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"¿Cómo le haremos con la renta?", empacadores se van a casa

Los "cerillos" de la tercera edad dejarán de trabajar 40 días y sin estos ingresos "ni con la pensión alcanza", lamentan

Escrito en METRÓPOLI el

A don Carlos más que preocuparle el Coronavirus lo que le preocupa es que a causa de la temida pandemia él deberá dejar de trabajar como empacador de una tienda comercial durante más de un mes.

“Apenas ahora nos avisaron, a partir de mañana no trabajamos, nadie de los empacadores”, dijo a La Silla Rota.

Carlos-perteneciente al sector de la tercera edad, de 60 años y más y que en nuestro país de acuerdo con el Inegi hasta 2010 sumaban 10 millones de personas en ese sector- trabaja como empacador (también les dicen cerillos) en el Soriana de Municipio Libre y División de Norte, en Benito Juárez.

Este 19 de marzo la supervisora de la tienda les informó que a partir del 20 dejarán de trabajar durante 40 días. La razón es que los quieren proteger a ellos y a los compradors del Coronavirus. El problema para los cerillos es que sin sus ingresos cotidianos sienten también que se quedan desprotegidos económicamente.

Carlos explica a La Silla Rota que la mayoría tiene la pensión de adultos mayores, pero ni con ella alcanza, ni aunque se las adelanten.

“Lo que nos da la pensión no nos alcanza dos mil pesos imagínese, pagamos luz, agua teléfono y se acaba. Otros además pagan renta”.

Vicky es otra empacadora y se suma a la charla. En su caso sí paga renta. Por eso está preocupada ante el anuncio.

“A mí me preocupa por eso; en la casa como quiera hay frijoles, sopita, huevo, ¿pero la renta? A la mera hora a lo mejor agarra la onda el casero pero quién sabe”, expresa con incertidumbre.

Uno de los requisitos para entrar como empacador es que sean de 65 años en adelante. Entonces hay quienes tienen esa edad pero por ser menores de 68 no tienen aún derecho a la beca de adultos mayores del gobierno federal. Ante la falta de opciones laborales, sólo les queda ser empacadores, pero con la disposición del supermercado anunciada hoy, ahora ni eso, dice Abel, un señor que se integra a la plática.

“A esta edad no te van a dar trabajo y con este problema que hay menos”, agrega Abel.

La situación para ellos ya se había complicado desde inicios de este año cuando por disposición de autoridades medioambientales se prohibió el uso de bolsas de plástico. Como los consumidores ya no recibían bolsas comenzaron a llevar la suya y ellos mismos envolvían sus productos.

Pero empacar tiene su chiste, por lo que los que llevaban muchas cosas optaban por darle las bolsas a los empacadores que rápido las acomodaban y así se ganaban unos pesos.

Los tres explican que lo más que les dan son 20 pesos, y que de 5 para arriba es una buena propina. Pero no falta el tacaño que les da un peso, 50 ó 20 centavos. Los más ingratos ni las gracias les dan, dice uno de ellos.

Cuestionados sobre si le pedirían apoyo al gobierno federal para que haga como el de Estados Unidos, donde la administración de Donald Trump dará a afectados mil dólares mensuales, responden que sí les gustaría recibir, quizá no tanto, pero sí una ayuda.

“Una ayuda cada mes, una ayuda para solventar gastos, no queremos la millonada pero sí un apoyo económico”.

VULNERABLES

La Silla Rota también conversó con personas mayores de 60 años para conocer cómo se sentían ante el Coronavirus, ya que autoridades de Salud ha informado que se trata de un sector vulnerable ante la pandemia. Uno de ellos es Rodolfo, quien se fue a surtir al Walmart de Plaza Universidad.

Amable, compartió que sabe que es vulnerable por la diabetes que tiene desde hace 30 años, pero cree que lo mejor para él es serenarse y atender las recomendaciones de limpieza de las autoridades.

“Vi que un paciente falleció con diabetes, es uno vulnerable. Pero no puede estar uno súper miedoso porque en lugar de morirme de diabetes me va a dar un infarto. Hay que serenarse y en lugar de preocuparse, ocuparse, tener gel, hacer la limpieza de la ropa, contar con cubrebocas, con los lentes porque la mucosa puede pasar a los ojos, casi nadie trae antojos, y eso pues con unas gotas, estornudo, tos, sin querer (se contagia)”.

Habituado a atenderse en el Instituto de Nutrición, ha escuchado que últimamente ya tiene un alta demanda, por lo que mejor se va a cuidar y alimentar bien para evitar la posibilidad de internarse. “No sé si me enfermo y alcance hospitalización”.

Otro caso es el de Jesús Gallardo, de 82 años. Le cuesta trabajo caminar y va apoyado de un bastón. Aunque el costal de años que tiene ya le pesa, en realidad lo que lo hace caminar de manera pausada es que está en recuperación, ya que fue asaltado y lo golpearon.

Cuestionado sobre si le da miedo la nueva enfermedad, dice que no.

“Lo mío fue accidente, me asaltaron y me golpearon los huesos”.

Dice que trabajó en el gobierno y tiene pensión, pero no le alcanza y debe pedir limosna. Aunque es beneficiario del ISSSTE, prefiere no ir porque sólo lo espantan con nuevas enfermedades.

(Frida Mendoza)