto de los Leones. Me hacen cuatro prácticas de tortura por asfixia; me llevan a Toluca, me cambian de patrulla y después me ingresan al penal de Chiconautla (Ecatepec)", recuerda con la mirada hacia el fondo de algo que no es fácil percibir. Está ahora en las oficinas de La Silla Rota, intentando recordar paso a paso de lo que ocurrió estos más de 4 años con su vida.

Al ser cuestionado por La Silla Rota sobre la fábrica de culpables y la liberación de Humbertus Pérez, el ex gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, manifestó que respeta la decisión del Poder Judicial local.

“Le agradezco mucho la atención.  El haberlo procesado y haberlo liberado fue una decisión del Poder Judicial local. Las cuales respeto. Esa es mi postura”, remarcó el exmandatario estatal.

Una vez detenido, le notificaron que estaba acusado de robo a casa habitación con violencia. De robarse un celular, dos botes de pintura y una computadora. Le fabrican otra carpeta con otro robo a la casa de al lado, "dos robos en menos de 10 minutos". 

La orden de aprehensión, sin embargo, es por robo a transporte de carga. "Hablan de un arma de fuego que jamás acreditan; por la supuesta computadora que me robé presentan como comprobante de que existía un estado de cuenta en copia simple; por el celular una copia simple de una supuesta garantía".  Y así, las inconsistencias se acumulaban. Podría pensarse que en unos días dejaría la prisión, que no habría juez que sostuviera tal caso. Pero no fue así.

Humbertus viviría otra faceta de su vida los siguientes 4 años.

La "Revolución azul" 

Una vez dentro del penal Humbertus fue amenazado, dice, por parte de gente enviada por el gobernador y el alcalde. "No podía dormir por miedo a que me mataran en la madrugada". 

Su esposa y su hijo también recibieron amenazas, por lo que decidieron en familia que era mejor que no lo visitaran. "Saldría pronto", pensaba. Pero no fue así.

¿Cómo pasa sus 24 horas recluido un maestro del Politécnico y activista social? ¿Cómo cambia sus luchas, aulas, estudiantes, por una celda de 4 por 6 metros con 100 reos dentro?

Humbertus empezó a conocer a sus compañeros del penal y encontró en muchos casos un patrón: las pruebas por las que estaban recluidos carecían de total sustento y muchos eran falsos culpables. El Estado estaba encarcelando inocentes para encontrar culpables pronto a los delitos que cada vez iban al alza. Así bajaba el nivel de impunidad. 

"Desde las carpetas de investigación comencé a ver que no había cadenas de custodia como lo establece la norma; no había peritaje que sostuviera el delito de violencia; me doy cuenta que están fabricadas las carpetas por machotes y delitos", explica. Una red que tenía testigos comprados, supuestos denunciantes que nunca aparecían en persona, y de métodos para fabricar pruebas.

Entonces dedicó sus tardes a lo que llamó  la "Revolución Azul", un grupo de internos que estudiaban sus propios casos, porque la mayoría de sus abogados de oficio los había abandonado. Que aprendieron a defenderse, a recurrir a otras instancias y finalmente lograron salir. La Silla Rota en conjunto con Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad documentaron cómo se creó una "fábrica de falsos culpables" en el Estado de México para bajar los índices de impunidad aunque los casos fueran inventados, tal como lo reconoció en un video filtrado a redes de un alto funcionario de la entonces Procuraduría. 

 “¡¿Quién dijo que los delitos no son inventados?! ¡Eso de toda la vida, hombres! (…) ¡De diez asuntos tienen que ganar ocho y perder dos!”, ordenó en abril de 2016 el entonces fiscal de Litigaciones,  Fernando Ulises Cárdenas Uribe. Y la orden se cumplió. La investigación publicada en junio de 2019 demostró  (gracias a la realización de más de 100 solicitudes de información pública, entrevistas y obtención de documentos) que de los 26 mil 542 juicios que tuvieron una sentencia, 82.6% fueron condenatorias y 16.2% absolutorias en el periodo de Eruviel Ávila; es decir, una cifra muy cercana a la que en el video solicita el funcionario a sus subordinados. 

