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“Ahora vivimos apretaditos, pero gracias a Dios estamos vivos", recuerdo del 19S, a 2 años

Han transcurrido 730 días desde el terremoto y los sobrevivientes de San Gregorio tratan de olvidar aquellos días de 2017

Escrito en METRÓPOLI el

Eran las 13:14 horas del martes 19 de septiembre del 2017 cuando un sismo de magnitud 7.1 cimbró parte del centro de México. El epicentro se registró a un kilómetro de San Felipe Ayutla, Puebla según el Servicio Geológico de los Estados Unidos.

Este terremoto dejó graves afectaciones en los estados de Puebla, estado de México, Guerrero, Veracruz, Tlaxcala, Michoacán e Hidalgo. La Ciudad de México, Oaxaca y Morelos fueron de los más azotados y devastados. Se perdieron un total de 331 vidas humanas

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A 730 días desde que ocurrió la tragedia del sismo, los habitantes de San Gregorio Atlapulco, un pueblo en la alcaldía Xochimilco, al sur de la Ciudad de México y que fue de los más afectados, no olvidan la pesadilla que vivieron y que terminó con más de 100 años de historia; también devastó a pueblos rurales y semirurales de la demarcación. 

 

“Empezó a temblar, pero brutal, brutal, brutal. Nada más escuchábamos como tronaba la casa, todas las cosas se cayeron, fue un desastre, se cayeron las escaleras y todas las paredes estaban quebradas, todo el trabajo y esfuerzo de mi juventud y la de mi marido se vino abajo”, narra doña Irma Arellano de 74 años de edad.

Como pudo bajó a la planta baja, después llegó protección civil y le pidió que desalojaran su casa porque estaba en riesgo de derrumbarse pues en su patio se formó un boquete en el centro.

Todos los vecinos nos salimos y lo único que hice fue salirme de mi casa y echar llave, esa noche todos nos quedamos a dormir en la calle, pusimos mantas y luego ya nos empezaron a regalar cobijas y comida”, recuerda doña Irma con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada al recordar lo vivido.
 

En el lugar se formó una grieta de un kilómetro de largo en terrenos ejidales de San Gregorio Atlapulco y cuatro fracturas en el camino denominado La Brecha, en San Luis Tlaxialtemalco; a lo que se suman 3 mil 800 viviendas fracturadas, de las cuales alrededor de mil 140 tuvieron que demolerse por los daños estructurales, según el delegado de ese entonces, Alevino Méndez.

Yo lloraba porque era mi casa, fueron muchos años de sacrificio y de trabajo, invertí toda mi juventud en ella y de un momento a otro todo se vino abajo, pero me dijeron los de protección civil "¿qué prefiere, su casa o sus hijos?" y me tuve que salir", recuerda doña Irma con una profunda tristeza a pesar del tiempo.
 

Un país no se levanta de los escombros en un día

Después de que el pueblo formó un comité, la fundación Carlos Slim y el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) les proporcionó a los afectados 75 mil pesos junto con la construcción de hogares para comenzar de nuevo. Tanto a doña Irma como María agradecen la ayuda, pero ambas coinciden que sus hogares ahora son muy pequeños a diferencia de las casas que tenían.

Somos agradecidos pues después de todo tenemos un techo donde dormir, ha sido lento el proceso y a veces uno fue grosero porque nos entraba la desesperación de no ver resultados, pero un país no se levanta de los escombros en un día. Sabemos que no son unas súper mansiones, pero de eso a nada ya es algo y muchos vecinos hemos decidido hacer ampliaciones, pues las casas que nos dieron sólo tiene dos habitaciones y vivimos apretaditos”, comenta la señora María.

El caso de María fue diferente al de doña Irma. Ella vive en un terreno donde antes había dos hogares, el de ella y el de su suegra. Su casa se cayó por completo y parte de la casa de su suegra también se vino abajo.

Se le cayó una barda encima, tardaron muchas horas para sacarla de entre los escombros y ahora mi suegra quedó en silla de ruedas, una piedra le golpeó la cadera y ya no puede caminar muy bien, pero lo importante es que está viva. Lo que quedó en pie de su casa fue nuestro hogar durante un año y nueve meses, pues apenas en junio pasado nos entregaron nuestro hogar, ahora falta demoler la casa de mi suegra y que la vuelvan a construir porque a pesar de que vivimos ahí, no es un lugar seguro, en cualquier momento se puede venir abajo y más por el tipo de suelo de Xochimilco y los microsismos que cada vez la dañan más, pero desconocemos la fecha en la que vayan a comenzar con la construcción”, asegura la mujer.
 

