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El Rosario: entre el deterioro de los edificios y la inseguridad

A 50 años de ser fundada, una de las más grandes unidades habitacionales de CDMX enfrenta problemas de infraestructura, convivencia e inseguridad y narcomenudeo

Escrito en METRÓPOLI el

El Conjunto Habitacional El Rosario, asentado en un área de 178.56 hectáreas, es una zona de la alcaldía Azcapotzalco con una problemática compleja. Con 50 años de antigüedad, hay un grave deterioro de la infraestructura: desde el exceso de carga para muros que sostienen ampliaciones de vivienda modificada, hasta la demarcación con rejas de esquinas y patios alguna vez accesibles, y que ahora obstaculizan la movilidad y convierten a la zona en una especie de ratonera. La tubería del agua es vieja, el drenaje tiene fallas, las azoteas tienen filtraciones debido a las modificaciones hechas en las azoteas, además de que algunas paredes de los edificios están desteñidas y descarapeladas.

Un sector de la población pertenece a la tercera edad y se enfrenta a problemas económicos, de movilidad y salud. A ello se suma que el tejido social está roto, el problema del narcomenudeo está presente, y los vecinos se quejan de que los espacios comunes son aprovechados para cometer ilícitos.

En un recorrido hecho por La Silla Rota, una vecina de manera espontánea se quejó de que una de las zonas enrejadas es utilizada por delincuentes para escaparse. Otro vecino acusó que un hombre se apropió de unos metros cuadrados de una jardinera común aledaña al camino elevado que atraviesa la unidad. El invasor lo escuchó y le dijo “pinche viejo” de manera amenazante y sin ocultar su molestia por ser exhibido.

El conjunto está ubicada en lo que era la antigua hacienda de El Rosario, cerca del Centro de Transporte Modal (Cetram) El Rosario. Además de los edificios en la Ciudad de México, tiene un número similar en el Estado de México, ya que sus 350 hectáreas totales se encuentran extendidas entre ambas entidades.

Tiene más delitos de alto impacto que el promedio de colonias, pero va disminuyendo. No se descarta que el confinamiento por la pandemia fue un factor.  Mientras que en agosto del año pasado diario se cometían 16 delitos al mes, ahora se cometen 10.  Es menor en 37.5 por ciento, de acuerdo con la página de datos abiertos del gobierno capitalino.

IR AL ROSARIO ES UN VOLADO: RUIZ ANCHONDO

La procuradora social, Patricia Ruiz Anchondo, entrevistada por La Silla Rota, explica la problemática de la unidad.

“La gente no tiene cultura del pago de mantenimiento, no se hace responsable de mantener en buenas condiciones las áreas comunes, las abandonan y con el tiempo están habitadas u ocupadas por la delincuencia y se hace un círculo vicioso tremendo de deterioro físico con lo social. Es una labor de alta envergadura la que tenemos que llevar a cabo en El Rosario”, explica en entrevista con La Silla Rota.

-¿Son áreas comunes ocupadas para delinquir?

-Sí, por supuesto, ir al Rosario siempre es un volado, quién sabe qué te va a pasar. A nuestros trabajadores arquitectos los han asaltado varias veces. No puedes entrar a la unidad si no va una patrulla a cuidar las obras. Se roban los materiales, son asaltos con violencia. Hay de todo. El asalto a mano armada es lo que hemos padecido como funcionarios.

Por su parte, el alcalde de Azcapotzalco, Vidal Llerenas, reconoció a La Silla Rota que la problemática de la unidad es compleja. Gran parte de su población son personas adultas mayores, y una de las expresiones de la inseguridad es el narcomenudeo.

(Abandono en El Rosario. Foto: Marco Antonio Martínez)

A ello se suman los problemas de infraestructura, que en colaboración con la ProSoc buscan sean de menor impacto para los habitantes del conjunto habitacional.

“Estas unidades enormes funcionan si hay inversión importante del Estado y se dejó de tener; comienza a haber un deterioro en el drenaje, el agua, aunque esto último se ha subsanado y con la ProSoc vemos temas de drenaje”.

