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El tío Abel sobrevivió al alcoholismo, pero no a la covid

Cuando se enteró de la existencia de la pandemia, el tío Abel dijo "me voy a ir al monte para que no me alcance el virus" pero no fue suficiente

Escrito en METRÓPOLI el

NEZAHUALCÓYOTL.- El tío Abel le decía a su familia que se iría a refugiar al monte, ahí donde está la mariposa monarca, para no ser alcanzado por la covid-19 y aunque aparentemente estaba aislado en un pueblo de Michoacán, la enfermedad le llegó por un familiar que se contagió en la fábrica en la que laboraba. 

Abel Mateos Medina, hombre recio, acostumbrado a las actividades del campo, el lunes 16 de noviembre habría cumplido 78 años, pero aún así, cortaba leña como todo un joven, sembraba y se conservaba como en sus mejores tiempos. 

Abel fue hijo de Urbana Medina (nacida en 1921) y de Jesús Mateos (1917), campesinos michoacanos que durante su niñez vivieron la pobreza extrema post revolucionaria, la Guerra Cristera y el reparto Agrario que impulsó el general Lázaro Cárdenas como presidente de la República durante su sexenio de 1934 a 1940.

El papá del tío Abel, don Jesús Mateos, era "mediero", es decir, sembraba tierras a cambio de la mitad de la cosecha de la hacienda de Carindapaz

El tío Abel siempre le contaba a la familia que en una ocasión invitaron a comer mole a Lázaro Cárdenas al pueblo de Chamangario, pero a los campesinos se les olvidó colocar servilletas o no tenían esa costumbre. 

"El Tata", al ver sus manos con mole, solo le sonreía a sus anfitriones y discretamente se limpiaba las manos con sus calcetines. 

La abuela Urbana, madre de Abel, era prima de Teodora Medina, la mujer que se enfrentó a los militares que el primero de septiembre de 1947 en Senguio, Michoacán, causó un motín al asesinar al veterinario que había llegado al pueblo a aplicar "el rifle sanitario" es decir matar a las vacas para erradicar la fiebre aftosa. 

Era tiempos de el presidente Miguel Alemán, el ejército detuvo a Teodora Medina y de acuerdo a testimonios familiares, fue amarrada al mástil de un barco para llevarla a las Islas Marías porque la consideraban "la peor delincuente". 

LA TÍA SE ENFRENTÓ A LA FIEBRE AFTOSA, SU SOBRINO A LA COVID 

Irónicamente Teodora Medina Guijosa se enfrentó a la fiebre aftosa, una enfermedad que acababa con la vida de sus animales y la economía de las rancherias. 

Con el tiempo y en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, su sobrino Abel Mateos Medina, se enfrentó a otra enfermedad, a la covid, que le quitó la vida. 

MIGRANTE A NEZA Y LA CDMX 

Cómo miles de mexicanos, el tío Abel, tuvo que emigrar de su pueblo natal Senguio a la Ciudad de México y refugiarse en Nezahualcóyotl, para trabajar como machetero de camiones materialistas con las familias que construyeron este municipio a partir de los años sesentas. 

Participó en la construcción de las primeras colonias de Nezahualcóyotl, cuando todo era lodo y remolinos, ya que su tío Nicolás Velázquez, junto con sus hijos, era proveedor de materiales para la construcción. 

Y ahí andaba el joven Abel, cargando bultos de cemento, tabique, paleando arena y grava para las casas que se construían en el naciente municipio. 

También trabajó con su hermano Jesús, a quien cariñosamente le llamaban "El Prieto", lavando carros en una gasolinera de la colonia Doctores en la Ciudad de México, en donde los dos ganaban "su bien dinero".

EL ALCOHOLISMO "LE PELÓ LOS DIENTES" 

Fue alcohólico por más de 20 años, su vida estaba en riesgo y estuvo a punto de morir décadas atrás, pero dejó el alcohol totalmente y regresó la tranquilidad para su familia y su esposa Martha, que años atrás falleció de cáncer tras casi dos años de sufrimiento.

Pasó hambre, carencias económicas, desempleo y se hundió por años en el alcoholismo

Su esposa Martha, le decía: "ya no tomes, te vas a morir". Él no le hacía caso. 

Abel se reía de la muerte, la retaba, ingería grandes cantidades de alcohol, hasta que esa situación le cobró la factura. Fue hospitalizado y un médico le advirtió: "si usted toma una copa más, una sola copa más, se muere".

Era el principal pilar de su familia, siempre tenía la moneda para el nieto, el gasto para la casa, y hasta para invitar "el refresco", aunque él solo se tomara un vaso con agua, porque las secuelas del alcoholismo le dejaron daños en su estómago.

Entendió que ingerir alcohol en exceso te encamina a la muerte. 

No olvidó la lección y por costumbre cargaba entre sus ropas una botellita con tequila, pero ya no para consumo propio, sino para ayudar a sus amigos alcohólicos.

"Tú no sabes lo que son las crudas, ni que se siente", solía decir, “se siente la muerte, decía y por eso el tío Abel, o tío Cable - como también le decía cariñosamente porque le gustaba bailar ese tema musical-, veía algún borrachito en la calle y le ofrecía un trago de su botella para que "saliera de la cruda".

