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"Como podíamos vendíamos una piececita para comer" artesanas mazahuas

Angélica, una joven mazahua que tuvo que dejar su natal comunidad de San Felipe Santiago, ubicada en Villa de Allende, para poder sobrevivir a la pandemia

Escrito en METRÓPOLI el

TOLUCA.-Bordar en manta es como bordar el destino, hay pinchazos pero también colores que le dan forma a las emociones, al menos así es para Angélica Reyes Martínez, una joven mazahua que tuvo que dejar su natal comunidad de San Felipe Santiago, ubicada en Villa de Allende, para poder sobrevivir a la pandemia.

Mientras borda como sus antepasados le enseñaron, relata para La Silla Rota lo difícil que fue partir a la Ciudad de México para vender sus creaciones y tener miedo de volver a su comunidad porque podría llevar la covid-19.

“Nos vino a moler un poquito lo de la pandemia porque nosotros no tuvimos ventas, todas nuestras piezas se quedaron guardadas, trabajábamos y trabajábamos pero no podíamos salir, la gente no compraba porque tampoco había cómo, nos amoló un poco pero se está componiendo y estamos retomando nuestros trabajo”.

Angélica Reyes, artesana mazahua

De acuerdo con información del Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías, durante el año del confinamiento por la covid, se perdieron hasta el 50 por ciento de las ventas de los artesanos mexiquenses, de las trece ramas, mientras que en lo que va de la pandemia, hasta 150 fallecieron a causa del SARS-CoV-2.

Aunque se buscaron escaparates virtuales y las tiendas de CASART se reactivaron desde 2020, la gente no llegaba, es por ello que Angélica aprovechó que sus creaciones eran conocidas pues fue autora del Cinturón Mazahua que se donó al Consejo Mundial del Boxeo el año pasado, para salir a probar suerte a la CDMX.

Cinturón Mazahua que se donó al Consejo Mundial del Boxeo 

“Estábamos preocupadísimas porque es nuestro único sustento, pensábamos que si esto no se terminaba, no íbamos a tener dónde trabajar. Nos fuimos un tiempo a trabajar a la ciudad pero no era de que no podías venir a la casa por las enfermedades y eso, pero nos tuvimos que ir, teníamos miedo pero como podíamos vendíamos una piececita para comer, estuvimos mal”.

TRADICIONES QUE PERDURAN

Para poder sobrevivir, en la pandemia tuvo que innovar, con manta, creó cubrebocas bordados que le permitieron ganar unos pesos, lo que la hizo sentir orgullosa de sus raíces.

“Mi rama preferida es el bordado textil, el bordado de dos agujas, así le llamamos. Empecé a trabajar en esto a los 20 años pero aprendí desde los seis, mi mamá nos enseñó, nos dejó esto como herencia. Somos la cuarta generación que trabajan estas artesanías”.

Debido al impacto que el bordado a dos agujas tiene en su vida, ha buscado innovar en diseños pero también en métodos de comercialización y transmitir ese conocimiento en su comunidad, pues para Angélica Reyes y su hermana Lilia, las artesanías son la historia de una vida capturada en materiales como la tela, el barro, el metal, entro otros.

“Para mí significa muchísimo porque éste es el sustento de nosotros, de nosotras las artesanas, casi la mayoría de las mujeres nos dedicamos, de la comunidad, nos dedicamos a esto, es un trabajo, es un arte y también es una cultura que queremos seguir manteniendo viva y dejarles a nuestras niñas que vienen creciendo, a nuestros niños para que esto no se pierda”.

El bordado mazahua es un trabajo fino y único, el cual debe ser valorado y apreciado ya que en muchas ocasiones hacer una pieza lleva varias semanas de trabajo, además del material que utiliza y pagarlo al precio justo es la mejor manera de agradecer a los artesanos. 

Para conocer el trabajo de las hermanas Reyes Martínez se puede llamar al 722 202 3421.



(SAB)