Recientemente, la colonia también entró a las colonias con semáforo epidemiológico rojo por el número de casos de la covid-19, al tener 11 casos activos, y una tasa de 164.2 por cada 100 mil habitantes.

HISTORIA

Pero no siempre fue así. El Conjunto Habitacional El Rosario fue de los primeros en ser construido por el Infonavit, institución surgida en la década de los 70 del siglo pasado. Se comenzó a construir en 1972, y se concluyó dos años después.

Inicialmente fue planeado como una pequeña ciudad, con distintos servicios y accesos culturales y con pasos elevados que con puentes conectaban a los edificios, para que los peatones evitaran el paso de los autos. Además de departamentos había vivienda dúplex y unifamiliares. En fotos del despacho de diseño arquitectónico Legorreta, que participó en su diseño, se observa que se trata de construcciones hechas en un mismo estilo.

(Foto de Unidad Hab. El Rosario en los 70''s, cedida por despacho Legorreta: JULIUS SHULMAN, © J. Paul Getty Trust. Getty Research Institute, Los Angeles)

Además, había espacios verdes y hasta un pequeño lago artificial. En fotos de entonces del despacho, publicadas en su página de Internet, se observan calles ordenadas y con escasas personas.

(Foto de Unidad Hab. El Rosario en los 70''s, cedida por despacho Legorreta: JULIUS SHULMAN, © J. Paul Getty Trust. Getty Research Institute, Los Angeles)

La primera fase, conocida como el Rosario 1 tiene edificios referenciados con los nombres de personajes de la historia de México, como Felipe Carrillo Prieto o Manuel Gutiérrez Nájera.

Pero el paso del tiempo, la decisión del Infonavit de dejar de hacerse cargo del mantenimiento y dejárselo a los vecinos, el crecimiento poblacional y la necesidad de más construcción de vivienda, comenzaron a borrar el diseño original y convirtieron al conjunto y la zona en una referencia de la inseguridad.

Actualmente se ven partes que perdieron su identidad arquitectónica. En las calles principales, las viviendas unifamiliares fueron ampliadas por sus dueños sin respetar el diseño original y en lugar de mantener los patios abiertos, ahora lucen fortificaciones desordenadas; algunas hasta invaden la banqueta para que quepa el auto. Otras carecen de zaguán pero en su lugar tienen puestas láminas o mallas.

(Foto de Unidad Hab. El Rosario en octubre 2020: Marco Antonio Martínez)

Lo mismo se ve en los edificios de departamentos, donde algunos que viven en segundos pisos han ampliado el departamento hacia adelante, con lo que abusan de los muros de carga y se apropian del espacio público.

Los cajones de estacionamiento están convertidos en jaulas, algunas ni siquiera permiten la visibilidad.

Además, quienes tienen una propiedad en la planta baja y que da hacia los pasillos comunes, decidieron franquear ese espacio que pertenece a todos, lo que reduce el espacio e impide ver si metros adelante alguien acecha al desconocido. Hasta un altar a la Virgen de Guadalupe está en esta situación.

(Foto: Marco Antonio Martínez)

Los jardines lucen con basura y cascajo arrumbado sobre el pasto. La avenida que atraviesa los edificios por arriba, luce desierta al mediodía.  Quien la llega a usar es bajo su responsabilidad, pues se arriesga a ser asaltado por algún motociclista. Pero también puede toparse con las vísceras de algún animal, sacrificado para alimentar a algún dios sanguinario que tiene fieles entre algunos vecinos. Por eso es que prefieren irse por abajo y rodear las calles, lo que implica caminar más, pero con seguridad.

Hay una zona donde el camino elevado pasa entre árboles rodeado de pasto; parece idóneo para caminar o correr, pero quienes lo conocen prefieren evadirlo.

(Camino desolado en El Rosario. Foto: Marco Antonio Martínez)

De acuerdo con el estudio “Determinación de las incertidumbres de la habitabilidad en la vivienda de interés social de la unidad habitacional El Rosario”, escrito por Jorge Fernández Cervantes Borja y José Guadalupe Martínez Granados, publicado por la UNAM, en 2015, 3 mil 500 viviendas se hallaban en estado crítico.

