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Don Gregorio, constructor y hombre de fe que sucumbió ante la covid-19

Toda su familia también se contagió; no quería morir en un hospital y al final de cuentas tuvo que ser trasladado a uno donde dos horas después de llegar fallec

Escrito en METRÓPOLI el

Gregorio Velazco Caro fue un constructor y un hombre de fe. A lo largo de su vida ambas pasiones se fusionaron y lo llevaron a ser uno de los pioneros en la construcción de iglesias cristianas contemporáneas en México.

Debido a su profesión el hombre viajó a distintas partes del país y logró darles una carrera a sus cuatro hijos, uno de ellos es el doctor David, quien hoy lo recuerda con lágrimas en los ojos, a unos meses de que su padre partiera, luego de fallecer por coronavirus.

La anécdota más emblemática que tiene el profesionista de su papá es cuando en un viaje que realizaron ambos rumbo al estado de Veracruz, el camión en el que iban se salió del camino y la primera reacción de don Gregorio fue abrazar a su hijo, quien en ese entonces tenía tan solo nueve años de edad.

"Desde entonces supe cuánto me amaba mi papá. Qué él estaba dispuesto a dar la vida por mí", aseguró David. A pesar del accidente, su papá cumplió la promesa que le había hecho a su hijo de llevarlo a conocer el mar, y siguieron su camino rumbo al estado veracruzano.

El ahora médico general comentó que él quería seguir los pasos de su mentor pero su papá lo encaminó para que estudiara una carrera. Ahora David se dedica a aliviar el dolor de la gente. Es una profesión que no es muy alejada de lo que hizo su padre en sus últimos años de vida, ya que su oficio de constructor de iglesias lo inclinó a ser pastor, titulo con el que "sanó" el alma de los pecadores.

Pero la familia nunca imaginó que la pandemia del coronavirus fracturara la unión y fuerza que caracterizaba a los Velazco, pues su papá contrajo covid-19 en mayo pasado y días después David también se contagió.

El doctor contó en entrevista con La Silla Rota que los malestares que presentó por el coronavirus lo llevaron a internarse en un hospital del sector público. Mientras que su padre se quedó en su hogar, porque "él no quería morir en un nosocomio”.

"La depresión que tuve fue muy fuerte por no saber de mi padre, que ya estaba grave, y yo quería ir a verlo. Aparte estaba incomunicado, no había celular, no había informes, no quería morir en el abandono en una camilla de hospital por lo que me di de alta voluntaria y preferí irme a morir a mi casa", narró.

Con los dolores y síntomas que padecía en ese momento el doctor, trató de atender a su padre, y a sus otros hermanos y a su madre, ya que todos se contagiaron. 

"Desde mi cama preguntaba, ''¿ya tomó su medicamento?'', ''¿qué le están dando?'', ''¿cómo va?'', todo, todo intenté hasta que tuve conciencia (..)", afirmó.

A unos días de haber llegado a su hogar para estar con su papá, el doctor perdió el conocimiento, lo que hizo que cayera de la cama al piso y que se le cayeran las puntas del tanque de oxígeno que lo ayudaba a respirar.

"Mi hermano me encontró a las tres de la mañana y ya estaba inconsciente. Me levantó mi hermano, yo no me di cuenta hasta que el oxígeno hizo efecto otra vez. (..) ahí me estaba muriendo y mi padre estaba en las mismas condiciones, yo ya no podía hacer nada, me sentí muy inútil, me sentí decepcionado de mí mismo y del sistema de salud que tenemos en México", declaró.

La madrugada del 25 de mayo el estado de salud de don Gregorio empeoró por lo que los hermanos de David llamaron una ambulancia para que su papá de 61 años fuera trasladado a un hospital.

"Estaba inconsciente, ya no respiraba, estaba muy desesperado; él decidió ir al hospital para recibir otro tratamiento, pero desconocía que la atención en los hospitales es deficiente, como lo ignoran miles de mexicanos. A las dos horas que ingresó y que lo intubaron falleció", reveló.

"Murió pensando que tendría una mejor atención en el hospital", señaló el médico, quien se dice decepcionado y triste de no haber estado en los últimos momentos de vida con su padre.

Con la muerte de don Gregorio, David cayó en depresión y la batalla que él también enfrentaba contra el coronavirus comenzó a pintarle un escenario más adverso; a pesar del luto y de la tristeza que lo embargaba por no haber podido ir al cortejo fúnebre de su papá, el doctor levantó la cara y se propuso a salir adelante por la memoria de don Gregorio. 

Ahora, a cinco meses de la partida de su padre el médico asegura que está dispuesto a hacer lo que esté en sus manos para apoyar y tratar de aliviar a las personas que contraigan el virus, para el cual hasta la fecha no hay un tratamiento certero.

"Viví el mal sistema médico que tenemos, a pesar de ser doctor y del sector público y de tener contactos y todo. En los hospitales no hay suficiente personal, no hay equipo de protección. Y lo viví estando tres días hospitalizado, como todos los mexicanos", puntualizó.

(Ameyaltzin Salazar)