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Día de Muertos y ofrendas a víctimas de covid: su presencia sigue aquí

Llegó la hora de poner la ofrenda y la familia de Ilda Lara es una de las 80 mil de la ZMVM que perdieron a una persona por covid; la homenajearán con su comida favorita

Escrito en METRÓPOLI el

Junta los huacales, pon el mantel; cuelga el papel picado en el techo, prende el incienso; que no falte un vaso de agua, un poco de sal, su comida favorita y una vela; añade pan de muerto, las calaveras de chocolate y las flores; no olvides la foto de tu ser querido en el medio.

Cual si pronunciaran su nombre, los mexicanos conocen de sobra los elementos de la ofrenda; este ritual ancestral es una tradición, un símbolo cultural, parte del festejo, ornamento y hasta un concurso, o al menos así era hasta que la pandemia por covid se llevó a más de 80 mil personas en la Zona Metropolitana del Valle de México.

Típicamente el Día de Muertos era, más que para lamentar, para reunir a la familia, festejar y esperar el reencuentro entre vivos y muertos que sólo se da una vez al año, sin embargo las muertes por covid desaparecieron las despedidas, cambiaron rituales y rutinas; el duelo ya ni siquiera permitió los abrazos consoladores. 

¿Y EL ADIÓS?

“En México el festejar a la muerte hasta podríamos decir que es algo simbólico [...] el covid hizo que se convirtiera en algo no para festejar, sino para lamentar, si así lo puedo llamar [...] en este momento podría decir que esta parte cultural se convierte en algo íntimo; es incluso hasta el enfrentamiento de todo lo que ha pasado durante dos años casi; es revivir el momento en el que pasaron las cosas, el no poderte despedir”, explicó la psicóloga Michelle García a La Silla Rota. 

Este es el segundo año que la pandemia obliga a los vivos a montar ofrendas para las víctimas del covid, sin embargo la segunda y tercer ola pegaron con más fuerza y fue durante la crisis sanitaria de enero que Ilda Lara, una mujer de 75 años se sumó a la estadística de decesos. 

Para la familia de Ilda las cosas sucedieron muy rápido y a casi 10 meses de su partida su esencia sigue viva, en cada rincón de la casa, en la cocina, que era su lugar favorito, en su sillón frente a la televisión, en su cuarto que aún huele a ella. 

Estefany Sedeño, hija de Ilda manifestó que dedicarle esta ofrenda a su madre significa seguirla recordando y saber que sigue presente, mas no una despedida; a pesar de que físicamente ya no está con su familia su legado ha perdurado.

En su casa ya comenzaron a montar la ofrenda para honrarla, su fotografía luce grande en la cabeza del altar, junto a su hijo que murió un año antes de la pandemia; aunque aún faltan los alimentos y las bebidas, Fanny recordó que lo que más le gustaba comer a su madre era la fruta, la verdura, la avena hervida, los sopes para desayunar, el queso asado con salsa y más.

“Todo lo capedo, los huazontles de Puebla le gustaban mucho, la cecina, el queso, los tlacoyos, el mole verde, infinidad de cosas le gustaban”. 

Y aunque ella quisiera poner todo lo que le gustaba en la ofrenda, esta vez optará por lo más básico, el pan, el queso, dulce de calabaza...

LOS MOMENTOS QUE ATESORA JUNTO A SU MADRE

El día que Ilda conoció a Karol, uno de sus nietos lo primero que hizo al verlo fue decir “Este niño es igualito a su padre”; ese recibimiento significó algo muy grande para Fanny, porque en adelante el niño se convirtió en el consentido de la abuela. 

“Ella no estaba contenta de que yo me hubiera casado y el día que le traje a Karol estaba en la cama, tumbada, y le dije -Te traje al niño [...] (también) la vez de cuando me gradué, me acompañó junto con Karol, esa vez íbamos juntos todos”.

LA VISITA AL PANTEÓN

La muerte de su madre le recordó la de su padre, quien murió a los 45 años. Contó que para homenajearlo no ponían ofrenda, pero solían preparar tortas de camarón, mole, calabaza y camote para al día siguiente levantarse muy temprano e ir al panteón, sentarse frente a la tumba de su padre y comer con él. 

“Yo creo que eso es lo que vamos a hacer este año”. 

Aunque hasta el momento no se ha confirmado la apertura total de panteones en el Estado de México, en donde descansan el cuerpo de Ilda, Toluca, Atlautla, San Mateo Atenco e Ixtapaluca, con aforos controlados.

OFRENDA INTERACTIVA CON DEDICATORIA A VÍCTIMAS DE COVID 

Afuera del Museo Nacional de Arte(Munal) en la Plaza Manuel Tolsá, la Secretaría de Cultura montó una ofrenda dedicada a las víctimas de la covid. 

El número 8 de la calle Tacuba en el Centro Histórico comienza a llenarse de luces encendidas, flores y fotografías , una por cada persona que partió.

Días previos a la conmemoración de los muertos, la institución convoco a la población para que asistir del 27 de octubre al 2 de noviembre a poner una veladora o fotografía de los seres queridos que perdieron la vida por covid. 

En un ambiente de respeto, hijas, hijos, hermanos, viudos, no importa el parentesco, toman tachuelas y pegan la fotografía de ese familiar "que todavía no le tocaba".

El acomodo de flores y las miradas de cariño simulan a un panteón en esta ofrenda colectiva donde el naranja del cempasúchil predomina y al fondo, el negro por el luto que muchos guardan.

EL ORIGEN DE LAS OFRENDAS Y LOS ELEMENTOS INDISPENSABLES

Las ofrendas de Día de Muertos como las conocemos hoy tienen su origen en la colonización española, sin embargo existían desde épocas prehispánicas. 

Antes de que Hernán Cortés llegara al territorio Mexica, los indígenas ya solían realizar rituales para sus muertos, pero no tenían el mismo sentido ni significado que tienen ahora, pues servían como una especie de guía para cruzar al inframundo. 

Los altares contenían cosas u objetos que los muertos pudieran necesitar en su viaje por el inframundo, mismo que era custodiado por Mictlantecuhtli, el dios de la Muerte; para los historiadores esto ya hablaba de la importancia cultural que hoy tienen los mexicanos sobre la muerte.

Después de la colonización española y la evangelización tanto los rituales indígenas como los hispanos se mezclaron, pues estos también tenían sus propias ofrendas que provenían de la Europa medieval, “Son costumbres católicas y profundamente jesuitas, de raíz romana”, señala la historiadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Elsa Malvido.

Actualmente la Secretaría de Agricultura federal señala que es un festejo con un poco de tristeza por haber perdido a los seres queridos, pero es más grande el sentimiento de alegría por la sensación de cercanía.




fmma