DECEPCIONADO DE MIS VECINOS

Francisco González se dice decepcionado de sus vecinos. Reconoce que falta unión entre ellos y ejemplifica. Dice que son 60 los que viven en el edificio Salvador Díaz Mirón. Aunque han sido convocados para atender la problemática de la zona llegan 10 o 15.

“No podemos hacer nada porque no podemos tener la autoridad como para que se haga esto, si ellos no van”, se queja.

En ese edificio los problemas se acumulan: falta impermeabilización porque desde arriba hasta abajo son afectados por las filtraciones, sobre todo en época de lluvias. Los andadores son estrechos, cuando no debían serlo, pero la instalación de rejas o incluso muros limita los espacios y además roba visibilidad.

Las áreas verdes son ocupadas por algunos que se instalan ahí, como un hombre que instaló su taller, o son usadas como basurero, dice por su parte Rafael Roldán, otro vecino, quien lleva 45 años viviendo ahí.

“Cuando nos dieron nuestros departamentos eran muy bonitos, pero se han ido deteriorando. Tocante a los temblores eso los ha ido afectando. Si nos damos cuenta, se ha deteriorado la estructura. Se necesita gente que conozca de estructura de los edificios para que mejoren. No solo este sino todos los edificios de los sectores”, dice.

Pero salta a la vista como además de los muros, algunos construyen hasta nuevas habitaciones encima de los patios.

(Vecinos del  Rosario. Foto: Marco Antonio Martínez)

Se le pregunta sobre la inseguridad y la presencia de la delincuencia, y su respuesta es escalofriante: el enemigo convive con ellos en el conjunto habitacional.

“La tenemos entre nosotros mismos, pasan las personitas y las asaltan y necesitamos apoyo en cuestión de vigilancia. No hay suficiente luz, hemos pedido lámparas para que esté alumbrado. Pasan a las 7 de la noche, ya oscuro y los asaltan. Los conocemos, pero no podemos meternos en cuestiones de esa índole. Los delitos se han venido incrementado desde 15 años a la fecha.

“Cualquier departamento que quiera vender chelas pone su letrerito y puede vender libremente, a cualquier horario, a chiquitos, grandotes y es en toda la unidad. Hay lugares específicos donde desde las 3 o 4 de la tarde, jovencitos de 15 años están drogándose y bebiendo y eso es en toda la unidad. Hay unos chamacos, los Piojos, los persigue la policía, tiene la habilidad, se esfuman, como de 14 años. Tenemos miedo de hacer denuncia con identificación porque no hay confianza en la policía”, reconoce.

(Foto: Marco Antonio Martínez)

Enfrente está otro edificio, que lleva el nombre del poeta Xavier Villaurrutia. Unas vecinas explican que las escaleras están separadas, agrietadas y en algunos escalones ya con las varillas expuestas. En febrero de este año solicitaron un dictamen técnico al Instituto para la Seguridad de las Construcciones, pero aún no se los han hecho, ya que la pandemia también se atravesó.

EL INFONAVIT LO PERMITIÓ

La Procuraduría Social (ProSoc), como parte de su programa Rescate Innovador y Participativo en Unidades habitacionales, ha comenzado una serie de intervenciones en distintos edificios del conjunto. De acuerdo con la procuradora social, Patricia Ruiz Anchondo, desde el año pasado a la fecha han atendido a dos terceras partes de lo que corresponde al área capitalina, es decir, 51 edificios.

“Estamos invirtiendo aproximadamente en estos dos años 8 millones y medio de pesos. Lo que más se requiere ahí en términos físicos es la pintura, las escaleras y las impermeabilizaciones”.

Explica que el deterioro que sufre el conjunto lo propició el propio Infonavit. Les otorgó créditos para ampliaciones porque eran viviendas muy pequeñas, entonces se construyeron azotehuelas y modificaron las estructuras de los edificios y prácticamente es imposible subir a las azoteas.

“Por esa razón no se impermeabiliza y nosotros estamos asumiendo esas tareas con muchísimo riesgo, incluso físico de los trabajadores, es muy complicado impermeabilizar”, agrega la funcionaria.

“Lo absurdo es que el Infonavit lo permitió”, remarca.