Algunos afectados han puesto de sus bolsillos para realizar mejoras o modificaciones en sus nuevos hogares, pero aún deben de esperar un año para poder realizarlas. Estos gastos ya corren por su cuenta pues por parte del Gobierno y de la fundación ya no habrá más apoyo. En el caso de la señora María debe de construir un cuarto en la planta baja por la condición médica de su suegra y en el caso de la señora Irma pone de su pensión para poder levantar su hogar junto con sus hijas y nietas, y así tener un espacio más amplio dónde vivir. 

Los inmuebles dañados en el temblor quedaron clasificados en tres categorías: verde (afectación leve), amarillo (daño significativo no estructural) y rojo (falla estructural). Estas categorías han servido para definir las ayudas que se han otorgado a cada uno de los damnificados.

La iglesia y mercado de San Gregorio siguen a la espera

A dos años, la reconstrucción del pueblo no termina, en las calles aún se observan montones con cascajo, algunas casas que no han sido terminadas de construir y comerciantes del mercado de San Gregorio continúan a la espera de la reconstrucción del inmueble. Implementaron un mercado provisional con láminas en la calle con la promesa y esperanza de que para marzo del 2020 vuelvan a tener techo en dónde salir adelante.

A los comerciantes la falta de nuestro mercado nos ha afectado mucho, las ventas han bajado por debajo de la mitad y sobrevivimos con muy poco. La Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) nos apoyó con las láminas para poder poner este mercado provisional pero ya pasaron dos años y aún seguimos sobre la avenida. Por parte de la secretaría del desempleo nos dieron durante seis meses 2 mil doscientos pesos mensuales, con eso es pude volver a invertir en mi negocio, pero ahora eso ya se terminó y seguimos a la espera de que nos entreguen nuestro mercado”, comenta Belén Monrroy, vendedora de frutas y verduras.
 

Los comerciantes coinciden en que decidieron quedarse a las afueras del lugar de donde antes estaba el mercado debido a la falta de espacio en la alcaldía y porque también así era más fácil que sus clientes los reconocieran. En un principio el Gobierno junto con la fundación Carlos Slim les prometieron entregarles el inmueble como regalo de navidad en diciembre pero debido a problemas ahora la fecha es hasta marzo del 2010 debido a que apenas en junio pasado empezaron con la construcción.

En el lugar se puede observar la cimentación del futuro mercado, todo amurallado con láminas blancas de madera y una lona de la fundación Carlos Slim. Trabajadores de la construcción aseguraron a La Silla Rota que trabajan de lunes a sábado para poder cumplir con la fecha compromiso de entrega del inmueble.

En tanto, la iglesia pareciera que se quedó atrapada en el tiempo desde el sismo, el campanario y la barda que la rodeaba se derrumbaron. La estructura sólo está cubierta con una lona blanca para evitar el deterioro con por el clima, mientras que alrededor del santuario sólo está protegido con malla ciclónica con la intención de limitarla de la calle y evitar que gente ajena al pueblo se meta a vandalizar.

Todo se cayó, todo se vino abajo, murieron personas aplastadas por la barda de la iglesia que tenía una estructura de piedra y fierro muy pesada, entre ellos había una niña”, recuerda doña Irma.
 

Sin embargo, en el lugar se vive un ambiente de fiesta, en el interior se celebra el bautizo de una bebé, los padres de la menor festejan con un grupo musical de tambora, los sonidos retumban y hacen vibrar el recinto y la gente local pareciera no importarles las delicadas condiciones del inmueble, pues nadie en su interior se inmutó por la vibración que los fuertes sonidos provocan al edificio.

Atrás quedaron las noches de dormir en la calle en compañía de los vecinos donde locatarios aseguran ahora se conocieron un poco más, atrás quedaron las carencias de agua y falta de energía eléctrica debido a los daños estructurales que provocó el sismo, atrás quedaron las noches de larga espera, días de ir a pláticas, juntas y entregar un sinfín de papeles y fotos cada que eran solicitadas, ahora sólo queda el recuerdo que al momento de que cada habitante narra cómo vivió el terremoto se hace evidente que la herida sigue abierta y que esa cicatriz sólo llegará con el pasar del tiempo. Ahora sólo permanece las ganas de la gente de salir adelante y de volver a ser el mismo pueblo orgulloso de San Gregorio Atlapulco que viven muy arraigados a sus tradiciones.

Esta casa la construimos mi esposo y yo cuando éramos jóvenes, cuando fue el sismo yo estaba aquí, tenía unos días de haber salido del hospital. Mi hija me iba a dar de comer, en eso ella dio un paso cuando empezó el movimiento” Al recordar a Doña Irma se le quiebra la voz y de inmediato comienzan a rodar lágrimas de sus ojos.