“Es mi hijo el que está aplastado ahí”, afirmó con una mirada triste don Efraín Juárez Calzada a medios de comunicación.
Con esa frase se refirió a que la "ballena" que la noche de este 3 de mayo cayó en el tramo de las estaciones Olivos y Tezonco, de la línea 12 del Metro, había impactado el auto negro en que viajaba su hijo, albañil como su papá.
Don Efraín estaba seguro que su hijo seguía ahí, pues quien le había avisado de que permanecía en el auto fue su nuera, quien milagrosamente había sobrevivido. El albañil sabía que su hijo ya estaba muerto, pero quería recuperar su cuerpo lo más pronto posible. El problema es que las autoridades no le daban permiso de verlo ni le daban información de cuándo lo sacarían.
Afirmó que el carro negro que se observa en el video del C5 donde se ve de la caída de la trabe de la Línea 12 del Metro, es el de su hijo. Aunque está seguro que ya falleció, pidió que lo saquen pronto.
A raíz de la noticia del auto aplastado por la ballena, la esposa de don Efraín había sido hospitalizada en el hospital San Angel Inn, ya que además es una persona con diabetes.
A pregunta expresa, don Efraín dijo que sí podría demandar al gobierno de la ciudad. Acompañado de otras personas, estas le recordaron que quien mandó a construir la línea 12 fue el ex jefe de gobierno y ahora secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.
“Si una parte de las ballenas colapsó, Imagínese las demás pinches ballenas”, dijo con coraje un hombre de barba de candado y gorra azul que acompañaba a don Efraín.
Mayté era otra persona que estaba en la avenida Tláhuac en la espera de información sobre su nieto Brandon Giovanni Hernández Tapia de 13 años. El adolescente venía en el Metro con su papá, Rigoberto Quiroz Hernández, quien ya estaba internado en el hospital de Balbuena.
Pero de Brandon Giovanni no había noticias y eso era lo que tenía angustiada a su abuela.
Otra persona desaparecida era Miguel Ángel Espinosa Flores, de 42 años, quien abordó la estación Periférico Oriente como a las 10 de la noche.
“Hasta ahorita no sé nada, no me he comunicado con él y familiares y amigos tampoco saben nada de él”, dijo su esposa.
Agregó que nadie le había ayudado hasta que se acercó a los medios de comunicación.
FUE ALGO MUY IMPRESIONANTE
Marisol, vecina de Los Olivos y quien trabaja en un Vips frente al Metro, describió a La Silla Rota cómo se escuchó el accidente ocurrido a las 22:20 horas de este 3 de mayo.
“Se oyó un trueno muy fuerte, muy feo. La gente volteó y sí nos espantamos. Uno no se acerca porque menos ayuda el que más estorba. Los hombres comenzaron a acercarse y las personas que fallecieron comenzaron a acumularse”, dijo.
“Fue algo muy impresionante”.
Cuando comenzaron a sacar a las personas que estaban dentro del convoy, estas iban en shock, gritando y llorando, añadió.
El accidente causó que hubiera miles de persona sen avenida Tláhuac a la altura de las estaciones Olivos y Tezonco. Algunos caminaban para seguir a pie su camino a sus casas, otros iban sólo a curiosear. Había ambulancias estacionadas al lado de las banquetas, así como camionetas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana , de la Guardia Nacional y hasta de la Policía Federal.
También había una de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México. Cuando acabó el retiro de heridos, policías replegaron hacia las banquetas a los curiosos para dar espacio a una enorme grúa. Cierto o no, los de Protección Civil alertaron a los ciudadanos a que la zona estaba resentida y con eso los persuadieron de moverse unos metros, que las autoridades aprovecharon para poner un nuevo cinturón de seguridad.
Conforme avanzó la noche los curiosos comenzaron a retirarse. Pero mientras lo hicieron algunos se pusieron a conversar sobre la Línea 12, lo costosa que había sido, lo defectuosa que salió, las advertencias que ellos mismos había hecho pues diario la usaban. Aparecieron algunos vendedores de dulces, que encontraron entre los policías a sus potenciales clientes.
Como ocurre en las tragedias, se asomó a su vez la generosidad y un par de jóvenes, un hombre y una mujer, llevaron café y lo ofrecieron a quienes lo deseaban, y hasta unos panes repartieron.
A eso de las 2 am llegó una enorme grúa que comenzó a levantar unos bloques, pero la ballena partida en dos parecía inamovible. A las 3, como si hubiera una orden de por medio, diversas camionetas de autoridades iniciaron la retirada, pero no abrieron la avenida, y no hay fecha para hacerlo.
cmo