Aún así, en esos años de reclusión Humbertus logró que varios lograran su libertad. 

"Por el derecho al brazalete electrónico, que nadie conocía, salieron más de 300; y por demostrar que eran inocentes más de 20", detalla. Pero Humbertus no lograba salir. A él le habían fabricado tres carpetas por robo con violencia y a los 3 años, cuando estaba ganándolas le fabricaron otro delito. "Me señalaron de extorsión, que yo extorsionaba en la cárcel". Lo que cerró la puerta de la esperanza de retomar su libertad y abrió  la del "calabozo" en el que debió permanecer recluido un año más. 

¿Quién devuelve 4 años de vida perdida? 

Humbertus habla sin parar. Con una precisión en datos y términos jurídicos que parecería que ha estudiado toda una vida sobre ello. Conoce de memoria las causas penales, los artículos en las leyes y el nombre y apellido de los funcionarios  y jueces que han sido personajes en esta historia. No parecería que tiene dos días de retomar la libertad. "Ayer tenía una entrevista, pero se canceló; no me importó porque para llegar al lugar fueron casi dos horas y en esas dos horas vi el mundo de nuevo. Preferí eso que estar encerrado en una celda", cuenta. 

En esa celda, donde vivía apretado con 100 internos, todos sabían que había que pagar por todo, en un mercado clandestino en el penal de Chiconautla donde todo tiene un valor de cambio. "Hay que pagar por que te dejen salir de la celda, te dejen ir al baño, te guarden la comida... por todo. En muchos casos, el grupo que formamos el grupo de Presunción de Inocencia decidimos no pagar en esa cadena de corrupción, lo que les generaba pérdidas de miles de pesos a los custodios".

Humbertus pasó 4 años y dos meses recluido hasta que el pasado 28 de enero se dictó su libertad al determinar que era totalmente inocente de todos los cargos. 

Pero el daño estaba hecho. En ese tiempo su salud empeoró; tiene una atrofia cerebral que avanza, problemas de columna y otros padecimientos que adquirió en prisión. Su hijo perdió un año de universidad por vivir escondido y su esposa debió vivir a salto de mata también, asilada en varias viviendas por miedo a que cumplieran las amenazas de muerte contra ella. En ese tiempo, también, murió la madre de Humbertus y a él se le negó la oportunidad de asistir al funeral, a pesar del aprobamiento de un juez. 

Su hijo tuvo crisis de angustia.

Dejó de percibir su salario como maestro  y otras actividades. Perdió su tranquilidad, dentro y fuera.

Ahora está en proceso de iniciar una demanda contra el Estado por los daños y pérdidas. 

"Estamos en los recursos de reparación del daño, tendrían que pagarme sueldos caídos y otras cosas... los daños a mi salud. Lo voy a hacer porque eso tiene que ser una cultura del mexicano, ir contra los excesos del Estado. Voy a pedir la investigación al juez y  a los magistrados también,", señala directo.

También tiene pensado volver a dar clases en el Politécnico Nacional, y sobre todo, seguir con la lucha por la vivienda digna y por denunciar las fallas en el nuevo sistema de justicia penal, así como la injusticia en los sistemas del estado que encarcela inocentes.

"Como verás, físicamente era uno antes de entrar al penal y ahora soy otro. A mis 56 años tampoco puedo pedir mucho, pero sí estoy disminuido", dice con un tono de voz tambaleante, como si no le gustara hablar de ello.  Contrario a lo que sí le gusta y de lo que hablar alto: su lucha por ayudar a los demás y denunciar las injusticias. Una bandera que aunque ya le costó la libertad seguirá sosteniendo hasta que la vida se lo permita.  

(Frida Mendoza)