DÍA DE LAS MADRES

Madres sobreviven vendiendo en el Metro y limpiando parabrisas: las historias de Patricia y Ruth

Patricia y Ruth criaron solas a sus hijos tras huir de la violencia; trabajaron décadas en la informalidad, sin prestaciones ni apoyos, como millones de mujeres en México que enfrentan condiciones similares

Patricia Rentería y Ruth Ruiz.
Patricia Rentería y Ruth Ruiz.Créditos: Raúl Estrella | LSR
Escrito en METRÓPOLI el

Patricia Rentería y Ruth Ruiz trabajaron en la informalidad durante más de tres décadas para sacar adelante a sus hijos. Ambas coinciden en que su maternidad fue dolorosa y complicada: una vendía mercancías en el Metro, la otra limpiaba parabrisas en un cruce.

Crecieron en contextos violentos y en cuanto pudieron, huyeron de casa, se unieron a parejas y se embarazaron, pero después sufrieron maltrato.

Volvieron a huir, esta vez con niños en brazos. La necesidad las llevó a sumarse a la población ocupada en la informalidad en la que trabajaron sin prestaciones, ni acceso a sistema de salud o ayuda para cuidar a sus hijos.

“Yo siempre lo he dicho: yo no me desperté un día y dije ‘quiero ser vagonera porque es el mejor trabajo del mundo’. No fue así”, explicó con humor Patricia.

Actualmente, más de la mitad de las personas que trabajan en México lo hacen en el sector informal (más de 32.5 millones). De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), actualizada el 28 de abril de este año, de ellas, 54.8% son mujeres, muchas expuestas a las mismas dificultades que enfrentaron Patricia y Ruth.

“No me hubieran aceptado en ningún otro trabajo”

Patricia Rentería tuvo a sus primeros dos hijos siendo menor de edad, a los 17 años. El tercero nació poco después de cumplir los 21. Los crió sola: los padres de sus hijos la abandonaron y su madre no le hablaba.

Antes de convertirse en vagonera nunca había trabajado y se sentía presionada por encontrar un modo para obtener dinero y cuidar a sus hijos. Pensó en vender en el Metro, como lo hacían sus vecinos. Estaba convencida de que ese sería el único lugar donde la aceptarían con dos niños en brazos, uno en camino y sin pareja.

Por más de 35 años trabajó de lunes a domingo vendiendo en los vagones, al inicio llevaba en un brazo la pañalera; en otro, dos bolsas de mandado llenas de mercancía y en la espalda cargaba a un bebé recién nacido y con su mano libre sostenía a dos niños de menos de tres años.

“Siendo vagonera tienes que aprender a cuidar a tu bebé, traer la mochila, despachar, dar cambios y cuidar a la vez a tus a tus criaturas que llevas. Entonces, al final del día llegas a tu casa, no quieres saber de nada, pero todavía tienes que llegar a bañar niños, a hacer comida, a lavar ropa y más”, dijo Patricia.

Patricia Rentería | Foto: Raúl Estrella 

Estrés y falta de oportunidades

Ruth se embarazó mucho antes que Patricia. Tenía solo 13 años cuando supo que esperaba un bebé con su novio, un joven de 19. Poco después de cumplir 14 dio a luz a su primer hijo.

Tiempo después, su suegra se lo arrebató. Ruth se quedó a cargo de sus otros tres pequeños: dos hijos y una hija. No tenía red de apoyo, y la presión de alimentar tantas bocas la rebasó.

Empezó a beber, a fumar marihuana, y luego a consumir piedra y cristal. Lo hacía para soportar el estrés de no saber cómo mantener a sus hijos sanos, darles educación y alejarlos de sus propias adicciones.

Limpió parabrisas porque no sabía hacer otra cosa, ya que estudió hasta primero de secundaria y, cuando se separó de su pareja a los 22 años, comprendió que no tenía un oficio ni contaba con conocimientos para trabajar, por ejemplo, en un comercio.

Ruth Ruiz | Foto: Raúl Estrella

Salía a diario a limpiar parabrisas con sus tres hijos de la mano. El poco dinero que ganaba apenas le alcanzaba para preparar comidas básicas y pagar un cuarto de hotel por semana.

Las drogas y el alcohol la fueron alejando poco a poco de sus hijos y viceversa, al grado de que su segundo hijo tiene más de 11 años sin hablarle y su hija la ve por la calle y no quiere reconocerla.

El ciclo se repite

Hoy en día dos de los tres hijos de Patricia trabajan en lo mismo que ella: son vagoneros. Siente que falló como mamá, quería que sus hijos hicieran una carrera para ganar más dinero y que vivieran sin las presiones que ella afrontó. Afortunadamente, su hijo más pequeño, escogió estudiar una licenciatura y hace poco se graduó como ingeniero electrónico en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y trabaja en una empresa transnacional en Madrid, España.

Patricia Rentería | Foto: Raúl Estrella

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Este no es el caso de Ruth que tanto su hija como su hijo menor limpian parabrisas para vivir, ella no sabe a qué se dedica el hijo que no ve desde hace 11 años y su hijo mayor murió a los 21 años, poco antes de graduarse de la escuela de leyes.