CDMX

“Por 11 pesos nos vamos con comida completa y hasta postre”

Vecinos de Santa Julia, en Azcapotzalco o de San Joaquín, en la Miguel Hidalgo se corren la voz para llegar hasta el comedor comunitario "El sazón de mamá", por el sabor, la porción y la buena atención

Créditos: Raúl Estrella / La Silla Rota
Escrito en METRÓPOLI el

Más de 200 personas acuden de lunes a viernes al comedor comunitario “El sazón de mamá” en la colonia Legaria para recibir una comida por 11 pesos.

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“Viene gente de Santa Julia, de Azcapotzalco, de San Joaquín, porque entre ellos corren la voz donde se les atiende bien. Yo les comento, el azúcar que trae el agua, la fruta, la crema, las gelatinas, salen de mi bolsillo y todo para que ellos se vayan bien servidos”, cuenta Sara Cruz, responsable del comedor.

Raúl Estrella / La Silla Rota

Estos centros son operados por particulares que reciben recursos del gobierno de la ciudad para comprar los víveres.

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De acuerdo con doña Sarita, como la llaman los clientes e integrantes de la comunidad, el presupuesto que otorga el gobierno local no alcanza para las porciones que ahí diariamente se reparten. 

Tres personas preparan el arroz, frijoles, un guisado, agua de sabor y postre. Ella proporciona el postre, asegura, porque las órdenes únicamente contemplan dos porciones de comida con agua natural. 

Doña Sarita comenta que el agradecimiento que le muestran sus comensales la impulsa a no cerrar el comedor.

“Desde hace dos años he querido tirar la toalla y decir ya, hasta aquí. Es muy cansado y no ganas nada, pero a veces pienso, uno viene a este mundo a servir y por eso continúo”. 

Cocinar, el trabajo no remunerado

El proceso para elaborar las comidas diarias inicia a las 6:30 de la mañana, cuando pone las legumbres y proteínas a hervir para guisarlas con lo que llama su sazón.

Raúl Estrella / La Silla Rota

Los viernes es el día más pesado de la semana pues es cuando recibe el depósito para comprar los alimentos. Ese día va a la Central de Abasto a comprar dos cajas de aceite, dos cajas de arroz y frijol, más de 30 kilos de carne y pollo.

Aunque cantidades parecen grandes, asegura que siempre hace falta comida.

“He pedido un aumento para las porciones, pero te preguntan qué le haces a tanta comida y aunque vengan a supervisar, te ponen peros para todo, aunque les demuestres que no te das abasto”.

Las autoridades incluyen en el monto total depositado los viernes, 190 pesos destinados para pagar un sueldo a personal que apoye con “la mano de obra”, pero ella prefiere usarlos para comprar más alimento.

Comenta que las ayudas económicas a las que tienen acceso, están condicionadas a asistir a mítines y reuniones. “Te citan hasta Juan de la chingada, a asolearte tres horas y perder tu día, la verdad. Y lo que te dan es únicamente para invertirlo en el comedor, tienes que comprobar que pintaste, que compraste otro tablón, más sillas… Finalmente uno no obtiene nada”.

Raúl Estrella / La Silla Rota

Además del comedor comunitario, Doña Sara continúa con las labores domésticas de su hogar, dividiéndose para cocinar, lavar, asear y atender a sus familiares al mismo tiempo.

Su esposo, su hija y su pequeña nieta le acompañan a la hora de la comida, alrededor de las 2:00 pm cuando la afluencia de la gente es mínima. 

Las reglas de funcionamiento del comedor establecen que debería abrir a la 1:00 pm pero es tal la demanda, que desde una hora antes los vecinos comienzan a llegar para llevar su comida a casa, por lo que deciden atenderlos desde que llegan para no hacerles esperar. 

“En media hora se acaba casi todo, es más el tiempo que se lleva uno en la preparación que en servir. Aprovechamos el tiempo y ponemos a cocer papas, a hacer gelatina para mañana… el calor nos cansa y mejor nos apuramos para no fatigarnos”.

Imán para vecinos

Los clientes de Doña Sarita contaron a La Silla Rota que los guisados son imperdibles.

Raúl Estrella / La Silla Rota

“Aunque no nos queda a la vuelta de la esquina la verdad sí preferimos venir para acá porque por 11 pesos nos vamos con una comida completa y hasta postre nos toca. La verdad en ningún comedor, y mucho menos en una fonda nos vamos bien, y lo que sea de cada quien, sí está muy muy rico”, dijo la señora Pamela, quien compra comida para ella y su hija. 

Incluso, personal de Atención Ciudadana que da rondines por la alcaldía, cuentan que ir a comer con Sara es imperdible. 
“Cada que estamos cerca… o bueno no tan cerca, pero sí tratamos de venir porque la verdad de toda la Miguel Hidalgo sí es el mejor, la verdad está muy rico, más los frijolitos”. 

“Llegan y me dicen ‘¿Nos extrañó?’ y siempre les digo que ellos me extrañan más a mí. Pero aquí vamos a estar, tratando de darles lo mejor para que se vayan con su comida del día, es lo que podemos hacer”, dijo doña Sarita.