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Angélica no volvió de su trabajo, tras turno de 12 horas en una zapatería

“Habían comentado que todo era gratuito, pero después que les dijimos que éramos del Estado de México, dijeron: ‘no aplica’", asegura la familiar

Escrito en METRÓPOLI el

Angélica Segura Osorio salió de la tienda de zapatos donde trabajaba 12 horas seguidas, pero nunca llegó a su destino: su casa, en Valle de Chalco, Estado de México. Esa misma noche se convirtió en una de las víctimas mortales que dejó el colapso de un tren de la línea 12 del Metro.

Para su hermano, Christian Segura, la mujer de 43 años era “una mujer de bien, trabajadora, que no sólo atendía su empleo asalariado, sino también a su esposo y a sus dos hijos”, ambos mayores de edad. 

Fue hasta cerca del mediodía de este martes cuando Christian se enteró del fallecimiento de su hermana, casi 14 horas después de que el tren, que circulaba entre la estación Tezonco y Olivos, se despeñara al vacío. 

“Toda la noche, madrugada y toda la parte de la mañana nos la pasamos de hospital en hospital preguntando, checando, teníamos listas donde decían que había una femenina en calidad de desconocida, todavía teníamos esperanza de que fuera una de ellas”, dice Christian, quien espera que su cuñado aparezca con el acta de defunción de su hermana.

La familia de Angélica se enteró del accidente del Metro por medio de las redes sociales y, luego de no poder comunicarse con ella, se trasladaron al lugar de los hechos para buscarla. 

Cuando se dieron cuenta de que nadie les informaría del lugar en el que se encontraba su familiar, se dividieron en grupos para buscarla en oficinas del Ministerio Público y hospitales, hasta que llegaron al Ministerio Público No. 6 de Iztapalapa, donde el esposo de Angélica reconoció el cuerpo de la mujer. 

“No nos han dado nada de información, nunca nos dijeron que hubo tantos fallecidos y que se los iban a llevar a tal MP o tal Semefo, para que puedan ir a reconocerlos”, explica Christian. 

Christian no está seguro de que el gobierno de la Ciudad de México los apoye para resolver el traslado y la sepultura de su hermana pues, le dijeron, que ellos vivan en el Estado de México puede complicar las cosas. 

“En un principio habían comentado que todo era gratuito, pero después que les dijimos que éramos del Estado, como que dijeron: ‘ah, es que del Estado no aplica’”, dice bajito, entre el ruido sollozos de los deudos que esperan noticias sobre los cuerpos de sus familiares. 

“Era un ser humano bien noble, una excelente mujer, era honesta, nunca llegaba tarde a su trabajo. No lo podemos creer que haya terminado así. Yo no la he visto, pero ya mi cuñado y mi sobrino dicen que está irreconocible”.

Angélica trabajaba en una tienda de zapatos y pasaba cuatro horas al día en el transporte público para llegar a su trabajo y a su casa. Sólo tenía un día de descanso, pero relativo porque, explica su hermano, “se dedicaba a cumplir con las tareas del hogar”. 

“Me atrevo a decir que ella era una todoterreno porque, si llegaba bien tarde, al otro día despertabas y veías los tendederos llenos de ropa y hasta decías ‘a poco lavó en la madrugada’, era bien responsable en todo”, afirma Christian.

Mientras La Silla Rota platica con Christian, a unos pasos una mujer se desploma al recibir la confirmación de que el cuerpo de su familiar se encuentra en las instalaciones del Ministerio Público. Pasarán varias horas para recibir el acta de defunción que le permita llevarse a su familiar, enterrarlo y llorarle.

(djh)