NO PUDO HUIR DE LA COVID 

El tío Abel, como millones de mexicanos, se enteró de la existencia de un virus "de origen chino" que causaba la muerte y solía decir: "Me voy a ir al monte para que no me alcance". 

Sin embargo, el virus llegó inesperadamente para quitarle la vida. 

El contagio salió de unos obreros que vivían en el municipio de San Felipe del Progreso y lo llevaron a una empresa del estado de Guanajuato, en donde fabricaban arneses para automóviles, donde se contagiaron los trabajadores. 

Era el mes de septiembre y los trabajadores contagiados se desplazaron a sus pueblos sin saber que "llevaban la muerte". 

Entre estos trabajadores estaba el yerno de María, hija del tío Abel, quien sin saberlo, fue portador de la covid

El yerno pasó el contagio a su madre, a la esposa y a la suegra María, hija de Abel.

María tenía los síntomas de una gripe y sus dos hermanas así como el tío Abel se contagiaron. 

Todos pensaron que era gripe, ya que no había mayores síntomas. 

María fue al Centro de Salud, ahí le hicieron la prueba que llegó cinco días después, con la trágica noticia de positivo a covid, ella y su hija, pero ya era demasiado tarde: el tío Abel ya presentaba insuficiencia respiratoria y  20 horas después ya había mayores complicaciones. 

El presidente municipal de Senguio se preocupó de ese contagio, ya que podía extenderse por toda la comunidad, así que prestó pronta ayuda a la familia del tío Abel y les pidió que no salieran de su casa. 

Sin embargo, las molestias respiratorias del tío Abel se complicaron y con la ayuda del personal de Protección Civil fue trasladado en una ambulancia a un nosocomio covid del municipio de Maravatio. 

NO LO ACEPTARON EN HOSPITAL COVID, "SE PODÍA CONTAGIAR" 

Pero ahí, en el hospital, no lo aceptaron y le dijeron que "no se podía quedar internado, porque se podía contagiar con covid", pero él ya era portador del virus Sars-CoV-2. 

La única recomendación que le hicieron los médicos de ese hospital era que se regresara a su casa y que estuviera con respiración artificial. 

El tío Abel "estaba bien" y aunque su saturación bajó a 36, se ayudaba con un tanque de oxígeno que le prestó Protección Civil. 

Pero esa noche de septiembre, el oxígeno no le duró, se le terminó como a las 4 de la madrugada del 25 de octubre y no había donde conseguir más tanques de oxígeno. 

El tío Abel falleció por falta de oxígeno. Fue cuestión de horas en que presentó problemas respiratorios. 

HOMBRE ESTIMADO POR LA COMUNIDAD 

Sus hijas le lloran, decían que era un buen hombre, trabajador y muy estimado por la comunidad de Senguio y sus familiares en Nezahualcóyotl.

Todos los domingos iba a misa, siempre fue solidario, acompañaba a quienes fallecían al panteón, estaba con ellos en el "último adiós". 

Pero el tío Abel, por el virus, no tuvo compañía, ni despedida. Apenas había pasado un par de horas de su fallecimiento y las autoridades locales ya tenían preparada su tumba

Solo su hija Itzel, sufriendo los estragos de la covid vio bajar el ataúd de su padre a su última morada, cuando el personal de Protección Civil lo trasladó al cementerio. Además, no dejaron que nadie más se acercara por lo que la familia tuvo que palear la tierra para enterrar a Abel porque ni los panteoneros pudieron acercarse.

La madrugada del domingo 25 de octubre, ante los estragos de la covid, "Abel se fue para siempre al monte, con la mariposa monarca, llegó a la casa donde creció de niño, ahí estaban ya esperándolo sus  padres, esposa, hermano y hermanas fallecidos, ahí se sintió a salvo; solo llegó su espíritu, su cuerpo quedó inerte en su cama sin respirar", expresó una de sus sobrinas. 

NIETO CONTAGIADO

Daniel, nacido en Nezahualcóyotl, se contagió en la misma fábrica de Acámbaro, Guanajuato de donde salió el contagio que mató al "tío Abel", su abuelo; él, por circunstancias laborales, fue internado en una clínica privada en la ciudad de Morelia, en estado de Michoacán.

Él solo sabía que su abuelo Abel había sido contagiado por el yerno de su hija María que a la vez era uno de sus compañeros en la fábrica de Guanajuato.

Su salud se complicó y a pesar de tener 32 años, tuvo problemas con la oxigenación y tuvieron que conectarlo a un respirador artificial

Y así estuvo una semana, recibiendo oxígeno y lamentando el fallecimiento de su abuelo. 

Cuando salió de la crisis, después de una semana de internamiento, su deuda ya estaba en casi 200 mil pesos, su seguro médico sólo cubría 20 mil y Daniel tuvo que pedir dinero prestado para salir de ese problema.

OTRA VÍCTIMA DE COVID

Su otro nieto Cristian, también se contagió junto con su familia en Nezahualcóyotl, su suegro Armando, falleció por la covid, por eso el tío Abel decía: "me voy al monte para que no me alcance el virus".

 

 

(Sharira Abundez)