La escultura ecuestre de Carlos IV, conocida como El Caballito, volverá a ver la luz a casi cuatro años de que fue dañada en 45 por ciento de su superficie con ácido nítrico.
Este miércoles el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) develará al monumento restaurado por sus especialistas, con un proyectó que demandó 5.5 millones de pesos.
El septiembre de 2013 el Gobierno de la Ciudad de México contrató a la empresa Marina Restauración para que interviniera la escultura, pero terminó dañándola.
De acuerdo con el dictamen del INAH, a la efigie de Carlos IV se le aplicó ácido nítrico con cepillos de acero, lo que eliminó la pátina, que es un recubrimiento de óxido color verde.
Por ello, la escultura adquirió un tono crobrizo. En palabras de Jannen, Contreras, restauradora del INAH, es como si le hubieran aplicado un peeling facial con ácido y con ello perdió su epidermis.
Esta obra de Manuel Tolsá tiene 214 años de antigüedad y está ubicada en la calle de Tacuba, frente al acceso principal del Museo Nacional de Arte, en el Centro Histórico.
De 1803 a 1824 estuvo en el Zócalo capitalino, luego fue trasladada al patio de la antigua Real y Pontificia Universidad de México, donde permaneció hasta 1852.
Posteriormente se colocó en Reforma, al cruce con Bucareli, donde hoy hay una obra de Sebastián también conocida como El Caballito; desde 1979 la escultura ecuestre está afuera del Museo Nacional de Arte.
fmma