Respecto al tema de la seguridad, al conjunto le hace falta tener un sistema de senderos seguros al interior de la unidad, con mayor iluminación y poner estos tótems que integren iluminación y cámara de vigilancia para que cuando se toquen botones de seguridad haya atención inmediata.

“Este diseño de seguridad lo tenemos que hacer con la Secretaría de Seguridad Ciudadana y lo iniciamos con la dirección general de Participación Ciudadana, pero se vino la pandemia y nos quedamos a medias”.

Además, se busca que los tótems proporcionen internet seguro, y esto quedara a más tardar el próximo año.

La procuradora explica que aunque son los vecinos los que piden la ayuda y deciden en qué se utiliza el recurso, luego de que la ProSoc les da un diagnóstico de qué es lo más urgente, también es importante apoyarlos para que no se pierda la vivienda ni el tejido social.

Afirma que anteriores administraciones lo tuvieron abandonado por mucho tiempo, e incluso el ex jefe delegacional, Pablo Moctezuma, hizo rescate de espacios públicos con murales, pero sin entrarle al deterioro físico de edificios y en los últimos años al problema “muy fuerte” de la inseguridad, ni de los jóvenes sin apoyos, trabajo u oportunidad de ir a la escuela.

“Los familiares de muy escasos recursos necesitan acompañamiento gubernamental y lo empezamos en 2019”.

Recuerda que Moctezuma hizo un Faro para actividades culturales para contrarrestar la inseguridad, pero tiene un problema,  el faro le da la espalda al conjunto.

“La gente tiene que dar una vueltezota al Cetram del Rosario, entonces es riesgoso y poco atractivo”, admite.

“Traemos un proyecto con la secretaria de Cultura de abrir un acceso, un sendero seguro al faro. Son proyectos de largo aliento y deben tener continuidad”.

(Foto: Marco Antonio Martínez)

-¿Es complicado que se comparta territorio con el Estado de México ?

-Sí necesitamos hacer una estrategia metropolitana, integral, comenzamos a verlo pero se atravesó la pandemia y se interrumpió lo que habíamos iniciado. Necesitamos echarle más motor pero con la pandemia no se presta.

A pregunta expresa sobre si se requiere más civismo para que los vecinos se hagan cargo de sus propiedades, dice que sí y les pide asumir su responsabilidad.

“Es necesario que no sean ellos mismos (los vecinos) los que tengan secuestrada a su comunidad provocando estos problemas de inseguridad. El rescate físico de los inmuebles ayuda. No es lo mismo vivir en una pocilga que en un edificio bien, que funciona, que no tenga problemas con el drenaje, la humedad, que esté pintado, habilitado, bonito, cambia la perspectiva”.

Por su parte el alcalde de Azcapotzalco reconoce que las obras que ha hecho la ProSoc, en coordinación con la alcaldía, ha ayudado a recuperar el Parián y Palomares, arreglo de drenaje.

“Esto ha ayudado a reducir la delincuencia en 40 por ciento”.

LAS INVERSIONES

La ProSoc de 2019 a la fecha ha invertido 8.5 millones de pesos para pintar paredes, reparar escaleras y hacer impermeabilizaciones en 51 edificios.

La alcaldía también remozó, impermeabilizó y pintó edificios alrededor de la plazuela El Parián, en beneficio de 3 mil 500 habitantes. La inversión fue de 2 millones de pesos, y junto con un grupo productor de pintura  renovaron el exterior de los edificios Manuel Acuña, Ramón López Velarde, Enrique González Martínez y Luis G. Urbina, los cuales se encontraban deteriorados por el paso de los años, presentando suciedad, grietas y falta de pintura.

En febrero de este año se rehabilitaron fachadas en los alrededores de la plaza Palomares, con una inversión aproximada de 1.6 millones de pesos en beneficio de mil 480 habitantes. Además, se renovó el alumbrado público, se dio mantenimiento a cisternas y se incrementó el patrullaje a bordo de bicicletas eléctricas en andadores.

En El Rosario se llevó a cabo la rehabilitación del pozo “Popotla Rosario”, con una inversión de 1.1 millones de pesos en coordinación con Sacmex.

fmma