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Dejan celulares y selfies para ayudar en la tragedia

“No todos los millennial somos iguales. Es más, nadie sabe bien ni qué es eso de ser millennial”, dice un joven de 16 años

Escrito en METRÓPOLI el

Decenas de millennials acudieron a ayudar ante la tragedia vivida en una fábrica textil ubicada en Chimalpopoca, en la colonia Obrera, entre ellos formaron una cadena humana de 150 metros para sacar escombros hasta los camiones que se llevarán los desperdicios.

Sigue aquí la cobertura completa del sismo de 7.1 grados.

Al llegar al lugar, policías federales los cuestionan “¿a qué vienen?” y sin dar tiempo a respuestas les ordena: “vienen a ayudar. Así que queda estrictamente prohibido sacar su celular, tomar fotografías o selfies. Al que se le sorprenda haciéndolo, se le va a sacar. ¡¿Entendido?!”.

Los jóvenes dan un “sí (…) señor, sí, señor”, como estuvieran en su servicio militar, de acuerdo a la crónica recogida por El Universal.

Les piden ayudar sin estorbar, por lo que esperan a 50 metros del perímetro principal.

Con baldes, retiran escombros, hojas, sandalias de hule, pedazos de tela.

En sólo 30 minutos, se llenan tres camiones con los mínimos descansos, por lo que los jóvenes comienzan a hablar mientras van pasando los escombros de mano en mano.

Jorge, uno de los voluntarios que tiene las manos rojas porque no tiene guantes y que tiene 16 años de edad, señala que viene con un grupo de amigos desde San Cosme, zona en la que vive, estudia la preparatoria en San Antonio Abad. Ante la suspensión de clases, acudió junto a su tío, “el chavorruco”, a ayudar.

Nadie saca su celular, pero sí comentan lo que leyeron en redes sociales sobre la sorpresa de que los millennials se interesen en la tragedia y participen como voluntarios.

“Estamos demostrando que ni saben cómo somos”, dice un joven que no es millennial pero se siente aludido.

Otras filas de más 100 jóvenes está sobre calle Bolívar, una más de mujeres transporta botes vacíos.

Sin embargo, otras mujeres se dedican a jalar pedazos de trabe de concreto con cuerdas, nadie se quiere quedar sin esforzarse.

Ya cerca de las 4:00 de la mañana, Jorge y su tío salen de la zona, mientas se anuncia que no hay sobrevivientes. Otros llaman a sus padres para que pasen por ellos.

“Chingá. Por fin puedo ver mi celular”, dice Jorge y desata más risas. Otros les ofrecen víveres y les aplauden mientras estos Millennials se van tras ayudar.

“No todos los millennial somos iguales. Es más, nadie sabe bien ni qué es eso de ser millennial”, concluye Jorge.

lrc