El 17 de junio del 2018 es un día que los mexicanos recordarán por mucho tiempo, ya sea porque era Día del Padre, por la victoria de la Selección Mexicana a Alemania en su debut en el mundial de Rusia o porque ocurrió uno de los crímenes más sangrientos en la Ciudad de México.
La madrugada de aquel domingo las autoridades capitalinas fueron alertadas sobre un hallazgo al norte de la Avenida Insurgentes, la principal vialidad de la ciudad.
El cuerpo de dos personas desmembradas fueron abandonados sobre dicha avenida en el Puente de Nonoalco, a la altura de Tlatelolco.
Desde el inicio de la llamada “guerra contra el narco” estos escenarios lamentablemente se convirtieron en una cotidianidad en el país, sin embargo, la Ciudad de México había estado lejos de tal brutalidad, era una especie de oasis ante la violencia de los cárteles.
En ese sentido, los desmembrados de Insurgentes eran un triste parteaguas en materia de seguridad en la capital del país.
En 3 minutos y 56 segundos, los cuerpos fueron abandonados, crimen en el que estuvieron involucrados en dos vehículos, un camión de volteo y un automóvil blanco con quemacocos, según videos del C4 conseguidos en su momento por La Silla Rota.
Sin embargo, durante el abandono de los restos, las cámaras apuntaron a otro lado.
Las dos víctimas de este brutal hecho fueron identificadas como Alfonso Delgado Pérez y José Francisco de Jesús Oropeza, ambos señalados como miembros de “La Fuerza Anti-Unión”, una banda criminal que desató una guerra contra “La Unión Tepito” en el centro y norte de la Ciudad de México.
“La Fuerza Anti-Unión” era liderada por Jorge Flores Conchas, alias “El Tortas”, quien se enfrentó durante varios meses por el control de la droga en el corazón de la capital de Roberto Moyado Esparza, “El Betito”, jefe de “La Unión Tepito”.
El objetivo de “El Tortas” era derrocar a “El Betito" y tomar sus territorios de influencia, como Tepito, el Centro, Insurgentes Norte-Sur, el corredor Roma Condesa y parte de la delegación Iztacalco.
Innumerables enfrentamientos, secuestros y asesinatos dejó el desencuentro entre ambas bandas criminales.
Entre las bajas de la organización de “El Betito” a manos de miembros de la banda de “El Tortas” destacan Omar Sánchez Oropeza, “El Gaznate”, y Juan Iván Arenas Reyes, “El Pulga”.
En venganza, “El Betito” raptó a dos hombres bajo el mando de “El Tortas” y descuartizó sus cuerpos abandonandolos en Insurgentes.
La guerra entre ambos personajes continuó hasta agosto del 2018, dos meses después del violento escenario en el Puente de Nonoalco, cuando “El Betito” fue detenido por elementos de la Policía Federal en una lujosa residencia en la colonia Rincón del Pedregal, en la alcaldía Tlalpan, al sur de la Ciudad de México.
Luego, poco menos de un año después, en mayo del 2019, “El Tortas” fue capturado, también en una nada modesta mansión, también en Tlalpan.
Desde entonces la violencia entre las organizaciones criminales no desaparecieron, pero sí disminuyeron considerablemente.
Dos años después de los desmembrados de Insurgentes, “El Tortas” fue sentenciado a ocho años de prisión por delitos contra la salud y posesión de armas de fuego de uso exclusivo del ejército.
#FGR, a través de #SEIDO, obtiene sentencia de 8 años de prisión en contra de Jorge “F”, Lucino “C” y Mireya “H” por ser penalmente responsables de los delitos de contra la salud; y posesión de arma de fuego y cartuchos para armas de fuego de uso exclusivo https://t.co/KS5D5KWWpF pic.twitter.com/JZ4wqOcZ0h— FGR México (@FGRMexico) June 18, 2020
“El Tortas” se encuentra en el penal del Altiplano, en el Estado de México; “El Bebito”, por su parte, está en el Reclusorio Oriente, en la Ciudad de México, a esperas de ser sentenciado.