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Entre el entumecimiento psicológico y el terror por la covid-19

Las cifras crecen y no parece espantar a muchos que salen a la calle sin cubrebocas, como si no les importara, en caso extremo, aumentar la lista de fallecidos

Escrito en METRÓPOLI el

México está a punto de llegar a los 100 mil muertos debido a la covid-19. Desde el primer caso oficial, de la primera persona cuyo cuerpo colapsó ante el coronavirus, del 18 de marzo, a cuando llegue la fatídica cifra, que seguro será la próxima semana, habrán pasado 8 meses.

Un lapso donde hemos conocido a algunos de los que forman parte de esa estadística, directa o indirectamente. Una lista de nombres integrada por mujeres, hombres, jóvenes, personas adultas mayores, niños, niñas a quienes ya no veremos nunca más.

Son las personas que podrían caber en un mitin en el Zócalo, en un estadio de futbol de los más grandes, o que podrían conformar algún municipio mediano. Todos ellos, con sus nombres, sus apellidos, sus sueños, sus afectos, sus pagos de impuestos, sus secretos que ya no están aquí.

Por eso cuesta trabajo observar que a veces, a ratos, pareciera que a nadie escandaliza tanto mexicano fallecido. Es cierto, es un virus casi desconocido, en muchos casos mortal. Tampoco somos el único país afectado por la pandemia.

Estados Unidos, otrora una potencia líder en materia de salud y otros aspectos, tiene 244 mil fallecidos. Luego le siguen Brasil y después la India, con 164 mil y 128 mil, respectivamente. Y en cuarto lugar a nivel mundial nuestro país, hasta este 13 de noviembre, 97 mil.

Pero las cifras crecen y eso no parece espantar a muchos que abordan el Metro o salen a la calle sin cubrebocas, como si no les importara, en caso extremo, engrosar la lista.

Algunas personas incluso comentan que la cifra de personas que han muerto por coronavirus “son pocas” si se considera que en el país hay más de 127 millones de mexicanos. Una idea que parece increíble, porque así fuera sólo una persona la que falleció, sería una gran pérdida.


Llama la atención que a pocos escandalice escuchar que estados como Chihuahua llegaron al grado de estar saturados y no poder recibir ni a una persona más, aunque después se trató de ampliar la capacidad hasta con hospitales móviles.

La situación se está replicando en Durango, que actualmente ya rebasó a Chihuahua en ocupación, pero aunque estamos en el mismo país, pareciera que para muchos estos indicadores son ajenos.

Seguramente padecen entumecimiento sicológico. Sus emociones se entumecen, su sensibilidad disminuye. El tema no les importa. Porque al inicio de la pandemia había el ánimo para resistir. Al fin que pasando mayo esto va a bajar, se nos decía.

Pero ha trascurrido mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre y en noviembre en la ciudad puede que en lugar de avanzar al semáforo amarillo, regresemos al rojo.

Porque nadie nos preparó para conservar el equilibrio emocional, porque del otro lado del entumecimiento está el terror. Y quizá sea mejor cerrar los ojos. Nuestro entumecimiento emocional nos protege. Porque si escuchamos bien, las camas de hospitales han comenzado a ocuparse, poco a poco pero en una tendencia hacia arriba. Y eso es aterrador.

Porque si nos detenemos a reflexionar, tiene su lado espantoso que sumemos en la capital 21 semanas en semáforo naranja. Casi medio año, empantanados entre tratar de sacar adelante la economía y para eso permitir abiertos negocios con alfileres, y por el otro lado, observar que poco a poco hay más gente en el Metro y que entre las personas va avanzando la apatía para ponerse un cubrebocas y de los policías para pedírselo. O que en el mercado comerciantes así como marchantas ya llevan el cubrebocas debajo de la nariz, o los que terminan de comer en un local se pasean como si por llevar su barriga llena, tuvieran derecho a contagiar.

En eso se ha convertido vivir: entre el entumecimiento sicológico de relajar las medidas pese al aumento de casos y a que miles de personas como nosotros ya fallecieron, o vivir entre el terror de buscar obsesivamente quien no cumple las restricciones sanitarias y alejarse, imaginar que el virus flota en cualquier lado, y para rematar, escuchar las noticias que poco a poco develan que esto puede durar todo el 2021.

La jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum en su mensaje lo dijo muy bien.

-Todos estamos hartos del covid, pero no quiere decir que bajemos la guardia.

Sí, estamos cansados ya del covid, pero el virus no lo está, y él va por personas, no por estadísticas.

fmma