De un día para otro, cientos de niñas, jóvenes y adultos mayores se quedaron sin un lugar donde ejercitarse, entrenar o practicar un deporte, debido al cierre del Deportivo Eduardo Molina, en cuyo espacio el gobierno de la Ciudad de México planea construir una Utopía.
Las autoridades de la CDMX cerraron las instalaciones ubicadas en la alcaldía Venustiano Carranza a principios de febrero. Usuarios del deportivo, profesores y padres de familia acusaron falta de información sobre el proyecto e incertidumbre sobre si se mantendrán los espacios deportivos y las clases que se impartían dentro de él.
Algunos vecinos intentaron detener la obra, se manifestaron y organizaron algunas protestas, sin embargo, no lograron frenar el cierre de las instalaciones que vecinos de las colonias 20 de Noviembre, Morelos, Romero Rubio, Janitzio, Felipe Ángeles, Michoacana y Emiliano Carranza usaban para practicar atletismo, futbol, basquetbol, americano, karate, box, voleibol, skate, natación, danza, aerobics y otras actividades.
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El gobierno de la CDMX organizó mesas de trabajo con los vecinos que se manifestaron en contra de la construcción de la Utopía; mientras que la jefa de Gobierno, Clara Brugada, acusó de “desinformación”. Pero, según los vecinos, la decisión ya estaba tomada, ya que los profesores y directivos del lugar ya estaban “mudando” sus clases a otros parques.
“A nosotros nos dijeron que a los profesores les avisaron desde enero, incluso tuvieron una reunión donde no les dejaron meter sus celulares. Muchos maestros tenían miedo de hablar y ni siquiera participaron en las reuniones. En los grupos de whatsapp comenzaron a organizar las clases en Galeana, en el camellón de Molina o en Venustiano Carranza y no nos quedó de otra más que seguirlos. Era una decisión tomada”, dice Ana Ávila en entrevista con La Silla Rota, quien practicaba voleibol tres veces a la semana en el Deportivo.
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El caos logístico de los padres
Aunque el cierre ha afectado a cientos de personas, los más perjudicados, dicen, son los padres de familia, quienes se han tenido que “dividir” para llevar a sus hijos a varios parques, para que sus hijos puedan seguir practicando sus actividades deportivas que hace solo unas semanas realizaban en un solo lugar.
Es el caso de Rocío Cerón, quien ahora tiene que llevar a su hijo mayor al Deportivo Venustiano Carranza, donde toma clases de básquetbol; luego, corre al Parque Calles, donde su hija toma clases de voleibol, para finalizar en el Deportivo Ramón López Velarde donde acude a clases de natación, junto a su hijo menor.
“Todas nuestras actividades se nos movieron, estamos acudiendo a tres deportivos diferentes porque seguimos a los profes. Antes llegábamos en 10 minutos, ahora son más de 30 minutos de ida y 30 de regreso”, reclama.
“El proyecto me parece una buena idea, pero mi temor es que no se haga en el tiempo que dijeron o que cuando se abra no nos regresen nuestras actividades deportivas. No tenemos la certeza, nos dijeron que nos iban a regresar todo, pero quién sabe”, añade.
Conforme pasan las semanas, la incertidumbre vecinal va en aumento, pues, afirman, tras el desmantelamiento de algunas canchas, los trabajos se detuvieron. “No hemos visto gran avance, llevan dos meses y casi no han hecho nada”.
Además de todo esto, vecinos acusan que el cierre del Deportivo ha aumentado la inseguridad de la zona, ya que se convirtió en un lugar oscuro, vacío, sin vigilancia y que es aprovechado por personas para drogarse.
La Silla Rota realizó un recorrido por las inmediaciones del Deportivo, donde se constató que, por el momento, no se están realizando ningún tipo de trabajos en el lugar. Sin embargo, algunas personas burlaban las rejas y merodeaban las instalaciones.
“Me quitaron mi parque”
A pesar de las protestas, la decisión de cerrar el Deportivo tomó por sorpresa a algunos vecinos y usuarios del lugar, quienes, de un día para otro, encontraron “su segundo hogar” cerrado y lleno de candados.
"Nos quitaron nuestro parque. No nos dijeron nada, de la noche a la mañana se cerró. Sin motivo, razón ni circunstancia”, reclama el señor Marcos, de 67 años, quien ahora se ejercita en el Deportivo Venustiano Carranza, que le queda a dos estaciones de Metro de su domicilio.
Cuando su trabajo no se lo permite, don Marcos trota alrededor del Deportivo Eduardo Molina, pero sobre la banqueta, rodeando las vallas que están tapizadas de plásticos y rejas, que impiden el acceso a los vecinos.
Tras el cierre, las autoridades colocaron lonas que dicen: “Atento Aviso. Este espacio se encontrará cerrado hasta nuevo aviso. Estamos trabajando para transformar este espacio público en un lugar renovado, lleno de nuevas actividades y oportunidades para todos”, algo que también molestó a los vecinos.
“No nos dijeron nada, solo pusieron sus lonas y nos negaron la entrada. Yo venía todos los días, ahora hago mis ejercicios en la casa”, menciona a La Silla Rota el señor Armando, de 79 años.
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Mientras los trabajos se estancan, todos los días se observa a adultos mayores, como don Marcos y don Fernando, entrenando y corriendo alrededor del parque, sorteando basura, heces fecales y puestos ambulantes.